El Trasmapi HC Eivissa ha encendido una llama que hacía tiempo no ardía con tanta fuerza. Su arranque en la División de Honor Plata ha devuelto la ilusión a una afición que sueña con ver a su equipo codearse con los grandes del balonmano español.

El artífice de esta metamorfosis es Geno Tilves, un entrenador que ha sabido dotar de identidad, carácter y ambición a un grupo que combina juventud, experiencia y talento. Su discurso es claro: trabajo, humildad y ambición. Y sus jugadores lo están llevando a la práctica con una intensidad que ha sorprendido a propios y extraños.

Una plantilla construida para competir sin complejos

El proyecto del Trasmapi no es fruto de la improvisación. La dirección deportiva ha trabajado este verano con visión para construir un equipo capaz de mirar de tú a tú a los gigantes de la categoría. Para ello, se reforzó con jugadores de peso, muchos de ellos con experiencia reciente en Liga ASOBAL, lo que ha elevado el nivel competitivo del grupo.

Desde el BM Granollers llegaron Marc Vega y Biel Valera, dos jugadores de gran proyección que aportan calidad técnica y un conocimiento privilegiado del juego . A ellos se suma Fer González, una cesión del BM Torrelavega que ha resultado ser un acierto total. Su capacidad para sostener el equipo en los momentos críticos y su liderazgo dentro del vestuario lo han convertido en una pieza clave en el esquema de Tilves.

Pero el mercado del Trasmapi aún tenía más sorpresas. La incorporación del argentino Santiago Cánepa, uno de los grandes artífices del ascenso del Caserío Ciudad Real a ASOBAL, fue toda una declaración de intenciones. Cánepa es sinónimo de carácter y gol, un jugador que contagia intensidad y que, con su experiencia, ha dado un salto de competitividad al conjunto ibicenco. Junto a él, Karlos Rubio, procedente del Horneo Alicante (otro recién ascendido a ASOBAL), ha aportado solidez defensiva y versatilidad en la primera línea. Completan la plantilla Marc Ferré y David Martínez, jugadores procedentes de Primera Nacional que encarnan el espíritu del equipo: trabajo, ilusión y compromiso.

Con estos mimbres, el Trasmapi no solo ha reforzado posiciones clave, sino que ha tejido una red de confianza y equilibrio que se refleja en la pista.

Un inicio de temporada con sabor a ambición

El debut liguero fue una auténtica exhibición. El Trasmapi viajó a Soria y regresó con una victoria contundente por 29-40, dejando claro que su ataque es uno de los más demoledores de la categoría. El balón circuló con fluidez, las transiciones fueron letales y la defensa mostró una intensidad digna de un aspirante.

La segunda jornada trajo la primera derrota, ante un Agustinos Alicante (28-33) que cuenta todos sus partidos por victorias y que, hasta el momento, lidera la tabla con autoridad. Sin embargo, aquella caída no sembró dudas: fue un punto de aprendizaje.

Y la respuesta no tardó en llegar. El conjunto de Tilves encadenó dos triunfos de enorme prestigio: primero, ante el Barça Atlètic (30-27), que llegaba invicto a Es Pratet; y después, un auténtico golpe sobre la mesa a domicilio frente al Sinfín Santander (29-36), uno de los grandes candidatos al ascenso. Dos victorias que demostraron que el equipo no solo tiene calidad, sino también carácter para competir en escenarios exigentes.

La última jornada, sin embargo, trajo un golpe amargo. Ante su público, los ibicencos dominaron durante gran parte del encuentro al BM Benidorm, recién descendido de ASOBAL, pero vieron cómo se les escapaba el triunfo en los últimos minutos (27-28) tras una remontada visitante. Fue una derrota dolorosa, sí, pero también un recordatorio de que este equipo tiene potencial para mirar a los ojos a cualquiera.

Con seis puntos en su casillero, el Trasmapi ocupa actualmente la cuarta posición en la clasificación, con un balance ofensivo que asusta: 161 goles a favor, solo tres menos que el líder en ese apartado, el Cisne.

Este fin de semana, el equipo viaja a Galicia para medirse al OAR Coruña, uno de los equipos revelación del campeonato, con cuatro victorias y una sola derrota. Será una prueba de madurez ante un rival en plena forma, pero el vestuario ibicenco llega con confianza y hambre. La llama está encendida. Y parece que nada ni nadie podrá apagarla.

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