Mala Rodríguez está de celebración. Lujo Ibérico, su primer disco, cumple 25 años y es por ello que ha querido homenajearlo por todo lo alto con una gira que cruza el charco y que este jueves tendrá su paso por el Teatro Eslava de la mano de Ochoymedioclub, quien también conmemora sus dos décadas y media de vida. «A la gente le encantan los cumpleaños, así que han dicho, vamos a celebrarlo juntos. Justo cumplo en octubre los 25 de Lujo Ibérico y fue como, ‘vale, pues vamos a hacer algo especial’. Además, en Madrid no lo habíamos hecho nunca y para mí también significa importante porque esta ciudad me ha ayudado en mi carrera; me vine de muy pequeña y me ha dado muchas alegrías. Creo que va a ser un show muy especial», apunta la artista gaditana para las cámaras de 20minutos, a quien hemos recibido en nuestro plató.
El proyecto de hacer una serie de conciertos para homenajear sus primeras andaduras en la industria significa para ella «una oportunidad de volver a saborear todo lo que fue ese momento». Reencontrarse con este álbum es también para Mala una manera de verlo «desde otra perspectiva», algo que podría llegar a cambiar el significado de sus canciones, pero que, según comenta, no ha sido así: «Algunas que no tenía ni idea de que significaban ahora las entiendo. A veces solo estás vomitando, escribiendo, y con el tiempo comprendes de dónde vienen, por qué te nació hacer eso».
«En España hay muchas cosas que son un lujo, como las playas, la gente tomándose una cerveza después de trabajar, la familia cuando se junta los fines de semana…»
Hablando del significado que puede tener el propio concepto de ‘lujo ibérico’ Mala afirma que «vivir en España es un lujo». «He tenido la oportunidad de vivir fuera y aquí se está muy bien. Hay muchas cosas que son un lujo, como las playas, la gente tomándose una cerveza después de trabajar, la familia cuando se junta los fines de semana… La vida es diferente que en Inglaterra y eso significa que tienes más contacto contigo, que no solo vives para trabajar», reconoce. Por ello, considera que volver a casa es fundamental, «como darle a la pausa». Sevilla y Cádiz son sus hogares y en ellos «el tiempo se congela», por lo que» aprovecha para relajarse y dejarse mimar. «Creo que a todo el mundo le pasa cuando está donde se ha criado, a su tierra. Es como tiene todas las cositas cogidas y se sabe pillar el doble tempo a la vida».
Ligado con la tradición y sus raíces, la cantante ha optado por llevar una mantilla como estética del tour, un complemento que hasta incluso considera de reivindicativo en la sociedad. «Es algo muy sevillano y tiene mucha historia. Es muy revolucionario porque solo la llevaban las mujeres de la corte y luego las empezaron a llevar todas. Lo he visto desde pequeña y me parece superelegante. Es un símbolo que se ha hecho popular y que está relacionado con la feminidad de la mujer andaluza«.
En su Lujo Ibérico Vivo está acompañada por una orquesta sinfónica; en el caso del concierto de Madrid será la Alma Mahler. El motivo de esta decisión fue que Mala quería que hacer «la fiesta más grande» de su trayectoria. «Estábamos en enero tratando de ponerle forma y era como ‘madre mía, cómo va a salir esto’ y salió maravilloso. Creo que todo tiene que ver con que se enriquezca, es decir, que de la canción original y de la orquesta se coja lo mejor de cada uno».
Es una intérprete que apuesta por el sonido en directo, pero que no quita méritos al autotune o a las ediciones digitales: «Creo que se puede usar como un instrumento más para tu voz y no es nuevo. En lo urbano es un básico y queda chulo». Asimismo, aplaude a esos artistas jóvenes que están apostando por lo folclórico y tradicional: «Existe una nostalgia por lo puro y esto está llevando a buscar en el baúl de la abuela; me parece muy bonito. La música una carrera muy dura y poder contar con músicos que hagan unos arreglos bien montados para que funcione es un milagro», reflexiona.
«El autotune se puede usar como un instrumento más para la voz, en lo urbano es un básico y queda chulo»
Con este tour va a estar recorriendo diferentes salas de España y de Latinoamérica. En una época donde llenar estadios y recintos de grandes dimensiones está a la orden del día, la gaditana disfruta más de los espacios pequeños, ya que siempre van a conservar su esencia y la experiencia que ofrece en relación a la cercanía con el público no es comparable. «He estado viendo a Blackpink en Barcelona y sí, es guay, pero prefiero una sala. El ver a tu artista y tenerlo a dos metros, es que te da igual quien sea. Además, es como una comunión con el público; en el estadio todo el mundo está desbaratado y la sala es algo muy caluroso, íntimo y bonito», explica.
