Esta casa de verano está hecha con materiales naturales, paredes enlucidas de cal y una paleta suave de colores. ¡Y cuenta con 1.000 m2!
Diseñar una casa es como empezar un cuadro desde cero: las posibilidades son infinitas y cada proyecto es capaz de contar una historia diferente. Podríamos decir que Zephyr, una espectacular vivienda de 1.000 m2 en la ciudad de Haiderabad, al sur de la India, ha logrado contar su propio cuento de manera muy sutil y elegante. Firmada por el estudio de arquitectura Studio Nilasha, esta casa es toda una exploración sensorial donde la textura, el color y los materiales dialogan con delicadeza y carácter.
La entrada es un ejemplo de lo que puedes esperar al entrar en Zephyr: materiales con textura, formas sensuales y máxima calidez.
© Talib ChitalwalaLa casa de verano que busca la serenidad funcional
La casa se diseñó a medida para una pareja joven y, siguiendo sus gustos y necesidades, se eligió una paleta suave de blancos rotos y beiges empolvados, que da todo el protagonismo a la riqueza de las texturas y los materiales de las diferentes piezas que componen el espacio. Cada rincón está proyectado para transmitir calma y naturalidad. “Nuestros clientes soñaban con una estética escandinava, donde el minimalismo y los materiales naturales de proximidad fueran las grandes estrellas”, explica Nilasha, la arquitecta.
El resultado es una mezcla entre tradición y modernidad, dos aspectos que conviven en armonía bajo una misma premisa: serenidad funcional. Los materiales nobles como la madera, la arenisca, el enlucido de cal, el mimbre y el lino construyen el universo visual y táctil de la vivienda, aportando así una calidez atemporal que se respira en cada espacio.
El poder de la madera: el comedor se tiñe de tonos más oscuros respecto al resto de la casa. La mesa negra protagoniza el espacio.
© Talib ChitalwalaJuego de texturas que crean un ambiente acogedor
Desde que se pone un pie dentro de esta casa de verano, la atmósfera que se percibe envuelve y llena de calidez y serenidad el alma. Una puerta de roble claro marca la entrada al vestíbulo, actuando como umbral simbólico entre un exterior vibrante y un interior que invita al sosiego. Esta parte de la vivienda ya revela muchas de las claves estéticas y los materiales que articulan todos los espacios.
La entrada se viste con muros enlucidos de cal y paneles de madera natural, una combinación que suaviza la transición hacia el interior y sienta las bases de la narrativa sensorial de proyecto. De entre todas las piezas, destacan unas de mimbre que aportan textura y le dan el toque artesanal al conjunto: un banco escultural, colgado de la pared, flota como si de una barca se tratara. Sobre él, unas lámparas introducen un juego delicado de luces y sombras, añadiendo movimiento y ligereza al ambiente. En este lugar todo está pensado para rebajar el ritmo de vida, olvidarse del ruido exterior y preparar los sentidos para la experiencia de habitar esta casa, que se ha concebido como un refugio contemporáneo, sereno y profundamente conectado con los materiales que componen.