El escritor y profesor Diego Sánchez Aguilar regresó esta semana a su ciudad, tras pasar cinco años en Londres, para pronunciar el pregón inaugural … de la Feria del Libro de Cartagena, que se celebró este miércoles en la Plaza Juan XIII y que da el pistoletazo de salida a unos días intensos –hasta este domingo, 19 de octubre– de actividades relacionadas con la literatura.
Sánchez Aguilar comenzó su pregón haciendo referencia al lema elegido para la Feria del Libro de este año, que cumple 32 ediciones tras ser recuperada por la actual corporación municipal doce años después de estar en el ‘limbo’. «’¿Qué es leer para ti?’ me parece un lema muy acertado», dijo. «Puede parecer una pregunta ingenua, recuerda un poco a esas cuestiones que los profesores hacemos a nuestros alumnos para que escriban redacciones bienintencionadas. Pero, si nos la tomamos en serio, si nos preguntamos realmente qué es leer para nosotros, podemos llegar a aprender mucho del mundo en que vivimos, y de qué lugar ocupamos en él», aseguró. «Tan plural es el acto de leer, y tan pertinente es la pregunta, que un mismo lector puede responderla de forma distinta, según el momento en que lo haga».
Sánchez Aguilar, que acaba de publicar el libro ‘El órgano’ en la editorial Candaya, puso en marcha ayer su particular máquina del tiempo al recordar lo que fue leer para él «cuando era un niño que recorría estas calles de Cartagena. Mi madre me llevaba al médico. Y esas temibles visitas llenas de agujas, pinchazos, y repugnantes jarabes tenían una recompensa: cuando salíamos de la consulta, íbamos directos al quiosco, donde me había ganado el derecho a comprar un tebeo: un ‘Mortadelo’, un ‘Súper López’, un ‘Astérix’ que hacían que me olvidara inmediatamente del mal trago medicinal. Leer, para aquel niño de tebeos y clásicos juveniles de Bruguera fue, durante mucho tiempo, la aventura y la pura imaginación que se llenaba de hombres invisibles, de viajes a la luna, de doctores ‘Jekyll y Mister Hyde’, de libros en los que elegía mi propia aventura».
«Un libro no tiene publicidad, no quiere venderte nada. Nuestros datos, nuestra vida y nuestro tiempo son solo nuestros», recordó
«Para mucha gente –continuó–, como lo fue para ese niño, la lectura es un entretenimiento, una maravillosa forma de evasión de la dolorosa realidad. Pero, a los quince años, leer se convirtió para mí en algo diferente aquel día en que cayó en mis manos un libro titulado ‘El extranjero’, de un tal Albert Camus. Mientras recorría las páginas de esa novela, sentí algo que ninguna de mis lecturas anteriores me había ofrecido: escuché una voz que pronunciaba la verdad sobre el mundo y sobre mí mismo. La persona que había creado aquel libro decía cosas que yo tenía dentro de mí, aunque no sabía que estaban ahí hasta que las vi escritas en aquellas páginas; desarrollaba ideas que yo no terminaba de comprender pero que, de alguna forma ya estaba entendiendo. Abrían un territorio nuevo, pero no en aquel sentido de la aventura de mis lecturas anteriores; ya no eran una puerta a un universo maravilloso y lejano. Ahora se abrían regiones desconocidas dentro de mí, aquí mismo, en mi identidad y en el mismo mundo que habitaba que, de repente, se hizo más profundo, más oscuro, más complejo. Fue una revelación, ese libro. Y también un vértigo al darme cuenta de que la literatura me permitiría experimentar esas emociones tan intensas, tan reveladoras, tan profundas y enriquecedoras, una y otra vez. A partir de entonces leer, para mí, se convirtió en una vocación, y en algo parecido a una obsesión. Gracias a esos libros me di cuenta de que apenas sabía nada de la vida, y solo con su ayuda podría seguir aprendiendo a mirar el mundo».
«En contra de la lectura»
Sánchez Aguilar aseguró que «leer para mí es también, ahora mismo, un acto de resistencia. El mundo no quiere que leamos. Todo está diseñado contra la lectura. Aunque se hagan campañas institucionales, aunque los profesores obliguemos a leer a nuestros alumnos, la sociedad está organizada en contra de la lectura. Mientras uno lee, no está produciendo. El tiempo de la lectura no genera dinero, beneficios. Leer es una forma improductiva de perder el tiempo». En este sentido, el escritor cartagenero dijo que «ahora hay una forma productiva de perder el tiempo: las redes sociales y las plataformas de entretenimiento. Estas están diseñadas para la adicción, con estudiadas técnicas psicológicas similares a las que llevan a la ludopatía, para que pasemos el mayor tiempo posible en ellas, porque cada minuto que pasamos ahí estamos generando beneficios […] para dejarnos exangües, desalmados, en un estado de distracción y de indignación inducida por noticias falsas, por una avalancha de titulares sin texto, por miles de eslóganes vacíos que anulan cualquier atisbo de reflexión, de diálogo, de matices».
Por eso, subrayó, «leer es un acto de resistencia. Mientras leemos, todo eso queda fuera. Un libro no tiene publicidad, no quiere venderte nada. Nuestros datos, nuestra vida y nuestro tiempo son solo nuestros. No hay eslóganes gritones en un libro, no hay vídeos impactantes ni trucos miserables para captar nuestra atención y luego destruirla hasta convertirnos en seres incapaces para el pensamiento crítico y la reflexión, en adictos al ensimismamiento, a la indignación y la distracción. El espacio de la lectura es un territorio que hay que conquistar», reclamó.
«Hay que ganar esa batalla por el espacio sagrado de la lectura, por el lugar placentero y silencioso de la lectura donde se detienen todos esos gritos, y esa ansiedad infinita, y solo estamos nosotros, y esa voz silenciosa que recorre las palabras que alguien, más sabio que nosotros, se ha molestado en escribir», dijo.
Con palabras de elogio para el Mandarache y la librería La Montaña Mágica, Sánchez Aguilar aseguró que «no solo hay que ganar ese espacio íntimo. Luego hay que celebrarlo, hacerlo contagioso. Hay que llevarlo también a la calle, como hacemos aquí. Cartagena ha estado muchos años sin Feria del Libro, y es una alegría ver que las casetas llenas de libros vuelven a ocupar nuestras calles, y que los escritores y los lectores vuelven a tener un lugar donde encontrarse y dialogar». Ahora solo queda disfrutar y, por supuesto, leer.