Pionera de las mujeres dentro del rap y el género urbano español, Mala considera que en el panorama actual «no hay límites». «Cuando empecé, se reían de mí, pero es normal. Cuando vas a hacer algo que nadie se espera, la mayoría de la gente no cree en ti. Pero es que no puedes pensar eso, tienes que confiar en ti misma. Ahora es guay, las chicas hablan de lo que quieren y se expresan como quieren. Antes se te tachaba de loca y ahora es, ‘sí, estoy loca’. Hagas lo que hagas, te van a poner de vuelta y media, pero me parece que ellas están plantándole cara a todo eso sin ningún tipo de miedo y eso me gusta». La gaditana piensa que la nueva oleada es «muy valiente» y que hay mucho «chico llorón» al ver que ellas progresan.
Si tuviera que colaborar con alguna, tiene varias candidatas: «Me gusta mucho Lorna, me parece una tía de verdad y que realmente está usando la música para encontrarse porque se la ve muy tierna y a la vez muy inteligente. Las amo todas: la Zowi, Albany, Metrika, Santa Salut…».
Y, ¿qué hace una artista como Mala para reinventarse después de tantos años haciendo música? Respuesta fácil: gastarse el dinero. «Me lo gasto todo, así tengo que empezar de nuevo y no me dan aires de grandeza. Tengo dos agujeros en las manos como Jesucristo, así soy yo. Me encanta mudarme, hacer cosas locas, soy una persona que no puedo estar mucho tiempo quieta: quiero todo el rato cambio de planes. Me gusta que la vida me rete, y si no me reta ella, la reto yo«, asegura.
«Soy una persona que no puedo estar mucho tiempo quieta: quiero todo el rato cambio de planes»
A sus espaldas acumula siete discos de estudio, colaboraciones desde SFDK, Kase-O o Calle 13 a Julieta Venegas, Lola Índigo y Beatriz Luengo, y fue situada en el puesto número siete en la lista de los ’50 grandes raperos en la historia del rap en español’, de la revista estadounidense Rolling Stone en 2023. Su último trabajo de estudio fue Un mundo raro (2024), un nombre que aplica a la vida misma. «Un artista debe ser fiel a lo que vive y respira. Este álbum necesitaba hacerlo porque estaba sintiendo que el mundo está muy raro. Ya no sabes lo que es verdad y lo que es mentira. Los valores básicos están completamente de capa caída, está bien ser malo. No todo el mundo necesita una armadura para salir a la calle, pero hay gente que es muy sensible y le duele y sí la necesita. Es un disco bastante íntimo en el que hay una historia de transformación porque realmente estamos viviendo tiempos difíciles», matiza.
Por ello, si tiene que hablar u opinar sobre los temas de actualidad, no siente presión, ya que lo hace «desde el corazón» y mostrando quien es. «Si por algo se caracteriza la Mala es porque dice lo que piensa y es espontánea. A estas alturas no voy a cambiar, no quiero aprender a no ser espontánea y a no decir lo que pienso. Tampoco es que me parezca bien la gente que va diciendo todo el día lo que piensa, pero sí creo oportuno que es necesario, no tengo por qué callarme».
«Me encanta mi nombre artístico porque realmente me representa. Para muchas personas, he hecho cosas que eran de mala mujer, y que, sin embargo, para mí no lo son»
Y aunque el nombre de Mala guarde esa connotación negativa, en ella hay mucha bondad. «Estamos en el mundo al revés, por eso soy la Mala, porque cuando a mí me decían ‘mala’ es porque no quise hacer algo: tuve hijos cuando no debía tenerlos o no le dejé a alguien que me hiciera algo que no sentía apropiado. En estos 25 años, pueden ser también en estos 75 años, las mujeres vamos ganando derechos muy poquito a poco. Me encanta mi nombre artístico porque realmente me representa. Para muchas personas, he hecho cosas que eran de mala mujer, y que, sin embargo, para mí no lo son. Por eso me alegro de que ahora hay tantas malas. Todas somos malas», concluye.