En solo seis años, la Escuela Superior de Música de Alto Rendimiento (Esmar) ha pasado de ser el primer conservatorio de música superior privado de la Comunitat Valenciana a un proyecto de «éxito» y «consolidado». Así lo define uno de sus impulsores —Alejandro Monzonís— y así lo atestigua también la trayectoria de algunos de los alumnos de sus primeras promociones: el pianista Marco Antonio Reyes se alzó con el segundo premio del Concurso Nacional Intercentros; el violinista David Ruiz del Canto ha sido seleccionado en la Joven Orquesta de la Unión Europea (EUYO); y la oboísta Meritxell Quilis es academista nada más y nada menos que la prestigiosa Scala de Milán. Y así lo ha considerado el jurado de los Premios Levante-EMV que premiará al proyecto en la categoría de Educación, patrocinado por la Universitat Politècnica de València (UPV), en la gala que se celebrará mañana en el Palacio de Congresos.

El centro, ubicado en el colegio Iale en l’Eliana, se ha consolidado sin renunciar a su esencia cien por cien valenciana; de hecho, un artículo publicado en este periódico en sus inicios lo calificó como la ‘Berklee a la valenciana’. «Se trata de una iniciativa privada de capital íntegramente valenciano y que apuesta por el talento valenciano entre su profesorado», explica Monzonís. El claustro cuenta con intérpretes de primer nivel tanto nacionales como internacionales, y, también, con solistas valencianos de prestigio. Entre otros, ejercen como profesores José Vicente Faubel, trombón en la Orquesta de la Comunitat Valenciana; Carmen Antequera, catedrática de violín en el Superior de Castellón; el fagotista Enrique Abargues, solista de la Orquesta Nacional de España; o la cantante Emilia Onrubia, quien ha dado recitales en auditorios de todo el mundo.

Formación excelente

En la actualidad, Esmar cuenta con más de 300 alumnos, quienes se forman como los músicos del futuro en sus grados en Enseñanzas Artística Superiores —Interpretación (bien sea canto, piano, instrumentos sinfónicos, música antigua, jazz y música moderna o guitarra clásica), Pedagogía, Producción y Gestión, Dirección y Composición Musical; hay también dos modalidades de dos o tres grados simultáneos (Interpretación, Pedagogía y Producción y Gestión o Interpretación y Producción y Gestión)—, en sus cuatro másteres de posgrado —Interpretación Musical Avanzada e Investigación Aplicada a la Práctica Musical, Dirección de Orquesta, Especialización en Técnica y Biomecánica Pianística y el de Interpretación y Didáctica de la Música Contemporánea para piano— y en sus diferentes programas de especialización y formación continua, con la posibilidad de tener experiencias de formación internacional con el Programa Erasmus+.

Uno de los pilares de la formación en Esmar en la inmersión en los escenarios para que el alumno los identifique «como su espacio natural», no solo individualmente, sino también en conjunto —el centro cuenta con una orquesta sinfónica y una banda sinfónica— que les prepara para formar parte de agrupaciones profesionales en el futuro. El curso anterior se cerró con seis de estos conciertos, preparados en encuentros inmersivos a semejanza del mundo profesional, en los que el alumnado contó con la dirección de batutas de prestigios como Pablo Marqués o Sergio Alapont; e interpretó algunas de las partituras más exigentes del repertorio como la Sinfonía n2 de Mahler, El Cascanueces de Chaikovski, Carmina Burana de Carl Orff o el Requiem de Wolfang Amadeus Mozart. Esta última partitura llevó a la orquesta a ofrecer un concierto en julio en el Palau de la Música Catalana junto con el reconocido Mozart Requiem Chorus of Japan. Dirigidos por Sergio Alapont, el concierto contó con la actuación de los cantantes japoneses Misaki Takahashi (soprano) y Joe Tsuchizaki (tenor y maestro del coro); y los valencianos Estíbaliz Ruiz (mezzosoprano) y Luis Martínez-Agudo (bajo-barítono).

La orquesta sinfónica de Esmar en uno de sus conciertos.

La orquesta sinfónica de Esmar en uno de sus conciertos. / Eva Ripoll

Esta actuación es solo un ejemplo de la proyección y la excelencia musical de la que pueden disfrutar los 300 alumnos de Esmar; un proyecto «de éxito» en solo seis años desde su creación.