Esta semana hemos conocido que la Unión Europea de Radiodifusión ha cancelado la votación sobre la expulsión de Israel de Eurovisión 2026, aprovechando el anunciado alto el fuego en Gaza para recular y volver a debatir entre sus miembros la continuidad de la KAN israelí, a priori sin opción a voto. Una decisión que se alinea con la permisividad que la UER lleva mostrando en los últimos años con la emisora del estado hebreo, y que no hace sino mermar todavía más la integridad del festival.
La UER cancela su votación sobre Israel en Eurovisión y vuelve al plan original para «debatir» su participación

La institución organizadora de Eurovisión tomará finalmente una decisión sobre la participación israelí el próximo mes de diciembre, en su Asamblea General ordinaria. Allí, según explican, tendrá lugar un “debate abierto” entre las televisiones públicas que concluirá con la determinación definitiva de si Israel estará o no en Viena 2026. Y es que “los recientes acontecimientos en Oriente Medio” han abierto para la UER otro escenario, uno en el que se vuelven a olvidar de los derechos humanos e incluso de sus propios estatutos para no ser firmes con una cadena y un país que, más allá del genocidio en Gaza (que también), han dado motivos de sobra para ser expulsados.
La idea de los organizadores, tal y como ya desveló verTele, es esperar al mes de diciembre para comprobar si ese alto el fuego se mantiene y es definitivo. En ese caso, el organismo espera que aquellos países que habían anunciado que se retirarían de Eurovisión si Israel participa -como España, Irlanda o Países Bajos– cambien de postura, haciendo innecesario el voto. Si el proceso de paz no avanzase, dicen, se volvería a retomar la idea de la votación.
Que el gobierno de Netanyahu y Hamás estén negociando -vía Trump- un acuerdo para frenar la masacre parece que invalida los más de 67.000 gazatíes (20.000 de ellos niños) que han sido asesinados en los pasados dos años de bombardeos, desplazamientos y hambre. Que se den pasos para poner fin a un genocidio, con nuevos ataques sobre la Franja mientras se negocia, obvia lo que durante dos ediciones Israel ha promocionado en un escaparate de millones de espectadores como es Eurovisión, adulterando la competición y blanqueando su inhumana ofensiva. Y todo, bajo la inoperancia de la UER.

La KAN ha incumplido los estatutos de la UER
Desde que el gobierno israelí intensificó la ofensiva sobre Palestina tras los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, fueron muchas las voces que pidieron a la UER su descalificación siguiendo el precedente marcado con Rusia, a cuyas televisiones expulsó en 2022 por la invasión de Ucrania. Esa opción fue descartada por los responsables de Eurovisión, alegando que no es un certamen de países, sino de emisoras públicas, y que la suya no incumplía los estatutos, como sí hacían las rusas RTR, Channel One y RDO. Sin embargo, esto es del todo cuestionable.
En sus bases públicas, la Unión Europea de Radiodifusión explica que sus objetivos son, entre muchos, desarrollar la diversidad cultural, el diálogo intercultural y los intercambios para promover la tolerancia y la solidaridad. También lo es reforzar la identidad de los pueblos, la cohesión social y la integración de todos los individuos, grupos y comunidades. No obstante, tal y como recopila la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina en un documento que en verTele ya analizamos en la previa de la edición de Basilea, existen más de un centenar de ejemplos de cómo la televisión pública israelí sí ha incumplido estos estatutos apoyando al ejército, haciendo apología de la limpieza étnica en Gaza y blanqueando y normalizando el genocidio.
En uno de los muchos documentos audiovisuales recogidos, una presentadora de la cadena firma y dedica un misil “a la gente de Gaza”. En otro vídeo, un profesor de informática entrevistado declara que sueña con judaizar Gaza y el sur del Líbano, incluso a costa de miles de muertes palestinas. Entre otros contenidos y reportajes recopilados en el listado, todos ellos emitidos en la KAN, se realiza apología de la limpieza étnica en Gaza, o se normaliza la matanza que se está llevando a cabo en la Franja por parte del ejército de Netanyahu. También se criminaliza a la sociedad gazatí en su conjunto, afirmando que han sido “educados en la barbarie y el asesinato”.
Esta es sólo una selección de ejemplos de los más de cien recopilados que contradicen el argumento vertebral que la UER ha defendido para mantener a la KAN y a Israel en Eurovisión durante dos años de barbarie. Un festival que siguen definiendo como “apolítico” en sus bases y que está permitiendo que una cadena utilizada como arma política haga uso del escenario eurovisivo como su altavoz.

