Jared Leto intentó volver a lo grande. Vestido con un abrigo rojo y un traje blanco, saludó desde 30 pies de altura en Piccadilly Circus durante el estreno londinense de Tron: Ares.
El gesto, tan teatral como habitual en su estilo, buscaba impulsar un blockbuster que terminó chocando de frente con la realidad: un debut muy por debajo de lo esperado.
La película recaudó solo 33,2 millones de dólares en su primer fin de semana en Estados Unidos, frente a un presupuesto de 180 millones. Más aún, apenas consiguió 60 millones a nivel global.
Disney temía que la cinta solo atrajera a los nostálgicos de la franquicia, y los datos lo confirmaron: el público joven, clave para este tipo de estrenos, prácticamente no apareció.
Con una recepción tibia de la crítica, en The Hollywood Reporter aseguran que fuentes de la industria ya anticipan que la saga de Tron podría no volver a la pantalla grande.
En esa línea, aseguran que Leto apostó todo a este proyecto. Fue su cruzada personal desde que el estudio archivó el primer guion, hasta lograr convertirse en protagonista y productor en 2017, gracias a su alianza con el ejecutivo Sean Bailey.
Pero los tiempos cambiaron. Tras el fracaso de Morbius y los reportes negativos sobre su conducta, además de una funa virtual aún presente, su nombre ya no garantiza taquilla. “Nadie pidió este reinicio”, explicaron.
El actor, que alguna vez ganó un Oscar por Dallas Buyers Club y brilló en Requiem for a Dream, enfrenta hoy un futuro incierto. Aunque otros aseguran que otro protagonista en la saga de Tron no habría influido en mejores resultados.
Por ahora está claro que Leto seguirá adelante con su próximo papel como Skeletor en la adaptación de He-Man. Algo de menor escala y un rol secundario que podrían llevarlo a un terreno mucho más cómodo que el de un protagonista de una franquicia que, nuevamente, no despegó.