Hace más de veinte años, Raquel Morillas se hizo conocida en toda España por su paso por ‘Gran Hermano 3’, el programa que convirtió en celebridades a varios de sus participantes. Aquel año compartió convivencia con Kiko Hernández, Patricia Ledesma y Javito, el ganador de la edición. No logró llegar hasta el final, pero su carácter y su historia personal la situaron en el centro de la atención mediática durante meses.
Hoy, el escenario de su vida es muy distinto. Vive en Santa Pola, trabaja en la ONCE vendiendo cupones en la zona de Gran Alacant y lleva una rutina tranquila, lejos de los platós que un día la lanzaron a la fama.
Un accidente que lo cambió todo
El giro en la vida de Raquel llegó en 2003, apenas un año después de su paso por el reality. Viajaba junto a su entonces pareja, Noemí Ungría, cuando sufrieron un grave accidente de tráfico en la provincia de Barcelona. El coche en el que iban se salió de la carretera y dio varias vueltas de campana. Aunque ambas sobrevivieron, Raquel resultó gravemente herida y tuvo que ser intervenida en numerosas ocasiones.
Como consecuencia del siniestro, perdió la visión y la audición del lado izquierdo y tiene reconocida una discapacidad del 41 %. Ella misma ha contado que aquel momento supuso un punto de inflexión: “Tuve que aprender a vivir con un cuerpo distinto, pero no a dejar de vivir”, explicaba años después.
Una segunda oportunidad en Alicante
Desde 2019, Raquel forma parte de la plantilla de la ONCE. Cada mañana, a pie de calle, reparte suerte y conversación entre los vecinos y turistas que visitan Gran Alacant. “Hay días de sol, viento o lluvia, pero me gusta lo que hago y el trato con la gente”, ha dicho en más de una ocasión. Muchos de los clientes que la saludan no recuerdan su paso por televisión, pero sí reconocen su cercanía.
Lejos del ruido mediático, Raquel ha encontrado en su trabajo una rutina estable y un entorno que le ha devuelto la normalidad.
Aceptar, superar y seguir adelante
Tras el accidente, llegó una etapa complicada. La recuperación fue larga y estuvo marcada por problemas de salud y episodios de ansiedad. Con el tiempo, buscó ayuda profesional y logró estabilizar su vida personal. En 2020 se casó con Noah Soriano, profesora de pilates, con quien comparte vivienda en Santa Pola. “Ahora me siento en paz. Tengo un trabajo, una pareja estable y una vida tranquila. No necesito nada más”, declaró en una entrevista televisiva.
Raquel reconoce que aún conserva cicatrices físicas y emocionales, pero habla de ellas con naturalidad y sin dramatismo. Su historia es la de una mujer que convirtió la adversidad en aprendizaje y reconstruyó su futuro desde cero.
De la televisión al trato directo con la gente
Aunque sus seguidores más nostálgicos siguen recordando a la Raquel espontánea y polémica de ‘GH3’, ella prefiere el anonimato amable de su día a día. El cambio de los platós por las calles de Santa Pola no ha sido un paso atrás, sino una elección consciente hacia una vida más sencilla.
Cada vez que alguien se le acerca para comprar un cupón o simplemente para charlar, Raquel lo hace con una sonrisa. Y quizá en eso, en el gesto cotidiano y no en la fama, esté hoy su verdadera historia de éxito.
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