“Autocrítica. Es lo que hace falta. La gente se ha cansado de que la izquierda no resuelva los problemas del día a día”. Es la reflexión, como militante socialista y como ciudadano, de Guillermo Cortes, vecino de Elvas (20.750 habitantes), un municipio luso a apenas 20 kilómetros de la frontera con España. Trabaja como comerciante y habla desde el mostrador. El suyo es uno de esos míticos establecimientos de La Raya dedicados al textil del hogar. Funciona desde 1978.
Es domingo 12 de octubre y Portugal celebra sus elecciones autárquicas (similares a las municipales en España). La incertidumbre por saber cuánto apoyo se llevará la extrema derecha, el partido Chega (Basta), impregna la jornada electoral.
Cortes ha aprovechado que es puente en comunidades limítrofes como Extremadura para abrir la tienda. Numerosos turistas pasean por las calles empedradas bajo un intenso sol más propio de la primavera. Pero las ventas son mínimas. “En el último año hemos notado una ligera mejoría después del gran batacazo anterior, pero sigue siendo insuficiente”, asegura.
Volviendo a su análisis político, manifiesta: “En realidad la mayoría de los que apoyan a Chega no tienen una ideología ultra, pero sienten gran frustración porque su situación económica es cada vez peor y entonces se abrazan al discurso populista”. No obstante, ya desliza una clave: “El problema de la extrema derecha aquí es que no tienen organización ni estructura, y los candidatos carecen de liderazgo. Y ya sabe que en estas elecciones se vota más a la persona que al partido”.
Guillermo Cortes, militante del PS y comerciante en Elvas. / R.S.R.
El ejemplo
Situada en el Alentejo, tradicional feudo de la izquierda y cuna de la Revolución de los Claveles, la que acabó con la dictadura, Elvas se ha convertido en un claro ejemplo de cómo respira ahora la política en Portugal y cómo esta cita con las urnas ha dibujado el nuevo mapa de partidos.
La ultraderecha fue la fuerza más votada en Elvas en las elecciones generales, pero en las municipales no pudo con el conocido alcalde de 83 años
Sobre la mesa estaban los datos de los comicios generales del pasado mes de mayo. En este municipio la ultraderecha había logrado ser la fuerza más votada. El cabecilla nacional de Chega, André Ventura, sí goza de gran popularidad y arrastró votos.
Para las municipales, el hombre elegido por el partido, José Eurico Malhado, no ha sido el más acertado. Además, tenía como rival al conocido José António Rondão Almeida, que vuelve a ser alcalde a punto de cumplir 83 años.
Para describir al personaje basta citar que tanto el aparcamiento de la plaza principal de Elvas como el coliseo, el centro multiusos, el hogar de mayores o una avenida llevan su nombre.
Rondão Almeida pertenecía al PS (Partido Socialista) y fue presidente de la Cámara Municipal durante 20 años (de 1993 a 2013), lo máximo que permite la ley. Cumplido ese plazo dio un paso atrás dentro de su formación, pero las discrepancias no tardaron en aparecer y creó su propio partido: Movimiento Cívico Por Elvas (MCPE). Fue elegido de nuevo alcalde en las municipales de 2021; y sigue en el cargo.
Eso sí, esta vez con Chega como segunda fuerza pisándole los talones. Los ultras se quedaron con un 25,87% de las papeletas; MCPE ganó con un 32,98%. El tercer puesto fue para el PS, con un 23,71%; el cuarto para la coalición de centro-derecha, encabezada por el PSD, con un 11,76%.
El análisis previo
Días antes de la votación, el director del diario local Linhas de Elvas, el periodista João Alves, reflexionaba: “Es la primera vez en democracia que no tenemos ni idea de lo que va a pasar. El resultado es imprevisible”. Si bien también destacaba la importancia del carisma de los candidatos, ponía el foco en el fenómeno Chega: “Sus votantes son gente del campo que antes apoyaba al Partido Comunista. No son los dueños de las tierras, son los que las trabajan y ven que no hay futuro. Después están los jóvenes que no encuentran empleo y que no pueden acceder a una vivienda. Los sueldos bajos, la sanidad cada vez peor…”. Alves enumeraba problemas estructurales que existen de forma paralela en España.
Además, señalaba la cuestión de los colectivos vulnerables, entre ellos los gitanos, que representan el 3,5% de la población de Elvas. Chega los ha convertido en blanco de sus ataques junto a la población migrante, como ha hecho en campañas anteriores.
