Domingo, 12 de octubre 2025, 11:46
| Actualizado 11:53h.
Salman Rushdie observa los estantes de la biblioteca del hotel Washington Irving, en el Paseo del Generalife de Granada. El lado oscuro de sus gafas, esa suerte de parche pirata y cristalino, refleja una preciosa edición de ‘Cuentos de la Alhambra’. «Es la tercera vez que vengo. Me alegra mucho estar aquí». La última vez fue hace 30 años, con el lanzamiento de ‘El último suspiro del moro’, un libro que le une desde entonces a la ciudad nazarí. «A diferencia de Boabdil, yo suspiro por escribir unos libros más. Lo cierto –resopla con media sonrisa– es que ya no me emociona tanto viajar. Creo que he visto suficiente. Cuando uno envejece, el tiempo que queda no es tanto, así que solo quiero aprovecharlo en cosas importantes. Y lo importante es escribir».
Rushdie viene de visitar las entrañas del Centro Federico García Lorca, un autor que lee con pasión, aunque no iguale al de su esposa, la poeta Eliza Griffiths. «Lorca es su favorito, para ella era importantísimo estar allí dentro y fue un momento precioso». Ambos han participado en la primera edición del Encuentro Internacional de Cultura Literaria de la Alhambra. «La Alhambra es un lugar mágico, un poema escrito en la piedra con voz femenina. Me gusta que la Alhambra sea una mujer».
En 1989, el ayatolá Jomeiní, líder de Irán, emitió una fetua que ordenaba ejecutar a Salman Rushdie por su libro ‘Los versos satánicos’. 33 años después, un tipo llamado Hadi Matar le apuñaló en el cuello, el ojo, el pecho, el hígado y un brazo. Casi lo mata. «Él está en la cárcel y yo en la Alhambra, parece que salí ganando», dice. En su primer libro, ‘Hijos de la medianoche’, un niño nace justo en el momento en que la India se independiza de Gran Bretaña. «Era –escribió Rushdie– un momento de una trascedencia universal, el principio de un nuevo mundo».

El reflejo de Rushdie, con un ejemplar de ‘Cuentos de la Alhambra’.
Ariel C. Rojas

–El 12 de agosto de 2022, al mediodía, sufrió un ataque. El 12 de agosto de 2022, a la misma hora, nació un niño con una historia fascinante, aunque no fuera medianoche. ¿Qué historia contará ese niño?
–Todavía tiene tres años, es muy joven para comprender el mundo… Pero, ¿sabes? Cuando escribí ‘Hijos de la medianoche’ el mundo parecía un lugar más divertido. Ahora vivimos tiempos oscuros… Antes de escribir ficción, estudié Historia. Y una de las cosas que aprendí es que las cosas cambian muy rápido, que el mundo no sigue un camino inevitable. Entonces, sí, vivimos un momento bastante oscuro, pero quizás las cosas cambien. Y quizá ese niño que inventaste escriba una historia sobre la transformación hacia una época mejor. Ojalá.
–¿Tiene miedo?
–No. Soy demasiado mayor para tener miedo.
–En ‘Cuchillo’, el libro en el que cuenta el ataque que sufrió, resuenan las palabras de ‘Los versos satánicos’: «Para renacer, primero hay que morir». ¿Se siente resucitado?
–Siento que tuve mucha suerte de no morir. Lo de ‘resurrección’ es demasiado cristiano para mí (ríe), y no me quiero poner en el papel de Jesucristo.
–Usted es ateo, pero su obra es muy espiritual.
–No suelo usar esa palabra, tampoco sabría cuál. Pero sí creo que hay algo en nosotros que no es solo del cuerpo. Sobre la resurrección, como dije en ‘Cuchillo’, cuando te dan una segunda oportunidad así la pregunta es ¿cómo la usas? ¿Vas a hacer algo diferente con tu vida? Y para mí fue seguir haciendo lo mismo, seguir escribiendo los libros para los que nací.
–¿Qué hay después de ‘Cuchillo’?
–Acabo de terminar un libro de ficción. Saldrá en España el año que viene y se titula ‘La undécima hora’. Tres cuentos largos, de setenta páginas cada una, y dos cuentos más cortos de unas 20 páginas. Es muy agradable volver a la ficción.
«Acabo de terminar un libro de ficción. Saldrá el año que viene y se titula ‘La undécima hora’»

