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Hay más personas mayores de 60 años en el mundo que nunca, y no se espera que este número deje de crecer en los próximos 50 años. El envejecimiento poblacional es en la actualidad más acusado en Norteamérica, Europa y ciertos países con alto índice de desarrollo, pero se están sumando a la tendencia tanto el Sudeste asiático como África y Sudamérica.
La raíz de este triunfo en la longevidad es fruto de las medidas de higiene, sanitarias y de acceso a las condiciones básicas para llevar una vida digna, indica el Dr. Mehmood Khan, experto en longevidad y CEO de la fundación Hevolution, pero requiere una preparación ante los distintos retos que emergerán.
Según explica el Dr. Khan en una ponencia de la segunda cumbre internacional del envejecimiento, celebrada en Madrid, el envejecimiento es biológico, pero también contextual. No sólo depende de tu genética si no también de dónde envejeces, de la sociedad en la que vives y de tu entorno. Y en este entorno existen un gran número de variables que cualquiera puede controlar, y decisiones que pueden ayudar a envejecer de forma saludable.
Ahora bien, otras de estas variables, como la localización física, el estado socioeconómico, o el acceso desde el nacimiento a unas condiciones de vida dignas no son fruto de decisiones, sino azar puro. Y en ocasiones condicionan mucho más que cualquier decisión que pueda tomar la persona.
“Se pueden tomar decisiones para alargar la longevidad, pero muchas personas nacen en ciertas condiciones que no permiten tomar esas decisiones”
Por tanto, El Dr. Khan lanza las preguntas: ¿Cómo se pueden democratizar los avances en longevidad para que estén disponibles para el mayor número de gente posible? ¿Cuántos años extra de vida independiente se pueden conseguir? Y ¿Qué puede hacer la sociedad para mantener una sociedad envejecida y saludable?
Estas preguntas no sólo tienen una respuesta científica, sino también una ética y una económica. El envejecimiento de la población no sólo supone una pérdida de la calidad de vida, también supone un enorme gasto, que se calcula en el orden de los billones de dólares, mayor al producto interior bruto de la mayoría de los países. Luchando de una forma activa contra este proceso natural, el dinero que de otro modo se destinaría a tratamientos de enfermedades derivadas del envejecimiento puede reinvertirse en la sociedad.
Pasos lentos pero constantes
Hablar de revertir o parar el envejecimiento no es un disparate científico. Por poner un ejemplo, hace cuarenta años, el cáncer se encontraba en una posición similar al que el envejecimiento se encuentra ahora. Cuando se diagnosticaba un cáncer, era un diagnóstico final. En palabras del Dr. Khan: «Cuando empecé medicina en 1976, muy pocos estudiantes querían dedicarse a la oncología ¿Por qué? Porque se consideraba cuidados paliativos. No había ningún tratamiento disponible para la mayoría de los pacientes. Cuando era residente en Inglaterra, si ibas a un paciente y le comunicabas que tenía cáncer, la frase siguiente era “No hay tratamiento”».
En la actualidad, 40 años después, la mitad de los cánceres tienen cura, y la inmensa mayoría pueden cronificar con una buena calidad de vida durante varios años. Este cambio fue posible debido a que, durante estos 40 años, los gobiernos se han comprometido con la investigación, la creación de institutos y las mentes más afiladas de nuestra época se han juntado para resolver el problema.

Teniendo esto en cuenta, hay razones para creer que, en 40 años, los científicos habrán sido capaces de resolver la mayoría de los problemas moleculares relacionados con el envejecimiento. «Pero es importante ser prudentes y no ofrecer cheques que no se puedan pagar en el futuro». Indica Khan, «Cuando se comenzó a investigar contra el cáncer, nadie prometió que se curaría en 2 años, en 5 o en 10. Realizar esas promesas habría sido una irresponsabilidad, y habría supuesto una pérdida de confianza por parte de la sociedad y posteriormente, por los gobiernos e instituciones. Y es muy importante no caer en esos errores con el envejecimiento».
Llegar al núcleo de la biología del envejecimiento
La fundación Hevolution en la actualidad ha financiado varios proyectos de investigación que traten de resolver los problemas moleculares relacionados con el envejecimiento. Aunque para ello toman una estrategia un tanto transversal. Esto quiere decir que, en vez de desarrollar fármacos «antienvejecimiento» como tal, desarrollan fármacos para enfermedades que afectan las mismas rutas moleculares del envejecimiento.
Un ejemplo de esta estrategia es una investigación que actualmente se encuentra en fase clínica para el tratamiento de la hepatitis B. Tras una infección del virus de la hepatitis B entorno al 10% de los afectados se convierten en portadores crónicos del virus. Es decir, el virus queda dentro de ellos en forma latente. Al no producirse reinfecciones posteriores, la enfermedad se considera como curada, pero recientemente se ha podido observar que la presencia crónica del virus puede acelerar el envejecimiento por cambios en la epigenética.

Siguiendo esta lógica, una de las claves para luchar contra el envejecimiento es preguntarse qué diferencia a ese 10% de las personas del 90% restante. Si se trata de variaciones en el sistema inmunitario, o de variantes genéticas que tienen dichas personas. Y a partir de tener ese conocimiento, se pueden desarrollar fármacos que ayuden al sistema inmunitario o que reviertan esos cambios epigenéticos y permitan la eliminación del virus en más de 100 millones de personas portadoras crónicas.
Pero no sólo eso, la vuelta de tuerca final es tratar de comprender cómo el virus puede envejecer a las células y si esto mismo también ocurre, de una forma más lenta, en el resto de la población. De ser así, es posible pensar en utilizar los tratamientos inicialmente pensados para curar la hepatitis B en la población general, pero en este caso, para evitar ese mecanismo que envejece. Como este, en la actualidad hay otros 4 estudios en marcha que tratan de evitar otros componentes fundamentales del envejecimiento.
Como indicaba el Dr. Khan, es importante ser prudentes y no pensar en grandes avances en los próximos 5 o 10 años, pero sí comprender que los avances van llegando, paso a paso. Estos avances no están pensados para alargar nuestra esperanza de vida, sino que la que vivamos sea de la mayor calidad posible, y que las personas ancianas del futuro puedan ser independientes hasta sus últimos días.