Lo que parecía imposible, ayer sucedió. Parecía imposible que Gali y Ziv Berman, hermanos gemelos de 28 años, pudieran volver a abrazar a sus padres. También parecía imposible que Omri Miran, de 48 años, besara de nuevo a sus hijas.
Han pasado 738 … días y sus 738 noches desde que Gali, Ziv y Omri fueron secuestrados por la banda terrorista Hamás y llevados a la franja de Gaza. Junto a ellos, otras 248 personas se convirtieron de la noche a la mañana en unos rehenes que Hamás ha estado utilizando para presionar a Israel. Hasta ayer, cuando todos los rehenes vivos (20), volvieron a casa. Hamás se los entregó a la Cruz Roja, quien los llevó a tres hospitales para comenzar su recuperación. Lo que queda por saber es cuándo el grupo palestino entregará los cuerpos de los rehenes fallecidos. Al cierre de esta edición habían sido entregados cuatro, algo que comenzaba a enfadar a ministros israelíes y, sobre todo, a las familias.
«El anuncio de Hamás sobre el esperado regreso de cuatro cadáveres hoy es un incumplimiento de los compromisos», escribió el ministro de Defensa, Israel Katz, en su cuenta de X.
Sin embargo, las imágenes de ayer de los secuestrados volviendo a tocar suelo israelí, fueron las que llenaron de euforia y regocijo, no solo a sus familias, sino también a todo un país que esperaba la noticia.
Una vez reunidos con sus seres queridos, los rehenes vivos pasarán varias fases. La primera será estar ‘recluidos’ en tres hospitales de Israel. «La instrucción es de no hablar con nadie. Solo la familia más cercana ha podido visitarlos», asegura un miembro del Foro de las Familias de Rehenes y Desaparecidos.
En otras ocasiones de liberaciones similares, el Centro Médico Rabin en Petah Tikva, a media hora de Tel Aviv, ha sido uno de los centros que ha recibido a los secuestrados. Este centro ya cuenta con un equipo especializado para este tipo de casos. Ahí es por ejemplo, donde Matan Zangauker se reunió ayer con su madre Einav. «Ahora los ya ex rehenes van a estar en lugares muy custodiados», explica Richard Nachamn, responsable y coordinador de todo el procedimiento de identificación de los cuerpos y de la revisión forense de los rehenes vivos liberados.
Días de emoción y presión
La primera vez que hablamos con Nachamn, la labor principal en la que estaba inmerso era el reconocimiento de los cadáveres que Hamás había dejado en los kibutzs después del ataque del 7 de octubre. Un trabajo que les llevó varios meses debido a las atrocidades que el grupo había realizado a los cuerpos, sobre todo por el hecho de haberlos quemado. Ahora, parece que el fin de la pesadilla está más cerca cuando logren identificar los 28 cadáveres. «Este día y los que vienen son de extrema emoción y también mucha presión», asegura.
Su equipo: seis expertos en medicina forense, dos antropólogas forenses, seis especialistas en ADN de los cuales dos son especialistas en ADN de huesos, dos fotógrafos y cinco auxiliares técnicos forenses, se enfrentan al «trabajo de nuestras vidas».
«Hay dos asuntos: los rehenes entregados en vida y los cuerpos de los fallecidos que habrá que ver cuándo los traen y cuántos», explica Nachamn.
Equipos psicológicos
Los rehenes con vida, ya repartidos por los tres hospitales, tendrán que recibir un primer chequeo médico, el cual identifique todas las necesidades físicas: malnutrición y cualquier dolencia física. Después, el trabajo pasará a manos de los equipos psicológicos, quienes harán una primera aproximación de la salud mental de los rehenes. Todo lo que han visto, oído y sobre todo, sufrido en sus propias carnes «habrán hecho una profunda mella en su salud mental», asegura Guido Liberman, un psicoanalista que trabaja con el foro de rehenes.

Omri Miran, liberado tras más de dos años de cautivero, abraza a su esposa
Reuters
Hace apenas cuatro días, en un acto organizado por el foro, el profesor Hagai Levine, jefe del equipo de salud del grupo, aseguraba sobre los rehenes que «cuanto más tiempo (pasen) en cautiverio, más daño, psicológico y físico», sufrirían. Tras la última liberación de rehenes del cautiverio en febrero, «en los primeros días, la gente piensa que porque los rehenes caminan, porque hablan, tal vez la situación no es tan mala». Pero, continuó, «nos dimos cuenta con el tiempo de que existen lesiones internas como problemas renales, neurológicos y cardíacos que pueden agravarse, incluyendo un envejecimiento acelerado». Ahí es donde el trabajo de los equipos psicológicos es clave.
Una vez que hayan pasado por estos dos chequeos, entran en juego el equipo de Nachaman. Cuando se trata de este tipo de casos con secuestros de este tipo, es necesaria la intervención de los forenses. «El papel de la medicina forense aquí es tomar datos necesarios para catalogar los posibles crímenes de guerra o de lesa humanidad que pueda haber. El médico forense toma datos de todo el proceso de secuestro y se toman también fotos, si es que hay marcas de esas violaciones, para después certificar que ha habido torturas», explica Nichaman.
Identificación de cuerpos
Con los cadáveres el trabajo es mucho más complejo. «Seguramente los rehenes muertos llevarán sin vida desde el 7 de octubre y sus cuerpos no habrán sido preservados de forma digna, así que va a ser muy complicado ahora este trabajo de identificación», asegura el responsable. Toda esa labor se llevará a cabo en el Instituto de Estudios de Medicina de Israel. «No sabemos si algunos cuerpos han sido sepultados y si los sacan de la sepultura, si van a volver todas las partes del cuerpo de cada uno. Tampoco si contaremos con las dentaduras, fundamentales para la identificación».
Todo un reto para este equipo de forenses. Este reto se ha convertido en la angustia de las familias de los secuestrados fallecidos. «La alegría por la liberación de los vivos y de la vuelta de los cadáveres se mezcla con la angustia de ver a quién devuelven y cómo», apunta el psicoanalista. El final parece estar cerca, pero aún queda un largo camino para que puedan empezar a cerrarse las heridas que se abrieron ese 7 de octubre.