Siguen corriendo ríos de tinta tras la retirada por sorpresa de Morante de la Puebla en Las Ventas ayer. Tras pasear las dos orejas de ‘Tripulante’, -un ojo perdiz de la ganadería de Garcigrande que volteó malamente al toreno durante la faena-, el diestro sevillano ponía rumbo de las tablas a los medios del coso madrileño para cortarse la coleta, diciendo así adiós a su trayectoria taurina.

Testigo de excepción fue el soriano Javier Jiménez, quien acudió con otros tres aficionados de la ciudad hasta la capital de España. «Fuimos para verlo torear, de forma normal, porque es difícil verlo en plazas como las de Soria», relata el aficionado, añadiendo que precisamente el torero tuvo que desistir en el paseíllo del Domingo de Calderas en los Sanjuanes sorianos por razones de salud.

El momento fue inolvidable, de tensión en el respetable y también de incredulidad. «Nos mirábamos los unos a los otros y nos decíamos: no puede ser, no puede ser». Durante esa corta ceremonia, individual para el cigarrero y para emoción generalizada en los tendidos, hubo «sentimientos encontrados» y el público enloqueció. «La gente estaba enfervorecida, como loca, nadie se lo esperaba», describe.

Jiménez recalca que Morante siempre arrasta multitudes que acuden a ver su arte en todas las plazas de España siendo también habitual que la afición comente el calendario de festejos venideros del torero de La Puebla del Río. Ahora, ese almanaque queda suspendido, generando «desilusión» ante la parroquia entre la que se incluye Jiménez: «Se ha perdido mucho», lamenta, en la confianza de que el actual número uno del escalafón taurino encuentre un sustituto que cumpla las expectativas del maestro que ha acreditado un arte que dejará estela en la historia de la tauromaquia.