‘Matar’ en hindi significa guisante.
Ariel C. Rojas



–Hadi Matar, su atacante… por cierto, Matar significa ‘matar’ en español.
–¡Sí! ¿Y sabes qué significa Matar en hindi? Guisante. Un guisante pequeño me intentó matar (ríe).
–Matar, decía, confesó que solo había leído un par de páginas de ‘Los versos satánicos’. Me parece que es una excelente definición de lo que sucede hoy: leemos un título, una línea y nos formamos una opinión de algo mucho más grande. Fake news.
–Exacto. Vivimos en la era de la ignorancia. Y hay gente que celebra su ignorancia, no sienten necesidad de tener conocimiento. El conocimiento, incluso, es un adversario. Quienes saben cosas son considerados elite, mientras que los multimillonario no lo son.
–Prohibir libros, censurar películas, silenciar voces…
–No sé en España, pero en Estados Unidos el problema es considerable. Se han prohibido unos 25.000 títulos en diferentes partes del país, y algunos son los mejores libros jamás escritos: ‘Beloved’ de Toni Morrison, ‘Hucleberry Finn’ de Mark Twain… Libros que tratan sobre un Estados Unidos y que la supremacía blanca no quiere valorar. Así se intentan reescribir la narrativa del país de una manera adecuada para la clase dominante.
–¿Qué sintió cuando asesinaron al activista Charlie Kirk?
–Sus ideas políticas eran muy diferentes de las mías, pero no apruebo ningún asesinato. Una de las cosas que me sorprendió de la persona que me atacó a mí es que no tenía antecedentes penales, igual que la que disparó a Kirk. Estamos en una época en la que personas que han sido pacíficas y respetuosas durante toda su vida, de repente deciden cometer el crimen más grave de todos: matar a otro ser humano. Una de las razones para escribir ‘Cuchillo’ fue intentar comprender esa mentalidad.

Salman Rushdie.
A. C. R.

–¿Qué opina del movimiento woke?
–No creo que exista tal movimiento. Lo que pasa es que a veces la izquierda es un poquito tonta y le da un gran énfasis a cosas que a la gente común no le importan. Como los baños, por ejemplo. Si intentas basar tu política en la separación de sexos de los baños… (ríe). Pero creo que el término ‘woke’ se usa como un ataque general a los valores liberales y no creo que tal cosa exista. Hay un esfuerzo muy decidido por extinguir la política liberal y reemplazarla con el autoritarismo. Y entre autoritarismo y liberalismo, no estoy del lado de los autoritarios.
–Gaza.
–Opino lo mismo que todo el mundo, que ha sido una barbarie que había que parar. Aparte de Netanyahu y sus compinches, creo que incluso en Israel hay un enorme porcentaje de la población que quería el cese de la guerra.
«Creo que nadie en la historia ha hecho campaña para ganar el Premio Nobel, menos Trump»
–Trump quería ganar el Nobel de la Paz.
–Solo Trump pensaba que podía ganar el Nobel de la Paz (ríe). Creo que nadie en la historia ha hecho campaña para ganar el Premio Nobel, menos Trump… No sé, no tengo ni idea de lo que pasa en los pasillo del comité del Premio Nobel de la Paz, pero sospecho que no les gusta que los presionen
–Su nombre, por cierto, es habitual en las apuestas al Nobel de Literatura.
––El mundo está lleno de escritores maravillosos que se marchan sin recibir el premio. Escritores como Italo Calvino, Milan Kundera… los escritores más importantes de mi vida no recibieron el premio. Es absurdo darle tanta importancia. .
–¿Sigue siendo profesor en la Universidad de Nueva York?
–Estoy en proceso de jubilarme. Cuando llegué, lo único que pedí es que no quería dar clase de escritura creativa.
–¿Por qué?
–Porque no creo que se pueda enseñar. Puedes ayudar a mejorar la técnica, pero creo que en literatura o tienes el don o no lo tienes. Lo que hace que los libros sean atractivos es que el escritor tenga una relación interesante con el lenguaje o una visión única del mundo, o ambas cosas. Eso no se puede enseñar.
–¿De qué da clase?
–Periodismo. Desde 1950 hay un auge de la no ficción que usa técnicas literarias para contar historias reales. Lo disfruto porque yo aprendo mucho de mis estudiantes, me muestran formas de pensar que no son las mías. Es un intercambio, que es lo que debería ser la educación.
–¿Tiene redes sociales?
–No me gustan. Borré la aplicación de lo que era Twitter, aunque mantengo el usuario para que nadie pueda usurpar mi nombre. Tengo Instagram, pero es completamente privado, solo para conocidos. Y Facebook, bueno, no creo que nadie mire Facebook ya…

