Jueves, 16 de octubre 2025, 20:26
| Actualizado 20:34h.
Ángela Banzas (Santiago de Compostela, 43 años) finalista del Premio Planeta por ‘Cuando el viento hable’ (con una dotación de 200.000 euros), cuenta que su novela nace de la experiencia que le tocó sufrir cuando con solo siete años fue hospitalizada por una peritonitis, que a punto estuvo de acabar con su corta vida. Durante aquel ingreso, que se prolongó durante un año, conoció otra realidad, la de muchos pequeños enfermos, entre ellos una niña que no iba a sobrevivir, y a la que empezó a leerle cuentos.
A partir de esos vivísimos recuerdos, Banzas ha firmado este drama histórico con tintes góticos, protagonizado por Sofía, nacida en 1939, y ambientado en la Galicia de la posguerra civil. Una extraña dolencia lleva a Sofía al hospital donde se ocultan los horrores de experimentos con personas y allí descubre la existencia de una hermana gemela perdida.
La autora explica que ‘Cuando el viento hable’ es la historia más especial que ha escrito, ya que se trata de «una novela muy íntima que parte de un recuerdo de infancia» que marcó su percepción de la vida y la muerte. La narradora dejó hace pocos años su trabajo de consultora en la administración pública para dedicarse al cien por cien a escribir novelas de intriga. Por algo es conocida como la voz del suspense gallego.

– Otra novela ambientada en Galicia, su tierra…
– Mi mirada es cien por cien gallega. Mis personajes tienen esa forma de ser, de sentir y de mirar el mundo en clave gallega. Disfruto muchísimo de trabajar la ambientación en Galicia, y me gustaría que ese entusiasmo se reciba igual por el lector.
-Luz Gabás, miembro del jurado del Premio Planeta, ha definido su novela com «estilo gótico gallego».
-Sí, ella decía que tiene tintes góticos y también cierto lirismo. Esto nos lo da mucho el clima, que ayuda a esta mirada que tiene este punto sombrío. A mí me gusta decir que con la literatura descubres la oscuridad del universo y yo escribo para pintar de estrellas esa oscuridad. Y esto es la parte más gótica, la parte más oscura, que son nuestras sombras, pero a las sombras se las puede ir iluminando, y eso es lo que yo he tratado de hacer en esta novela.
-Ha contado que su libro nace de un ingreso suyo en el hospital donde coincide con una niña que se llama más o menos como usted (Ángeles) y de una edad muy parecida. ¿Qué le pasó para estar con 7 años en el hospital?
-Un apéndice inflamado derivó en peritonitis y estuve muy malita. Casi no lo cuento. Y estuve un tiempo en el hospital hasta que me pude recuperar, pero estando allí cogí otra enfermedad en el quirófano y me tiré un año hospitalizada. En mi caso todo salió bien. El caso es que en cuanto me pude levantar de la cama iba con mi gotero de habitación en habitación, hablando con otros niños y ahí me encontré una realidad que desconocía.
-¿Una realidad muy dura de niños muy enfermos, no?
-Niños un poquito mayores y niñas un poquito menores que yo, que me marcaron muchísimo. Había una niña que llevaba toda la vida en el hospital. E igual que yo leía, ella estaba todo el día pintando lo que veía por la ventana. Por eso en esta novela son tan importantes las ventanas, porque son el mundo que ven los que están dentro del hospital. Los que esperan, y esa esperanza se recoge en la novela.
-Muchos autores para desarrollar sus tramas, para concentrarse, para escribir… reconocen que tienen que sacrificar muchas cosas, ¿es su caso?
-Yo soy madre (tiene dos hijos) y me gustaría dedicarles un poquito más de tiempo cuando te piden jugar y demás. Pero la literatura me hace mucho bien, yo la disfruto muchísimo, igual que mi parte de mamá. Al final sabes que a la escritura tienes que dedicarle tiempo y trabajar. En mi caso es vocacional, pero nunca llegué a soñar con ser escritora y menos con ser finalista del Planeta. Mira, lo estoy diciendo ahora mismo en voz alta y me está costando asumirlo. Por eso, estudié otra cosa (es licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración y tiene un MBA por la Escuela Europea de Negocios de Madrid), porque me parecía que era muy difícil de alcanzar.
– Escribía desde niña.
-Sí, sí, sí, desde niña. Con 7 años ya escribía. Empecé con la poesía, me encantaba reflexionar y moldear el mundo con mis palabras, y sobre todo entender todo aquello que no conseguía entender. Esa imaginación tan preciosa está muy presente en la novela. La imaginación es el recurso frente al dolor, y frente al horror.
Hospital del misterio
– El ingreso de esta niña es la excusa para contar una historia terrible de misterio en ese hospital…
-Sí, es una novela que tiene muchísima intriga, porque la novela arranca con un prólogo, cuando Sofía tiene unos 20 años y está en el cementerio ante su propia tumba. Ve su nombre escrito y se pregunta que quién está allí. Entonces, nos va contando toda su historia. Hay una parte muy bonita cuando ella está en el hospital y conoce a la niña que se convertirá en su mejor amiga, pero hay bastantes pasajes inquietantes y mucho horror porque suceden cosas dentro de ese hospital.
– Es un hospital gallego de la posguerra…
– Sí, el hospital de Santiago de Compostela, que ahora es el parador y anteriormente era el hospital de los Reyes Católicos, pero antes de ser parador, hasta los años 50, era el hospital provincial.
-¿Por qué ha elegido la posguerra para ambientar su novela?
-Por ser esa larga noche de difuntos ausentes y por el tratamiento que yo quería hacer con una mirada entre la vida y la muerte, que convivieron.
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