Las reglas del festival prohíben su uso político con aviso de expulsión
Pero estos ejemplos no son los únicos que justificarían la expulsión de la KAN de Eurovisión, aun alejándonos de “lo político” y limitándonos únicamente al cumplimiento de las normas del festival. Y es que durante las ediciones en las que Israel se ha subido al escenario eurovisivo mientras perpetraba el genocidio, existen pruebas de que se ha saltado normas capitales en el desarrollo del certamen con la complicidad de los organizadores.
Las bases de Eurovisión son contundentes: tanto en el Deber de diligencia para delegaciones como en el Código de conducta, dos documentos oficiales que están a disposición de todos, la UER deja clara la prohibición de lanzar mensajes políticos tanto en la actuación como en todos los actos y situaciones relacionadas con el festival.
En el primero de estos archivos, en sus 34 páginas se incide hasta 21 veces en la concepción “apolítica” del certamen, así como en prohibiciones relacionadas con esta cuestión. Se manifiesta de manera cristalina que no están permitidas las “letras de carácter político”, ni tampoco cualquier manifestación. Esto incluye tanto el contenido de las canciones como “mensajes, discursos, gestos, elementos o comportamientos de carácter político, geopolítico o similar, incluyendo símbolos, eslóganes o mensajes que aborden directa o indirectamente cualquier causa política, geopolítica o similar, en vista del carácter apolítico del ESC”.

El documento obliga a los artistas y delegaciones a “abstenerse de hacer declaraciones políticas durante la participación para proteger la integridad del concurso, ayudar a evitar controversias y garantizar que la atención se centre en la música, preservando así la integridad del concurso”. Dicen, además, que “al hacer declaraciones políticas, el enfoque se desplaza de la música y la actuación a agendas políticas, lo que distancia a los participantes y al público. Esto puede dañar la reputación del ESC, generar tensiones diplomáticas y ejercer una presión innecesaria sobre los artistas”.
“No deben expresar públicamente opiniones políticas o de otro tipo que se opongan a los valores de la ESC o que puedan desprestigiar a la ESC o su funcionamiento. El incumplimiento de este requisito puede resultar en la descalificación”, zanjan las normas del festival. Del mismo modo, en el Código de conducta se reafirma el mismo discurso y se confirma que las sanciones conllevan la “expulsión inmediata del evento y la retirada de la acreditación”.
Las veces que Israel ha violado las normas de Eurovisión en dos años
Con estas normas plasmadas con claridad, basta un repaso a la conducta de la KAN israelí y sus representantes en los dos últimos años para afirmar rotundamente que ya deberían haber sido expulsados de Eurovisión independientemente de cualquier supuesto acuerdo de paz.
Empezando por la prohibición de realizar manifestaciones políticas en las letras, lo cierto es que las dos últimas canciones de Israel en Eurovisión –Hurricane de Eden Golan en 2024 y New day will rise de Yuval Raphael en 2025- han levantado polémica por su contenido. La primera tuvo que acometer cambios -incluido su título original October Rain– por sus manifestaciones explícitas sobre los ataques de Hamás en octubre de 2023. La segunda pasó el ‘filtro’ de la UER a pesar de sus referencias sobre el conflicto en Gaza, y de estar promocionada por cantarla precisamente una superviviente de aquel ataque de Hamás.
Tras presentar los temas sobre el escenario eurovisivo, ambas representantes de Israel actuaron en distintos actos relacionados con la liberación de los rehenes de Hamás, confirmando las reivindicaciones políticas de sus canciones.
De hecho, tanto Eden Golan como Yuval Raphael fueron felicitadas por Benjamín Netanyahu por completar sus “misiones” internacionales. El primer ministro agradeció con “honor y orgullo” a la abanderada en Basilea por “elevar la imagen de Israel entre las naciones” al quedar en segunda posición tras sobrevivir a los ataques de Hamás.
Las dos cantantes, además, realizaron declaraciones públicas en la misma línea al volver a Israel tras sus participaciones en el certamen europeo: “Dimos voz al mensaje de que debemos traerlos de vuelta a casa ya”, dijo Golan sobre los rehenes a los que dedicó su actuación en Eurovisión. Raphael, por su parte, dio las gracias por tener “el privilegio de ser su voz, por confiar en mí para transmitir nuestro mensaje”. Confirmaron, de este modo, las reivindicaciones políticas de sus números eurovisivos.

