La escritora Chimamanda Ngozi Adichie.

La escritora Chimamanda Ngozi Adichie. / Albert Bertran

No recuerdo cuándo fue la primera vez que decidí anotar los libros que iba leyendo, pero sí sé que fue el año pasado cuando se me ocurrió contar cuántas de mis lecturas estaban firmadas por mujeres y cuántas por hombres. En los últimos cuatro años -que se corresponden con las listas que conservo en mi teléfono actual- el resultado ha estado disputado: o ha habido empate o han ganado ellas.

Sin proponérmelo, he mantenido la paridad. Sé, sin embargo, que es imposible que este equilibrio haya existido en mi infancia o adolescencia. Relegadas a otras tareas o despreciadas por las temáticas que abordaban, las escritoras no eran mayoría, y a nuestras manos llegaba lo que establecía el canon.

He vuelto a pensar en cómo construimos nuestras bibliotecas ahora que Chimamanda Ngozi Adichie ha publicado nueva novela tras 12 años de silencio. En uno de los muchos artículos que se han escrito sobre ‘Unos cuantos sueños’ (Random House, 2025) se ha comparado su novela “con un ‘Guerra y Paz’ feminista”. La inmensa mayoría de las mujeres lectoras de mi generación o anteriores han leído a más hombres que mujeres. Seguramente también a Leon Tolstoi.

No me hace falta indagar en estudios sobre preferencias; el machismo ha ejercido una incidencia evidente en la actividad creativa y cultural de las mujeres y, por supuesto, en su proyección. Pero, a pesar de que con el tiempo todas hemos sido conscientes de que una parte de la literatura se nos hurtó, nunca se me ocurrió pensar que una obra tenía más o menos calidad porque los ojos que me mostraban el mundo fueran masculinos.

Intento de empequeñecerla

Me sorprende que, todavía hoy, a una novela centrada en las experiencias de cuatro mujeres, que habla de relaciones, embarazos, crisis de los 40, género, raza o fibromas, se le asigne el adjetivo de feminista como un intento de empequeñecerla. Primero, porque seguimos sin conocer lo que significa realmente la palabra feminismo (¿acaso solo podemos defender la igualdad las mujeres?). Y, segundo, porque me agota vivir en un mundo en el que absolutamente todo tiene una etiqueta, como si un autor o una autora solo fuera excepcional dentro de una comunidad determinada, como si la literatura se hubiera compartimentado hasta tal extremo que estuviera en riesgo su condición de universal. No quiero una literatura encasillada en la identidad, quiero literatura con capacidad de traspasar las diferencias y situarnos en otros cuerpos, en otras realidades.

No quiero una literatura encasillada en la identidad, quiero literatura con capacidad de traspasar las diferencias y situarnos en otros cuerpos

La autora nigeriana, cuestionada por el calificativo que se le atribuyó a su novela, reconoció que le interesaba la vida de las mujeres (quienes hemos leído ‘Medio sol amarillo’, ‘La flor púrpura’ o ‘Americanah’ lo sabemos bien) y dijo: “Los hombres necesitan leer más sobre la vida de las mujeres. Las mujeres leen libros de hombres y mujeres, pero ellos solo leen a los hombres, les falta ese conocimiento”.

Hay editoriales que hacen lo posible por que eso ocurra. Tránsito, que acaba de cumplir siete años, solo publica a mujeres. Su directora, Sol Salama, explicó sus motivaciones hace unos años en una entrevista: “Publico literatura que considero buena literatura, y publico solo a mujeres como gesto reivindicativo porque creo en una sociedad igualitaria que desgraciadamente no hemos alcanzado. Quiero contribuir, con mi grano de arena, ofreciendo la oportunidad de que más autoras puedan levantar la voz, es decir, publicar sus textos”.

Esta temporada, Tránsito ha publicado en su colección ‘Miniaturas’ al menos dos obras -y escribo al menos porque son las que he leído- que consiguen justo ese propósito: llevar a las librerías literatura de calidad firmada por mujeres. ‘Desplazar el silencio’, de Etel Adnan, y ‘Pequeño tratado sobre la amistad’, de Joana D’Alessio, nos invitan a pensar en cómo enfrentar la muerte, en el poder de la amistad para sostenernos cuando todo se derrumba, en el paso del tiempo, en los cuidados o en la asunción de la vejez. Como el epígrafe de la serie indica, son de tamaño reducido, pero no se me ocurren temas más universales ni razones para que estos títulos no puedan estar en cualquier lista de libros leídos.