Se suma a la coctelera del voto protesta que en Elvas existe un palpable problema con el tráfico de drogas. “De manera que los ciudadanos viven por una parte enfadados con el sistema y, por otra, con cierto temor por la inseguridad”.
“Cuanta más pobreza haya en el municipio, sobre todo si es pequeño”, prosigue Alves, “más se cuela el mensaje de la extrema derecha”.
En este sentido, lo compara con Évora, capital del Alentejo (53.590 habitantes), donde sí tenía claro que para Chega sería más difícil: “Allí hay industria, hay universidad… hay más recursos”.
Una cámara de televisión en la plaza principal de Évora la mañana siguiente de la noche electoral. / R.S.R.
El poso de la izquierda
Évora es ese municipio donde, tras la revolución, arrancó la reforma agraria para redistribuir la tierra entre los campesinos. O lo que es lo mismo: el poso del voto de izquierda siempre ha sido importante.
Este domingo 12 de octubre los visitantes han llenado esta ciudad que destaca por su rico patrimonio y sufre la correspondiente invasión de apartamentos turísticos. Hay varios negocios abiertos, como la librería Nazareth, en la plaza principal, en la que atiende al público Paula Almeida. “Chega tiene el apoyo de la gente joven, es normal”, dice. Y saca argumentos ya mencionados: la falta de acceso a la vivienda, bajos salarios, precios altos… No obstante, en su discurso destaca igualmente el papel crucial de los candidatos locales.
Filipa Pinto, al frente de una tienda de ropa en Évora. / R.S.R.
Con ella coincide Filipa Pinto, encargada de una tienda de ropa en el centro. Dice que en Évora empiezan a surgir “problemas con la inmigración”. Y no duda en que “habrá mudanza” en el ayuntamiento. “No hay progreso”, se lamenta.
El candidato mejor valorado era el líder del PS (Partido Socialista), José Carlos das Dores Zorrinho, un profesor universitario que ha ostentado diversos cargos en la política nacional. Las previsiones se cumplieron y el PS le arrebató la alcaldía a la coalición formada por el Partido Comunista y Los Verdes (CDU), que se ha quedado como tercera fuerza. Eso sí, por delante de Chega.
En las elecciones generales del pasado mayo los votantes apoyaron sobre todo al PSD (el centro-derecha), que esta vez ha obtenido el segundo lugar, pero muy cerca de los socialistas. De hecho, el PS ha ganado por la mínima logrando el 29,83% de las papeletas; el PSD, el 29,26%. Los comunistas bajaron al 15,82% y la ultraderecha se quedó con el 13,94%.
Candidatos en todos los municipios
Para estas elecciones municipales, Chega ha presentado candidatura en los 308 ayuntamientos de Portugal, pero la noche electoral fue decepcionante para los ultras; aspiraban a unos resultados diez veces mejores. Aun así han logrado sus primeras alcaldías en el país: Albufeira, uno de los municipios más turísticos del Algarve; Entroncamento y São Vicente de Madeira.
En torno al 85% de los ayuntamientos se han repartido entre PSD y PS. El bipartidismo se ha reforzado
Lo cierto es que el país ha terminado de confirmar su giro hacia la derecha, puesto que el PSD ha triunfado en las grandes ciudades como Lisboa y Oporto. Pero los socialistas no han quedado esta vez por detrás de Chega y han recuperado terreno. De hecho, en torno al 85% de los ayuntamientos se han repartido entre PSD y PS. O dicho de otro modo: el bipartidismo se ha reforzado.
Por su parte, los comunistas han logrado más alcaldías que Chega, pero no más votos.
Titulares de la prensa en papel tras la noche electoral. / R.S.R.
Volviendo al Alentejo, los candidatos de ultraderecha no han convencido como pretendían. Hay grandes diferencias en el voto en comparación con las elecciones generales de mayo. En Beja, por ejemplo, Chega fue entonces el más votado y ahora ha caído al cuarto puesto. Eso sí, los electores le han dado el apoyo a la coalición de derechas.
Y en otros municipios más pequeños como Campomayor o Barrancos, donde triunfó el discurso de André Ventura en las generales, ahora han apoyado a los líderes socialista y comunista, respectivamente (Barrancos fue ese pueblo de La Raya que salvó en dos campos de refugiados a 1.500 extremeños que huyeron de las tropas franquistas).
No obstante, pese al freno al avance ultra, Chega ha conseguido concejales en diversas cámaras municipales, lo que significa presencia en el poder local para seguir lanzando discursos y creando debates.