Recorrer Europa con ambición no es tarea fácil, pero el Barça lo hace con paso firme y decidido. Cada partido de Champions es una prueba de carácter y talento, y la visita al Stadio Tre Fontane se presentaba como un desafío clave para mantener el liderato en una competición donde cada gol y cada punto cuentan más que nunca. La ciudad, la afición local y la historia del club italiano imponían respeto, pero el equipo blaugrana llegó con concentración, inteligencia y paciencia, consciente de que su estilo de juego y su constancia son las armas más fiables frente a cualquier rival, también sin Pajor. La victoria debía construirse desde el control y la disciplina.
El partido comenzó con la intensidad habitual del Barça, que se tomó muy en serio el desafío sin confiarse ni con el 7-1 al Bayern ni con el 2-6 del Madrid a la Roma la semana pasada en el Di Stéfano. Apenas dos minutos bastaron para que Brugts abriera el marcador, un aviso de que la insistencia del equipo podía convertirse en eficacia inmediata. La Roma, que había reducido las dimensiones del campo, se mostraba combativa y esperaba sorprender con algún contragolpe, pero sus aproximaciones eran mínimas y siempre controladas por Cata Coll, que atajó un mano a mano de Haavi, y la defensa. A lo largo de la primera mitad, el Barça generó varias ocasiones claras: Salma tuvo una sola que Baldi resolvió con gran intervención y Patri lo intentó desde su zona habitual. La superioridad técnica y táctica de las blaugrana era evidente, aunque la Roma logró llegar vivo al descanso gracias a su orden defensivo.
Inició la segunda parte con el Barça buscando abrir el partido con claridad y paciencia y Alexia falló un penalti que hubiese sido el segundo. No le salió bien el Panenka. Tras un susto de Pilgrim, reaccionó el Barça con espacios. Kika aprovechó un centro de Salma tras un pase milimétrico de Alexia para marcar el segundo desde la frontal, rompiendo la resistencia italiana en el minuto 58. Poco después, Alexia tuvo la oportunidad de redimirse desde los once metros tras otro penalti provocado por Heatley. Esta vez lo lanzó con un disparo imparable, sentenciando prácticamente el encuentro. La Roma, desbordada y sin recursos claros para crear peligro, se limitaba a contener los ataques de un Barça que dominaba todas las fases del juego con paciencia, a pesar de no estar especialmente preciso.
No se detuvo el Barça tras asegurar la victoria. Las ocasiones siguieron llegando, con un disparo de Pina que rozó la escuadra y un centro de Mapi que obligó a Baldi a estirarse al máximo. Finalmente, Graham cerró el marcador con un cuarto gol tras una perfecta conducción de Aitana y un centro medido de Pina, que solo requirió de un empujón de la noruega para convertirse en gol. El conjunto de Pere Romeu mostró un fútbol trabajado: presión alta, control del balón y eficacia en las áreas, dejando claro que este Barça es un rival temible incluso sin algunas de sus figuras más habituales.
Apuntando ya hacia la final de Oslo, la goleada refuerza no solo el liderato en Champions, sino también la confianza de un equipo que combina experiencia, juventud y adaptabilidad. El 0-4 es un mensaje claro: este Barça sabe cómo construir victorias con paciencia, insistencia y control absoluto, preparado para cualquier reto que Europa les depare en el camino hacia el título