Las decisiones que han tomado en los últimos días La Laguna Tenerife, BAXI Manresa y Valencia Basket de jugar sus partidos contra equipos de Israel … a puerta cerrada responden a un premisa clara; la Ley del Deporte les señala como responsables de tomar la decisión. Basada, en los tres casos, por un contundente informe de la Policía Nacional, con aportaciones del CNI, sobre la seguridad de esos partidos. Pero, al final, la ley obliga a que sea el club el que tome la decisión. En el caso del Roig Arena, que vivirá este miércoles a partir de las 20:30 horas un partido contra el Hapoel Tel Aviv (que se podrá seguir a través de la radio en Intereconomía Valencia por el 107.1 FM), el Valencia Basket ha sido el único de los tres clubes que ha apurado para intentar abrir algún resquicio para la asistencia de sus 11.000 abonados. El informe policial, tal y como ha podido confirmar este periódico, multiplicaba por cinco el nivel de riesgo para los asistentes al partido y al desarrollo del mismo con respecto a los dos encuentros contra el mismo club del pasado abril en la semifinal de la Eurocup. Los motivos, por cuestiones de seguridad, no se pueden hacer públicos.

En un clima de tensión creado, conviene no confundir el árbol y el bosque, por la mera presencia del Hapoel Tel Aviv en territorio español, la actitud de la entidad israelí ha vuelto a tener tintes surrealistas y que han molestado a todos los organismos competentes en la mesa de seguridad que ha rodeado al encuentro. El Hapoel, como en todas las visitas que ha tenido en Valencia, se ha encontrado con un nivel máximo de seguridad en sus movimientos por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad, tanto nacionales como locales, y su presidente, Ofer Yannay, no dudó en criticar a través de su cuenta en X la decisión de jugar a puerta cerrada el encuentro: «Mala decisión de la policía española. ¡La afición del Valencia esperaba este partido! El Hapoel es un equipo especial para ver y, después del año pasado, ambos clubes tienen una gran rivalidad». Más allá de la provocación a la afición de Valencia, puesto que muchos de ellos de lo que se van a quedar con las ganas al no asistir es de mostrar su repulsa a la masacre de Israel en Palestina que el propio Yannay ha jaleado desde que comenzó, a nivel interno de la Policía Nacional hay un gran malestar con esas palabras. Tanto es así que se está estudiando elevar una queja formal al Hapoel por esas palabras.

Además, el club decidió saltarse el protocolo de seguridad montado este martes para el entrenamiento en la Fonteta. Con un sellado absoluto del pabellón, se negó el acceso incluso a los periodistas, operadores de cámara y fotógrafos para ejercer su derecho a la información, el dispositivo estaba montado para que el autobús entrara directamente por la puerta colindante a L’Alqueria, por donde entraban los camiones de las televisiones a la Fonteta, para que no hubiera opción de que los jugadores se cruzaran con nadie. «Quieren entrar andando», se escuchó a un miembro del operativo, segundos antes de que se abriera la puerta del autobús y bajaran los jugadores y cuerpo técnico del Hapoel andando por la acera de esa esquina, mientras los policías trataban de cerrar un pasillo ante la presencia de usuarios de L’Alqueria que entraban o salían del recinto.


Tres partidos con la Fonteta abierta en pleno conflicto con Israel atacando Palestina

Por su parte, un nutrido grupo de Penyas del Valencia Basket (Alzira Taronja, Temps Mort, El Triple, Forera, Bàsquet Granota, Víctor Claver, Pick & Roll, Pam Gran de Carlet, Tuitera, Nacho Rodilla y Bojan Dubljevic) expresaron este miércoles en un comunicado su descontento con la decisión de cerrar el Roig Arena para los aficionados: «Volem expresar públicament el nostre ferm compromís amb els drets humans, la justícia social i la pau. L’esport, i en especial el bàsquet, ha de ser una eina dùnió i solidaritat. Per això, defensem un esport amb valors, compromés amb la dignitat humana i la justícia global. Així mateix, volem mostrar la nostra disconformitat amb la decisió de jugar el próxim partit a porta tancada, una mesura que considerem injusta per a l’afició i perjudicial per a l’esperit de l’esport i de la competició. El bàsquet es viu amb la seua gent, amb la grada. Fer callar a les grades és apagar una part fonamental del joc i del seu sentit social. Pau, justícia i esport».