Rushdie, durante la entrevista.
A. C. R.

–La influencer María Pombo dijo que leer no te hace mejor persona y se formó un lío estupendo.
–Tiene razón. Leer no te hace mejor persona. Sí te hace estar más informado y puede ser agradable, hermoso, desafiante. Puede hacerte pensar y entender mejor al otro, puede hacerte cambiar…
–¿Y eso no es ser mejor?
–Depende de lo que entiendas por ser mejor, por cambiar.
–La pandemia nos cambió para siempre.
–Creo que todos, en cierta medida, experimentamos un trauma universal. Sobre todo fue duro para los jóvenes, para los que tendrían que abrirse al mundo y de repente todo se cerró.
–Estos tiempos oscuros que decía, quizás empezaron ahí.
–Sí, muchos de los problemas de ahora se remontan a entonces. Ahí surgió toda esa gente que no aceptaba la verdad científica evidente de lo que estaba sucediendo.
«Si le damos el poder de crear a la IA, nos convertimos en sirvientesde la máquina»
–¿Para qué sirven las historias?
–Somos una especie con la narrativa en el ADN: nacemos, vivimos y morimos. Principio, nudo y desenlace. Está en nuestra naturaleza ver el mundo en formato narrativo porque nosotros mismos somos una narración. Todos somos historias.
–Si le damos a la inteligencia artificial el poder de contar historias, de usar la imaginación (escribir, pintar, dibujar…), ¿en qué nos convertimos?
–En irrelevantes. Si le damos el poder de crear a la IA, nos convertimos en sirvientes de la máquina, la IA se convierte en real y nosotros en algo secundario. En cualquier caso, intento fingir que la IA no existe. Es difícil, pero se puede. Es cuestión de sonreír un poco más (ríe).
–¿Nos falta humor?
–Creo que quizás esa sea la clave de todo, que el humor es el secreto de la vida. Además, está bastante claro que la gente de instinto autoritario lo que no soporta es el humor porque se toman muy en serio a sí mismos. Que se les trate con ligereza y con bromas, no lo soportan.
«La gente de instinto autoritario no soporta el humor porque se toman muy en serio a sí mismos»

Salman Rushdie dedica la novela ‘Los versos satánicos’.
A. C. R.

–¿Le han explicado lo que es la malafollá granaína? Es un humor agudo, satírico, muy directo, pero tierno de alguna manera. Así es Granada.
–Me gusta eso de la malafollá. Creo que, obviamente, debería mudarme a Granada (ríe). Mi esposa ya está planeando las próximas visitas, quiere pasar más tiempo en el archivo de García Lorca. Y aún nos falta mucho por aprender del poeta… Volveremos.
–La última. Imagine que cae de un avión, como los protagonistas de ‘Los versos satánicos’. ¿Qué le gustaría ver abajo? ¿Quién estaría a su lado?
–Primero, puestos a imaginar, digamos que puedo volar en lugar de simplemente caer. Y, si vuelo, mejor que no haya nadie a mi lado, por si no sabe. Volar sería divertido. Y debajo está el mundo, claro… Pero más que lo que veo, te voy a decir lo que no veo: fronteras. Esa es una idea hermosa.
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