Redacción
El número de pacientes inmunodeprimidos en España continúa en aumento debido al uso creciente de tratamientos para enfermedades inflamatorias mediadas por mecanismos inmunitarios. Ante esta situación, las enfermeras insisten en la necesidad de vacunar a estos pacientes para prevenir complicaciones graves. Así se ha puesto de manifiesto durante el webinar ‘Vacunación en pacientes inmunodeprimidos’, organizado por el Instituto Superior de Formación Sanitaria (Isfos) del Consejo General de Enfermería (CGE), con la colaboración de GSK.
Los expertos abordaron la vacunación en pacientes oncológicos, reumatológicos y diabéticos, destacando la importancia de evaluar su estado inmunológico, seleccionar las vacunas más seguras y coordinar la actuación entre los distintos profesionales sanitarios. «La vacunación constituye uno de los pilares fundamentales de la salud pública, pero adquiere una relevancia aún mayor en el caso de los pacientes inmunodeprimidos. Hablamos de personas especialmente vulnerables, para quienes las infecciones prevenibles pueden tener consecuencias más graves, por lo tanto, requieren de un enfoque personalizado, basado en la evidencia científica y coordinado entre los distintos profesionales sanitarios. Aquí, el papel de las enfermeras es decisivo porque participamos activamente en la indicación, administración y seguimiento de las vacunas», explicó Pilar Fernández, directora de Isfos.


El número de pacientes inmunodeprimidos ha crecido significativamente en los últimos tiempos debido al incremento del uso de tratamientos para enfermedades inflamatorias mediadas por mecanismos inmunitarios
El avance constante de la ciencia en materia de vacunación hace imprescindible una formación continuada. «Estar actualizados es indispensable para garantizar seguridad y confianza a los pacientes. Este webinar nace con la vocación de formar y compartir experiencias, fortaleciendo la práctica enfermera», añadió. Asimismo, indicó que las enfermeras, como primer contacto del paciente con el sistema sanitario, desempeñan también una función educativa fundamental al informar, acompañar y resolver dudas.
Mayor vulnerabilidad a infecciones
Los ponentes coincidieron en que los pacientes inmunodeprimidos son más susceptibles a infecciones respiratorias, cutáneas y sistémicas, lo que puede provocar ingresos hospitalarios prolongados o incluso desenlaces fatales. Patricia García, enfermera referente de reumatología en el Hospital Ramón y Cajal (Madrid), destacó que «las infecciones son una complicación habitual en pacientes reumatológicos debido a su patología y tratamientos inmunosupresores».
Por su parte, Raquel Badillo, enfermera de práctica avanzada en Oncología del Hospital Rey Juan Carlos (Madrid), recordó que «el paciente oncológico es especialmente vulnerable, ya que la propia enfermedad y la quimioterapia comprometen su sistema inmune, aumentando el riesgo de infecciones graves o fallecimiento».
Los pacientes inmunodeprimidos presentan un riesgo elevado de infecciones graves y complicaciones severas
En el caso de los pacientes con diabetes, María José Menor, presidenta del Colegio de Enfermería de Ourense, explicó que «aunque no son inmunodeprimidos en sentido estricto, pueden presentar alteraciones inmunológicas que afectan al control metabólico y derivan en complicaciones importantes».
El manejo de la vacunación debe adaptarse a la situación clínica de cada paciente. En los oncológicos, se recomienda mantener el calendario vacunal actualizado antes de iniciar la quimioterapia y evitar el nadir hematológico entre ciclos. En estos casos, son seguras vacunas como las de hepatitis B, Covid-19, gripe, herpes zóster o neumococo conjugada, mientras que las vacunas de virus vivos atenuados están contraindicadas.
Los bulos, el desconocimiento y el miedo a los efectos secundarios siguen siendo una de las principales barreras en la vacunación
En los pacientes reumatológicos, aprovechar la «ventana inmunológica», periodos con menor inmunosupresión, permite optimizar la respuesta vacunal. En diabetes, la vacunación debe individualizarse según edad, comorbilidades y tratamientos, siendo «segura, costo-efectiva y de gran beneficio sanitario«, según Menor.
Asimismo, los expertos recalcaron la importancia de vacunar a convivientes, familiares y cuidadores para crear un «escudo protector» ante enfermedades como el sarampión o la rubeola. También insistieron en la inmunización del personal sanitario para reducir el riesgo de contagio.
El desconocimiento, los bulos y el miedo a los efectos secundarios siguen siendo los principales obstáculos para alcanzar una cobertura vacunal adecuada en este grupo de pacientes. Raúl Perea, jefe de medicina preventiva del Complejo Hospitalario de Toledo, advirtió que «muchos pacientes desconocen que sus tratamientos inmunosupresores reducen las defensas y hacen necesaria la vacunación».
Las enfermeras cumplen un papel esencial como educadoras sanitarias, promoviendo hábitos saludables y explicando los beneficios y la seguridad de las vacunas. «El temor a los efectos secundarios es comprensible, pero nuestra labor es acompañar e informar desde la evidencia científica», concluyó Badillo.