El maestro y autor de ‘Enséñame a leer’, Pedro Valenzuela, considera que el aprendizaje de la lectoescritura en niños es «un proceso mágico» y que nunca hay que obligarles a leer porque es mejor disfrutar de cada logro según vaya madurando el cerebro de estos … pequeños escolares.

En un intento de asesorar a los padres sobre cómo fomentar este aprendizaje y el gusto por la lectura, recomienda seguir las siguientes pautas:

1. Cambia tus hábitos como adulto. Los adultos representan un modelo a seguir para los hijos y alumnos. Por eso, si quieres que ellos lean, sé tú un modelo a seguir. Deja el televisor y el móvil a un lado y comienza a crear hábitos lectores, dado que ellos harán lo que te vean hacer a ti.

2. Haz de tu hogar un lugar rico en libros. Da a los libros el protagonismo que merecen colocándolos en los principales lugares de tu casa: habitaciones, sala de estar, rincón de lectura… Cualquier lugar es bueno si en este hay presencia de libros.

3. Lee junto a tus hijos o alumnos. A los niños les encanta que los adultos leamos junto a ellos. De esta forma se fomentará el hábito de leer, y el niño aprenderá que a través de la lectura puede compartir momentos inolvidables con las personas a quien más quieren.

4. Libros accesibles a la altura del niño. Coloca los libros donde ellos puedan acceder de manera fácil y libre. Enséñales el respeto que debemos tener por los libros para cuidarlos y conservarlos, y deja que acudan a ellos cuando así lo deseen.

5. Selecciona los libros dependiendo de la edad. Existen ejemplares para todas las edades desde que son bebés. Por eso, haz la mejor selección de libros posible atendiendo a su edad para que sienta el placer de la lectura y que le hagan disfrutar a la vez que aprende con nosotros.

6. Entrena la conciencia fonológica. Trabajar la conciencia fonológica o conciencia fonética desde muy pequeños les ayudará en el inicio del desarrollo del lenguaje. Por ejemplo, con el típico juego del «Veo-Veo» de toda la vida, aprenderán el sonido por el que empieza o termina una palabra, así como los sonidos intermedios que la componen. Y recuerda siempre que hablamos del sonido, y no del nombre de las letras, pues la adquisición y el desarrollo del idioma se hacen a través de fonemas o sonidos.

7. Nunca obligues a un niño a leer ni a escribir. El aprendizaje de la lectoescritura depende de un proceso de maduración ce­rebral que es distinto en cada niño. Da igual que el amigo de tu hijo de su misma edad ya haya aprendido a leer. No te preocupes por ello. Hay un margen de maduración ce­rebral para este aprendizaje lector que va de los tres años y medio a los siete años. Así que es mejor que te preocu­pes de acompañar y sembrar durante este camino. De esta manera podrás ver cómo la lectura florece de una manera totalmente natural cuando el niño esté preparado para ello.

8. «Toca» los sonidos a través de las Letras de lija Montessori. Las Le­tras de lija son un material que la doctora María Montes­sori elaboró para una mejor adquisición del proceso lec­tor. Cuando los niños ya dominan la conciencia fonética, es el momento de invitarles a que «toquen los sonidos» con este material de papel de lija que representa y les per­mite tocar con sus manos las grafías o símbolos de lo que hasta ahora conocían únicamente como un sonido.

9. Visita bibliotecas. Las bibliotecas son lugares mágicos reple­tos de libros que llenan el alma de niños y adultos. Su organización, su armonía, sus olores particulares, su colo­cación…, hacen de las bibliotecas un lugar al que debemos acudir de manera regular con nuestros hi­jos, ofreciéndoles con ello una invitación a la lectura de una manera accesible para todos. Allí encontrarán una gran diversidad de manuales que les guiarán en el camino para conocer qué tipo de lectura les gusta más y ayudán­doles a convertirse en grandes lectores.

10. Comparte cada momento que puedas con ellos. Los niños se mueren de ganas por estar con nosotros, y qué mejor manera de soñar y aprender con ellos que compartiendo juntos la lectura.

Y los adolescentes, ¿qué?

Este maestro tampoco se olvida de los adolescentes, que, por lo general, pasan muchas horas haciendo ‘scrol’ en redes sociales visualizando vídeos y dejando de lado los libros. «En realidad, les entiendo perfectamente, y me identifico con ellos, aunque en épocas diferentes. No obstante, les diría que no se conformen con ello, y que intenten ver más allá. Al fin y al cabo, están enganchados a las redes sociales porque hay estamentos a los que les interesa que así sea. Aparcando la lectura consiguen que aquellos contra los que se revelan acaben ganando la partida, aunque no lo crean en este momento. Leer les dará acceso a la información, y será desde ahí desde donde puedan transformar el mundo que tanto critican y con el que tan incómodos se sienten. También creo que los adultos debemos hacer autocrítica en este sentido, pues poner «La Ilíada» como lectura obligatoria para adolescentes tampoco creo que sea la mejor manera de potenciar la lectura».

Reconoce que él no fue un alumno modélico. «De echo no me iba nada bien ni en la escuela ni en el instituto. Repetí tres veces, y recuerdo perfectamente rechazar todo lo relacionado con el aprendizaje. Si hubiera sido hoy en día, yo también estaría enganchado a las redes, seguramente como vía de escape a un modelo educativo desfasado que asfixia más que acompaña el desarrollo. Gracias a mi madre, quien confió en mí en todo momento alentándome a que continuara estudiando, hoy estoy aquí presentando mi segundo libro, con la carrera de Maestro finalizada, dos máster y acompañando a muchas familias y docentes a que despierten la pasión por la lectura en sus hijos y alumnos. Y todo ello lo he conseguido porque un día se cruzó un libro por mi camino».

Destaca que como sociedad necesitamos que los niños aprendan a leer para aprender leyendo, y esto es algo muy importante. «La única manera de combatir la ignorancia es facilitando el acceso a la información y siendo comprensivos con aquello que estamos leyendo. De ahí radica la importancia de este libro: por un lado ofrecer la ruta correcta para conocer cómo aprende el cerebro lector del niño para que todos los niños puedan alcanzar una base óptima y placentera del despertar de la lectura en las primeras edades; y, por otra, ofrecer recursos para que niños de Primaria y adolescentes puedan continuar desarrollando con éxito el desarrollo lector».