Florian Vermeersch, por fin el arcoíris de gravel en el bolsillo
Tercera fue la vencida. Florian Vermeersch, el belga de los dos platas seguidos en el Mundial de gravel, por fin se quitó la espina.
En Limburgo, con barro, polvo y repechos, el tipo se marcó un carrerón de los que hacen afición: atacó pronto, rompió el grupo y se fue solo cuando faltaban 19 kilómetros para meta. Ni el viento ni los holandeses pudieron con él.
El chaval de 26 años llevaba dos años duros, con lesiones y casi sin victorias, pero el domingo se desquitó a lo grande.
Primer título mundial, segunda victoria como profesional y una imagen para el recuerdo: llegando solo, levanta la Colnago sobre la cabeza como si pesara menos que una cámara de fotos.
Pura emoción.
El neerlandés Frits Biesterbos, que aguantó con él buena parte del día, acabó segundo, contento como un niño porque no había ni soñado con el podio.
Detrás, Matej Mohorič —que ya sabe lo que es ganar esto— se llevó el bronce, más de minuto y medio después, tras un día de persecución sin premio.
La carrera fue de esas que no dan respiro.
Desde la salida en Beek hasta Maastricht, 181 kilómetros con 1.650 metros de desnivel y el 80% por tierra.
Cortos, empinados, rompepiernas. Bélgica salió con el bloque más potente —azul a tope— y jugó bien sus cartas. Hermans, Wellens y Van Tricht trabajaron duro, pero la joya fue Vermeersch, que se la jugó de lejos, sin mirar atrás.
Tuvo su dosis de drama: pinchazo al principio, persecución, y luego el ataque que lo cambió todo. Primero se fue con Van Tricht, Politt y Biesterbos, pero poco a poco fue soltando a todos. Cuando atacó en la última subida, Biesterbos lo vio irse y solo pudo saludarlo desde lejos. De ahí al final, fue un monólogo belga.
“Es increíble, no me lo creo”, dijo al cruzar la meta. “Después de dos años duros, acabar así la temporada es… no tengo palabras”.
Pues no hacen falta muchas. Vermeersch, peón clave en UAE cuando el pelotón entra en adoquines, ya tiene su arcoíris, Bélgica vuelve a lo más alto del gravel y el resto solo puede aplaudir.
Porque cuando uno gana así, con clase, sufrimiento y corazón, no hay más que decir.
Imagen: FB UCI– Alex Whitehead/SWpix.com



