Es loable la iniciativa de un grupo de personas que acaban de plantear el estudio de buscar soluciones para que los toros vuelvan a las fiestas de Aranda. Los promotores quieren constituir una mesa de trabajo para consensuar métodos que permitan el regreso de los toros en 2026.

Se parte del principio de no posicionarse en el actual litigio sobre la plaza de toros, ni de buscar culpables de la situación actual, sino de recuperar los festejos taurinos. La búsqueda de un espacio de diálogo que no derive en un enfrentamiento entre defensores y detractores de la tauromaquia, me parece, también, un objetivo sólido e importante. Porque se ha de partir de un principio de respeto y de libertad. Todavía hay muchas personas con sentido común a quienes no les gusta el boxeo, pero no piden su prohibición; personas a quienes el Sonorama les produce dolor de oídos, pero comprenden lo positivo de este evento para Aranda.

El objetivo del Ayuntamiento es más amplio que recuperar los toros, entre otras cosas porque el inmueble de la plaza puede servir para hacer bastantes más actividades comunitarias (carnavales, conciertos, exposiciones…) que las corridas de toros. Por eso el equipo de gobierno tendría valorar esta iniciativa sin bloqueos a la misma. Espacios físicos hay en Aranda para montar una plaza portátil. Ya se hizo una vez. Claro que la competencia de organizar corridas fue cedida al empresario, pero en tanto en cuanto no se resuelva el litigio, tenemos derecho a toros.

No me cabe ninguna duda de que cada vez hay más jóvenes que acuden a los toros. Lo he visto esta temporada en varios festejos taurinos. Sea porque se les ha facilitado entradas más baratas o porque una parte de los jóvenes descubren en los toros un concepto de misterio o de arte o de emoción, lo cierto es que la juventud está volviendo a las plazas. Y esto es fundamental para la tauromaquia.