Esta historia empieza con un beso y acaba con una carnicería. «Puede que la poesía no sea capaz de activar nada, pero una novela destruyó Hiroshima y sin Hiroshima yo no existo», escribe Richard Flanagan (Longford, Tasmania, 1961) en ‘La pregunta 7’ (Libros del Asteroide / Edicions del Periscopi), magistral híbrido de memoria familiar, historia atómica y ensayo de filosofía portátil que, resumiendo mucho, viene a documentar y conectar la reacción en cadena aparentemente aleatoria que se desencadenó cuando, decíamos, Rebecca West besó a H. G. Wells y éste, aterrorizado, escribió como respuesta ‘El mundo liberado’, novela que anticipó el apocalipsis atómico y de la que el físico Leó Szilárd sacó la idea de la reacción nuclear en cadena.
Sin Wells ni Szilárd, el comandante bombardero Thomas Ferebee no hubiese gritado «¡Bomba va!» el 6 de agosto de 1945 y el padre de Flanagan, prisionero en un campo de concentración japonés, no hubiese salvado la vida de puro milagro. «Solo existo gracias a ese terrible crimen contra la humanidad», insiste ahora el escritor, ganador del Booker en 2014 por ‘El camino estrecho al norte profundo’ y galardonado recientemente con el Ballie Gifford, uno de los premios de no ficción más prestigiosos del mundo anglosajón.
Cuando terminé el libro, se lo envié a mi editora y le pregunté si mostraba signos de colapso cognitivo. ¿Qué hizo ella? Echarse a reír»
Flanagan, que atiende desde su casa en Tasmania, arrastra un gripazo de impresión, pero sonríe al recordar el absurdo embrollo que le llevó a escribir ‘La pregunta 7’: en 2022, poco después de cumplir 60 años, salió de la consulta del médico con un diagnóstico de demencia precoz y 12 meses de plazo antes de perder la cabeza. «Tenía muchas cosas que decir y muy poco tiempo», recuerda al otro lado de la pantalla. Siempre había querido el escritor ajustar cuentas con una época en la que, asegura, «lo que nos hace plenamente humanos está desapareciendo», pero ahora la urgencia apremiaba. «Cuando lo terminé, se lo envié a mi editora y le pregunté si mostraba signos de colapso cognitivo, porque era un libro un tanto inusual. ¿Qué hizo ella? Echarse a reír», explica.
Lo mismo hizo poco después el neurólogo, ya que todo fue una enorme equivocación; un error garrafal en el informe inicial del radiólogo y una irónica carambola en esta cascada de azares y desdichas impulsada por la energía nuclear de la bomba atómica. «Al final no iba a perder la cabeza», suspira aliviado Flanagan, hijo accidental del uranio enriquecido y descendiente fortuito de aquel primer encuentro entre H. G. Wells y la periodista y escritora Rebecca West, de nombre real Cecily Isabel Fairfield. Ocurrió en 1912, cuando West despedazó en ‘The Freewoman’ una novela Wells y el autor de ‘La máquina del tiempo’ la invitó a comer con intención de desquitarse, encuentro eléctrico del que surgiría la profética ‘El mundo liberado’.
“La bomba atómica comienza con un beso frente a una estantería en una sala de estar inglesa eduardiana. Las vidas tienen estructuras poéticas y estamos atrapados en historias, algunas terribles y otras liberadoras”, reflexiona el australiano, quien contrapone el potencial destructivo de las bombas con la capacidad creativa del arte. “Hay un poema muy famoso de W.H. Auden que dice que la poesía no hace que suceda nada, y tan cierto como eso es que una novela destruyó Hiroshima y mató a 60.000 o 100.000 personas”, subraya.
De aquellos polvos, lamenta Flanagan, este fangal al que llamamos presente. «Todavía vivimos a la sombra de la bomba atómica: Nos comportaríamos de forma completamente diferente como comunidad global ante las crisis de Gaza y Ucrania si Israel y Rusia no tuvieran la bomba», asegura.
El genocidio de Tasmania
Lector apasionado de Chéjov, de quien toma prestado el título de ‘La pregunta 7’, no se considera Flanagan un entusiasta de la obra de Wells, aunque sí que reconoce el impacto que le supuso descubrir que ‘La guerra de los mundos’, «algo así como la novela madre de la ciencia ficción», estaba inspirada en el genocidio de los aborígenes de Tasmania. «Uno de los aspectos más brillantes del libro es que nadie puede entender la violencia de los marcianos. Es incomprensible para los ingleses. Simplemente son violentos. Es una gran crítica al imperialismo del siglo XIX», explica.
El hombre sobrevive gracias a su capacidad de olvidar»
La propia historia de su isla, el silencio que durante décadas ha engullido la salvaje colonización de la Tierra de Van Diemen, es otra de las patas de un libro con el que Flanagan conecta ese olvido histórico con la amnesia de los japoneses a los que visitó siguiendo las huellas de su padre en las minas de carbón de Ohama. «Era como si aquello no hubiera ocurrido, como si allí no hubieran dado palizas a nadie, matado a nadie ni obligado a nadie a quedarse desnudo sobre la nieve hasta morir de frío», escribe el australiano. «Fue algo que me ofendió profundamente, pero luego me di cuenta de que vivía en una sociedad que ofendía a sus propios habitantes originarios a diario con este tipo de disparates», reconoce. «El hombre sobrevive gracias a su capacidad de olvidar», concede, resignado.
El padre de Flanagan, superviviente de aquel infierno nipón, ya inspiró ‘El camino estrecho al norte profundo’ y reaparece ahora en ‘La pregunta 7’ como recordatorio de que «la memoria es un acto de creación tanto como de testimonio». Con el tiempo, asegura el escritor, su progenitor olvidó «el barro, la enfermedad y la violencia» y vivió lo suficiente «como para poder destilar su experiencia en una idea de amor». «Una vez incluso me dijo que tuvo mucha suerte en los campos, ya que solo tuvo que sufrir. Al principio no lo entendí, pero lo que quería decir es que ser soldado significa también infligir sufrimiento», explica.
Y todo, una vez más, gracias a (o por culpa de) Wells, West y aquel chispazo pasional que predijo la hecatombe nuclear décadas antes de que Robert Lewis, copiloto del Enola Gay, susurrase por el intercomunicador del bombardero su tristemente célebre «Dios mío, ¿qué hemos hecho?».
‘La pregunta 7’
Libros del Asteroide
Traducción de Catalina Martínez Muñoz
288 páginas
20,95 euros
‘La pregunta 7’
Edicions del Periscopi
Traducción de Míriam Cano
296 páginas
20,95 euros
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