Esta casa verde pasa de ser un cobertizo a un espectacular refugio en un lago.

La transformación de un antiguo cobertizo para barcos pequeños en un refugio sereno en el archipiélago oriental de Suecia comienza, cómo no, con el mar. “Me impresionó mucho la primera vez que visité el lugar”, recuerda la diseñadora Kajsa Melchior. “Llegas desde el bosque y, desde fuera, la casa parece tan sencilla y diminuta, pero cuando entras, lo único que ves es el mar”.

Todo empezó cuando un cliente de toda la vida contactó con Kajsa, desde Estocolmo, para que “viniera a echar un vistazo” al antiguo cobertizo para botes que había heredado de su abuela, recientemente fallecida. Construida antes de los años 20, la vivienda –que originalmente tenía unos 80 m2 y se amplió hasta aproximadamente 150 m2– se alzaba sobre un embarcadero. Pero no era, como su cliente había pensado, una “casa-barco super diminuta”. “Me sorprendió un poco”, admite Melchior. “Pensé que esto no era un cobertizo, sino una auténtica casa”.

sala con butacas blancos mesa de centro de madera paredes con paneles blancos.

En el salón, las sillas y el sofá vintage están acompañados por una mesa Amoeba de Paul T. Frankl para NO GA Project. Melchior trabajó con el estudio de arquitectura Glockgruppen y los contratistas de Bjurström Byggservice.

© Henrik LundellComo una buena melodía

Esta revelación, junto con la rápida comprensión de que su cliente usaría la casa mucho más allá del típico refugio de verano, influyó directamente en la visión de diseño de Kajsa Melchior. Pero fue, sobre todo, la calma del entorno –desde el paisaje sonoro hasta el mar– lo que marcó el carácter nítido y sereno del proyecto.

“En mi proceso creativo siempre recurro a la música; es como si estuvieras componiendo, con ciertos tonos que tienes que ordenar y colocar en su lugar”, explica Melchior. “Cuando estás en la naturaleza, comienzas a escuchar de verdad, y todo se vuelve muy tranquilo. El paisaje y su banda sonora natural se convirtieron en la inspiración principal”.