Isabel Ibáñez

Lunes, 13 de octubre 2025, 22:48

«Gracias al Guggenheim podemos decir que vivimos en Nueva York. Entramos en una fantasía cuando traspasamos la puerta del edificio de Gehry». Fue una de las primeras frases surgidas al calor de la conversación planteada por el Ja! Festival entre Miren Arzalluz, directora del citado museo, y Miguel Zugaza, máximo responsable del Bellas Artes y quien pronunció esa máxima. Lo hizo al hilo de una pregunta lanzada por César Coca, director del Aula de Cultura de ELCORREO y moderador de la charla que tuvo lugar ayer en Bizkaia Aretoa EHU bajo el título ‘El museo que nunca duerme’.

Les planteaba Coca la relación de los museos que los dos dirigen con la ciudad estadounidense, a la que está dedicada esta edición del Ja!. Obvia en el caso del Guggenheim y longeva en el del Bellas Artes, pues la primera muestra del arte de Richard Serra en Bilbao la trajo este museo en 1983, informó Zugaza. Añadió que los tentáculos neoyorquinos se extienden gracias a «los migrantes, los artistas vascos que se fueron a Nueva York y que luego volvieron, a excepción de Sergio Prego, el último mohicano que se resiste a abandonar Brooklyn».

«¿Qué hace que Nueva York sea un polo de atracción de artistas?», preguntó Coca. Arzalluz apuntó que «estos fenómenos nunca surgen de la nada. Efectivamente, tras la Segunda Guerra Mundial se convierte en la potencia económica que es, pero no se trata solo de esto. Creo que hay una energía urbana, un clima de libertad, de experimentación que emerge en Nueva York, el papel de la crítica absolutamente fundamental, junto con el nacimiento del expresionismo abstracto, el capitalismo cultural de las galerías, los coleccionistas, los mecenas, toda esta concentración de factores que surgen en un momento continúan siendo muy característicos de la escena artística de Nueva York, que sigue siendo absolutamente vibrante».

Continuaron abordando la importancia de un museo como el MoMA, que ha encontrado «su nicho» en el arte contemporáneo, pero sin olvidar el acierto del MET, según el director del Bellas Artes, «el mejor museo del mundo», al haber concebido un espacio «donde entran todas las artes, donde no hay límites entre los tiempos, las procedencias o las formas del arte. Es una gran idea».

Hubo momento para analizar precisamente la presencia de los museos neoyorquinos en escenas de muchas de las películas que llegan de EE UU. Y no podía faltar la referencia a Woody Allen, que ambos directores coincidieron en citar. «Diane Keaton y WoodyAllen hablando de manera absurda mientras pasean por las salas del MoMA. Lo que vemos en el cine influye en nuestras conductas», dijo Zugaza. Y añadió Arzalluz: «Es verdad que las películas de Woody Allen son las que nos han transmitido Nueva York como un centro artístico e intelectual, un tanto neurótico, en el que las visitas a los museos, las conversaciones sobre arte y filosofía giran sobre sus relaciones, sus personajes. Y hemos interiorizado esa ciudad donde pasa todo eso, donde hay escritores, artistas, estudios, exposiciones donde se habla y discute. Hay pocos que hayan contribuido a ese mito que es Nueva York como centro del arte tan bien como WoodyAllen».

Vascos en NY

Llegó el turno de hablar de los artistas vascos que viajaron a Nueva York : «El primero fue Zuloaga –respondió Zugaza–, que tuvo un éxito extraordinario a principios del siglo XX, cuando había allí una pasión por lo español que ha decaído. Y luego hubo tres grandes movimientos: primero con Chillida, que hace exposiciones y termina formando parte de exposiciones del MoMA. Después, una peregrinación un poquito más jovial, entre ellos Juan Carlos Eguillor o Zumeta, y por último está la generación de Darío Urzay, Txomin Badiola, Jesús Mari Lazkano… y también más jóvenes, Ana Laura Aláez, Itziar Okariz…». A juicio de Zugaza, exceptuando a Zuloaga, «que regresó y no había cambiado en nada, en el resto ese viaje y en muchos casos estancia supuso un cambio radical en su arte».

Abordaron la irrupción de nuevos mercados del arte, el asiático, el árabe… aunque para Arzalluz esto «no significa el destronamiento de los clásicos centros europeos o americanos, sino que son movimientos que pueden contribuir a diversificar el mercado del arte. Hay desplazamientos y surgen nuevos mercados». Por su parte, Zugaza destacó cómo el MoMA se ha abierto a escenarios artísticos como el latinoamericano, «que no había atendido con la misma intensidad que a otros».

Quedó tiempo para analizar la huella de la administración Trump en los museos. Arzalluz: «Lo que está pasando es muy preocupante, no se trata solo de un recorte drástico de recursos, sino la pretensión de introducir censura en la actividad de esos museos, en la programación, la adquisición, en controlar absolutamente el contenido que se muestra en museos como los Smithsonian, incluso con amenazas veladas. Esto es ya una realidad».

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