En el entorno de la estación de Sants, un imponente King Kong rojo de tres metros de altura llamaba la atención desde lo alto de un edificio situado en el número 30 del paseo de Sant Antoni.

Se trataba de una instalación única, denominada Wild Kong, que el propietario del inmueble compró como elemento decorativo al artista Richard Orlinski.

Sin embargo, hace unos meses, el Institut del Paisatge Urbà del Ayuntamiento de Barcelona ordenó su retirada al considerar que la pieza “rompía” con la estética del paisaje urbano, según han explicado fuentes cercanas al dueño del edificio a Metrópoli.

Tras recibir varias multas coercitivas de hasta 3.000 euros, el propietario se ha visto obligado a esconder y cubrir la pieza (antes situada encima de la letra c). Por su parte, el artista –que reside en París– ha decidido tomar cartas en el asunto.

Escultura ‘Wild Kong’ del edificio del paseo de Sant Antoni cubierta con un plástico

Escultura ‘Wild Kong’ del edificio del paseo de Sant Antoni cubierta con un plástico

SIMÓN SÁNCHEZ

Barcelona

Reconocimiento internacional

En una carta a la que ha tenido acceso este digital, Orlinski certifica que su escultura estaba instalada en ese lugar –sobre un voladizo– porque, como el conjunto de sus creaciones, “tiene como propósito dialogar con el paisaje urbano, provocar emociones en el público y hacer el arte accesible a todos”.

Por ello, el artista ha denunciado públicamente la retirada forzosa de su instalación artística como un atentado a sus derechos morales de autor. Un ataque que, según él, se ve agravado por la “vulgarización” de su obra al haber sido considerada por Paisatge Urbà como una instalación publicitaria

En palabras de Orlinski, la ubicación forma parte esencial de su enfoque artístico y del mensaje que transmite con ella. “En este sentido, cualquier intento de obstrucción, reubicación injustificada o cubrimiento de la obra constituye una alteración de su integridad artística”, añade.

Expuestas en todo el mundo

Las esculturas del artista francés son reconocidas a nivel internacional. De hecho, el Hotel Mandarin Oriental de paseo de Gràcia ha expuesto en varias ocasiones sus obras, una de ellas situada en la entrada principal para dar la bienvenida a los huéspedes.

También en las pistas de esquí de Courchevel pueden verse varias de las piezas de Orlinski, convertidas en un auténtico reclamo turístico en la zona.

Esculturas de Richard Orlinski en las pistas de esquí de Courchevel

Esculturas de Richard Orlinski en las pistas de esquí de Courchevel

Courchevel

Acción “desproporcionada”

El edificio donde se encontraba expuesto el King Kong barcelonés es un bloque de 32 apartamentos turísticos llamado Cosmo Apartments. Un inversor de nacionalidad española lo compró por 13 millones de euros en 2016 y, tiempo después, compró la escultura de Orlinski por unos 130.000 euros como elemento decorativo.

Fuentes cercanas al propietario explican a este medio que su intención siempre fue conservar la pieza, un elemento que aportaba un punto de singularidad a una zona “sin demasiados atractivos estéticos y en constante estado de obras”.

De hecho, aseguran que las asociaciones de vecinos estaban “encantadas” con el gorila, al que consideraban una pieza “diferencial” en el entorno.

Obras en el entorno del pase de Sant Antoni

Obras en el entorno del pase de Sant Antoni

SIMÓN SÁNCHEZ

Barcelona

“El gorila no ocupa espacio público ni obstruye el paso de los viandantes”, afirman fuentes cercanas al afectado, por lo que no comprenden la actuación del Ayuntamiento, que tildan de “desproporcionada”.

Acciones legales

El caso, según ha podido saber este medio, está en manos de un bufete de abogados, que está analizando la situación con especial atención a la posible vulneración de los derechos morales del autor, ya que la escultura fue retirada sin su consentimiento.

El propietario planea ahora intentar legalizar la instalación por segunda vez, después de que el contencioso-administrativo rechazara su primer recurso por haberlo presentado fuera de plazo. Su objetivo es claro: volver a descubrir la pieza y devolver a Barcelona su King Kong más emblemático.