La música y el doblaje abrieron la puerta del universo narrativo a Javier Portugués: «Hice mucho musical de dibujos animados, mucho Disney«. En 2017, cuando Penguin Random House decidió formar a los primeros directores de audiolibros en España, él estuvo entre ellos. «Las editoriales tenían un catálogo descomunal que podían explotar en audio», recuerda hoy este miembro de la primera hornada de profesionales que dieron forma a una nueva industria.

Explica el esfuerzo que implica cada título: «Producir un audiolibro implica actores, dirección, edición… pero siguen pareciendo caros». Para él, el reto va más allá de la técnica, se trata de transmitir lo que el escritor ha creado. Por eso defiende una ética del respeto absoluto al texto. «Si el autor dice que grita, se grita; si dice susurra, se susurra. Y aunque nadie sepa qué es musitar, si lo dice, se musita también».

Aunque al fenómeno del audiolibro parece discurrir en paralelo a la lectura, tiene una raíz antigua: escuchar historias siempre fue la forma original de leer. «Antes, lo normal era aprender las historias porque alguien las contaba en voz alta», dice Portugués, y recuerda también las radionovelas que oían nuestros abuelos.

Los datos lo confirman: el sector crece cada año y las editoriales han encontrado en el formato una vía para atraer a nuevos lectores. Para él, más allá de las cifras, el auge actual del audio –pódcast, narraciones, ficciones sonoras– no es una moda, sino una recuperación de esa tradición.

El reciente éxito de los Podcast Days 2025, donde se dieron cita las empresas que sostienen esta industria, confirma este momento brillante para la escucha cultural. Que inviten a profesionales como este narrador demuestra que el audiolibro ya no es un apéndice, sino parte esencial del presente editorial. «No hay que elegir entre leer o escuchar. Conviven, se apoyan», afirma. Lo dice alguien que, tras años de grabaciones, sigue hallando en la voz una forma de leer capaz de fascinar a cualquiera.