Partidaria de que las películas deben ser juzgadas por su público objetivo -cosa que no siempre pasa en este mundillo del periodismo, pues tanto te toca ver una película adolescente, como una feel-good movie española, como el nuevo blockbuster estadounidense del momento-, ningún contexto en el que ver Culpa nuestra (estreno el 16 de octubre) iba a ser mejor que el de compartir la experiencia con las 100 fans que Prime Video invitó a la premier del final de la saga Culpables en Ibiza.
Una hamaca en la piscina del hotel, una manta, palomitas y una lata de agua etiquetada como «Agua mía». ¿Se nota que estamos hablando de la producción española más exitosa de la plataforma a nivel mundial? Las fans adolescentes siempre han sido las que mueven el mundo y lo que la adaptación de las novelas de Mercedes Ron ha conseguido es solo una muestra más de ello. Algo tendrán, pues, estas películas, para enganchar a los jóvenes de todo el planeta.
Fue su protagonista, Noah (Nicole Wallace), aquella chica que no necesitaba que su interés amoroso Nick (Gabriel Guevara) la salvara o que condujera su coche por ella la que consiguió que esta nueva apuesta adolescente fuese algo más que otra de esas películas que parecen hechas expresamente para que las niñas sueñen con un capullo que hace lo mínimo por ellas. Se tomaba en serio lo justo y no renunciaba a los típicos momentos «especiales» del género -«volcanes de fuego en tu boca», os miramos a vosotros-.
La segunda, admitiremos, fue más dura de ver. Las expectativas eran tan altas que el hecho de que ambos protagonistas se distanciasen por una exasperante e incomprensible falta de comunicación hizo que toda la trama se hiciese bola, así que la tercera llegaba con la duda de si caería en picado a raíz de aquella continuación o si conseguiría recordarnos por qué disfrutamos tanto de la primera. Por suerte, el segundo caso ha sido el que se ha dado.
Los suspiros al ver aparecer al protagonista por primera vez, el sufrimiento cuando la trama se complicaba, las risas con esos maravillosos secundarios -llamamiento a que Víctor Varona y Eva Ruiz se lleven el reconocimiento que merecen-… Las fans son las más entregadas, pero también las juezas más duras cuando algo no les gusta, y sus reacciones no mentían. La tercera entrega es el final que la saga y, sobre todo, sus seguidores, merecían.
Pero una no puede juzgar solo por aquello que otros piensan, así que aquí va la opinión oficial por la que has decidido leer esta crítica: sí, esta es una película de adolescentes y no, no va a ser premiada por nada. Sin embargo, este final recoge lo mejor de toda esta experiencia: ese drama que las fans viven como nadie, esas declaraciones de amor que hacen que los adultos pongan los ojos en blanco, esas risas que te saca de verdad y esa parte más oscura que hace que te preguntes «¿pero esto es un thriller ahora o qué?».
Sigue sin tomarse en serio, quizá incluso menos de lo que se tomó la primera y, por ello, no podemos juzgarla por otra cosa que por lo que es: el final divertido (¿casi de comedia romántica?), dramático y bonito de una saga que pasará a la historia en la memoria de las adolescentes de ahora. El premio de verdad se lo llevará dentro de 10 años, cuando esas fans recuerden Culpa mía y digan: «Madre mía, mitiquísima, estaba obsesionada, cómo me gustaba».