Es fundamental que Mathieu van der Poel llegue a tope la próxima primavera

Aunque es cierto que estas semanas que vienen estaremos expectantes ante lo que haga Mathieu van der Poel en la campaña de ciclocross, la que le puede dejar como el mejor especialista de siempre, ya con el mundial en solitario, lo cierto es que en el ambiente flotará la sensación que en el neerlandés hay una gran confianza en que pueda marcarle los límites a Tadej Pogačar. 

Dos son las grandes carreras que faltan en el palmarés del coco esloveno, con diez monumentos, pero aún sin Milán-San Remo y París-Rouvaix.

Porque cada vez que Tadej pone rumbo a San Remo, el ciclismo entero se detiene.

CCMM Valenciana

No es una carrera más: es el laboratorio donde el esloveno mide su dominio y donde Mathieu van der Poel se planta como su némesis, el único capaz de mirarle a los ojos sin parpadear.

Porque cuando el Poggio se empina y los grandes se examinan, ahí aparece el neerlandés, el corredor que ya le ha cerrado la puerta más de una vez.

En la Classicissima de 2023, Van der Poel se impuso con esa arrancada brutal que dejó a Pogačar sin respuesta.

No fue solo fuerza: fue instinto, lectura, malicia ciclista.

Y no sólo eso: otras veces, aunque no gane él, gana su sombra.

Cuando Philipsen levanta los brazos en San Remo, suele haber un trabajo previo, una estela marcada por Mathieu.

Así fue el año pasado.

Y en este 2025, mejor ni hablar: la Milán–San Remo fue la mejor carrera del año, y el neerlandés volvió a reinar con autoridad.

La historia se repitió en la París–Roubaix: Pogačar lo dio todo en el infierno del norte, pero el neerlandés volvió a ser el que manda cuando el terreno se rompe y la fuerza se mezcla con la locura.

Incluso en el Mundial de Glasgow 2023, el día en que Mathieu se vistió de arcoíris, quedó claro que cuando la carretera es ancha, nerviosa y explosiva, Pogačar no gobierna solo.

Eso sí, en Flandes el marcador favorece al esloveno: dos victorias a una. Pero los números no cuentan toda la historia.

Porque cada vez que Van der Poel está en forma, Pogačar sufre.

Y cada vez que no lo está, el ciclismo pierde uno de sus mejores espectáculos.

Por eso, con todos estos antecedentes, se entiende que es fundamental que Mathieu van der Poel llegue a tope la próxima primavera.

No solo para equilibrar la balanza, sino para que el ciclismo mantenga ese duelo que lo hace vibrar.

Porque si el neerlandés afina su forma y el esloveno sigue en su línea imperial, la primavera de 2026 promete ser una batalla de época, una de esas que se recuerdan cuando las piernas ya no dan, pero la épica sigue.

Porque, al final, si alguien puede detener al rey, ese sigue siendo Van der Poel.

Imagen: A.S.O./Pauline Ballet