J. C. Cristóbal

Domingo, 12 de octubre 2025, 20:44

No lo vieron venir. Los jugadores del Recoletas Valladolid confían tanto en la fortaleza del Huerta del Rey que no fueron capaces de reaccionar cuando se vieron con el marcador en contra; solo el técnico David Pisonero adivinó las sombras que oscurecían el juego de los suyos y pidió un tiempo muerto cuando el tanteo mantenía un ajustado 21-22 y faltaban más de quince minutos por jugar. Los suyos no entendieron el mensaje y nunca volvieron a estar más cerca del Logroño, que conectó la velocidad de cruzado para ensanchar la distancia a dos goles, a tres, a cuatro… demasiados para un Recoletas que se atascó en el número 26.

Tampoco se lo pudieron imaginar los pocos aficionados que desafiaron la siesta en Huerta del Rey. El Recoletas empezó con el enchufe bien ajustado y encadenó rachas individuales desde todas las parcelas del campo; comenzó Gey-Emparan sin fallos desde el punto de penalti, continuó De Toledo, con el brazo suelto en su lateral, y remachó Abdelazize, firme para pivotar en los seis metros, Juan Bar también aportó desde la portería y el Valladolid tomó una renta de 3-0.

El equipo de David Pisonero se quedó seco en el número 26 en los últimos minutos del partido

El equipo de Miguel Ángel Velasco, que emigró de Valladolid a Logroño en su etapa de jugador, no perdió los papeles, apretó los dientes cuando recibió la primera exclusión de dos minutos y encontró la recompensa de meterse en el partido; ya dentro de él, esperó a la entrada en focos de Álvaro Martínez para igualar el tanteo y, después de un parcial de 0-3, encontrar la primera ventaja con 7-8, con Cadarso también infalible en las penas máximas.

Pisonero buscó un poco más de agresividad en defensa al adelantar a Camino para entorpecer el tráfico del balón, y la igualdad fue la nota dominante hasta la retirada a vestuarios. Fue el momento en que el egipcio Abdelazize tomó las riendas para cosechar un parcial de 3-0 y dar la última alegría al equipo local, que no fue capaz de sujetar la ventaja. El lanzamiento que acabó en gol sobre la bocina no subió al marcador y tuvo que conformarse con el 15-15.

No volvió el Recoletas al parqué. Sí lo hizo con sus cuerpos, que correteaban de aquí para allá, pero no con sus cabezas, perdidas en busca de la salida del laberinto. Alejandro Pisonero no atinaba con el timón y solo Oliveira soltó el brazo para alargar el equilibrio de las espadas en alto; cuando César Pérez le paró un penalti a Cadarso parecía que el Recoletas podría disfrutar de un estirón, que se quedó en el canto del cisne del 21-20. Hasta ahí llegó el Valladolid.

Logroño respondió al 3-0 en contra de salida y gestionó bien el marcador cuando se puso por delante

El partido se quedó sin guion a la espera de que uno de los equipos se quedara con los papeles, y ese fue el Logroño, que gestionó mejor el caos cuando unos y otros coincidieron con seis jugadores en el campo por las exclusiones; hasta el portero Xoan Ledo se sumó al desorden para marcar de área a área, un gol que hizo mucho daño en el ánimo pucelano.

Tocó remar contra corriente cuando una contra de Lombardi elevó la distancia a tres (23-26), momento en que la sabia afición de Huerta del Rey apretó para dar las fuerzas que le faltaban al equipo; el capitán César Pérez se contagió de la grada y paró un remate de Miguel Martínez, era el momento de lanzar el asalto final, Pisonero parecía que estaba listo, pero el lanzamiento de Serrano se estrelló en el larguero y mandó la remontada al cubo de la basura. El Recoletas Valladolid se estrelló con el muro del gol 26, sufrió las lanzadas que le clavaba en los costados Álvaro Martínez y se resignó a una dura derrota por siete goles de diferencia, demasiados en un partido sin un dominador claro hasta que se cruzó el ecuador de la segunda parte.

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