Pero la violación de Israel de las normas de Eurovisión no solo está relacionada con las canciones, sino también con el comportamiento de la delegación de la KAN y con los comentarios en las retransmisiones de las galas.
Documentos internos de la UER destapados por verTele hace unos meses ya desvelaron que los organizadores de Eurovisión enviaron un “aviso de advertencia” a la televisión israelí por su comportamiento durante la edición de Malmö 2024. El mismo día de la final, la Unión mandó un documento a la KAN, firmado por Bakel Walden, Presidente del Grupo de Referencia del festival; y Martin Österdahl, Supervisor Ejecutivo de Eurovisión, debido a “ciertos incumplimientos de las reglas por parte de miembros de la delegación”.
En el escrito se referían a dos circunstancias concretas: “el comportamiento intrusivo, ofensivo y provocador hacia otras delegaciones” que fue denunciado in situ; y los “comentarios discriminatorios hacia actuaciones de ciertos países” que los comentaristas de la cadena realizaron sobre Irlanda. “Notificamos formalmente a KAN que debe respetar las reglas aplicables al festival de Eurovisión, las cuales están destinadas a proteger el correcto desarrollo del festival y su integridad”, zanjó su carta de advertencia.
Tiempo después del festival se supo que al menos 16 delegaciones habían presentado quejas por la actitud de la comitiva de Israel, lo que se sumó a que prensa israelí llegase a acosar a periodistas españoles. También trascendió que hasta seis países amenazaron con abandonar a media hora del inicio de la final, como clímax de un ambiente irrespirable creado por la delegación, mientras su estado masacraba a la población palestina en Gaza. Un problema que acabó llevando a la UER a la mayor crisis de su historia, por la que el organismo abrió una investigación y redactó una hoja de ruta para la siguiente edición que, a efectos prácticos, no cambió nada.
A todo esto hay que sumar la evidente manipulación del televoto de Eurovisión en dos ediciones consecutivas, fruto de una campaña del gobierno de Israel. Como ya analizamos al detalle, y como han admitido fuentes del propio gobierno israelí, han realizado inversiones económicas para fomentar el voto a sus representantes al menos en los dos últimos años.
Pese a que el mencionado Código de conducta prohíbe que los gobiernos traten de influenciar directamente en el voto de Eurovisión, el de Israel ha presumido de sus campañas de financiación que han adulterado los resultados tanto en Malmö 2024 como en Basilea 2025, donde Austria evitó in extemis la victoria de Yuval Raphael.

En definitiva, queda evidenciado que Israel utiliza Eurovisión como escaparate mundial de su propaganda, con la permisividad de unos organizadores que ni durante la masacre han dado un paso en firme para impedirlo, ni parece que vayan a hacerlo ahora. Cambios de Ejecutivos mediante, y con una marca israelí como Moroccanoil que va a continuar como patrocinador principal del gran evento, la UER no hace más que eludir responsabilidades para intentar salir airosa de una situación que mancha su imagen de manera permanente. Todo, en medio de un clima de presiones de la TV organizadora, la austriaca ORF, y de otras emisoras como la alemana que están a favor de la participación israelí.
Con el anuncio de alto el fuego, la Unión tratará ahora de esquivar su gran crisis y de convencer a las emisoras de que el contexto actual borra estos dos años. De hecho, en su comunicado oficial, RTVE pareció dejar implícito un condicionante afirmando que “España no participará en la próxima edición de Eurovisión en Viena si Israel continúa en el festival de música mientras persista la masacre en Gaza”. Por el bien del festival, y de nuestra televisión pública, la promesa de paz no debería invalidar los argumentos por los que la KAN israelí no puede seguir utilizando Eurovisión como su instrumento político.
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