Lo mejor o, para ser más preciso, lo más atractivo de la narrativa peruana de hoy, no está pasando necesariamente por las grandes editoriales. Es un acto de ingenuidad creer que eso es así. En lo que respecta a este 2025, me he topado con títulos de buena factura editados por sellos independientes (tampoco hay que romantizar ese espectro editorial, que tampoco es ajeno a los lobis y la fabricación de libros olvidables). Uno de esos libros es la novela Piratas en el Amazonas (La Fonda Editorial) del escritor Gabriel Arriarán.

Arriarán es visto en el circuito literario local como un muy buen escritor. En lo personal, siempre he creído que algunos libros suyos han merecido una mayor difusión, como Un escritor de culto (2013), estupendo ensayo sobre José María Arguedas. Pienso igual de Frontera Pirata (2019), sobre el campamento de minería ilegal más grande de nuestra Amazonía. En menor medida, debido a la distancia temporal de los hechos consignados, ambientados en época electoral, El comediante. Daniel Urresti o entomología de la tristeza (2021). Los dos últimos libros fueron publicados por una editorial grande, Planeta.

Desde el mismo título, el lector ya tiene una idea de lo que desgrana la novela. Se nos habla de un lastre social, de una desgracia ambiental y de un presente marcado por la sangre. Lo que celebro de Arriarán es la actitud de su escritura y la temperatura de su estilo. Estos elementos resultan claves para presentarnos lo mejor de este proyecto: la exposición de las miserias personales. El Profe, así se llama nuestro narrador, llega a Leticia para dar un curso sobre Roberto Bolaño en la Universidad del Estado de Amazonas. Y del mismo modo realiza un viaje por el Amazonas en el Gran Loretano.

No pocos proyectos, entre visuales, narrativos y plásticos, en especial sobre la situación de la Amazonía, están siendo justificados por su intención de denuncia. Y en esa línea están cayendo varios para no quedar mal con un tópico sensible. En Piratas en el Amazonas tenemos estos aspectos, pero, sobre ellos, una personalidad. Arriarán es un hacedor de frases que hoy pueden ser consideradas políticamente incorrectas; además, es un autor que no juzga a sus personajes. La configuración moral del Profe tiene una base: el ego. Pero aquí un dato: Arriarán no nos presenta un ego superior, sino uno que se va fortaleciendo desde el vacío existencial. El Profe es un hombre partido por la vida.