Cuando se produce la llamada de una selección siempre despierta ilusión y, en muchas ocasiones, llega con una carga notable de sorpresa. En el caso de Norma Amarilla, el segundo aspecto es gigantesco porque la jugadora regresó esta temporada al balonmano gallego por un cambio de domicilio y con la idea de jugar en el filial del Carballal, de autonómica. No obstante, todavía no se había inscrito al dejar atrás una lesión de ligamento cruzado y porque es preciso tramitar el transfer internacional desde el Lausanne, su equipo durante siete años en Suiza, que era el lugar de residencia anterior.
La dolencia la había dejado atrás y llegó la llamada del combinado de Paraguay para realizar una concentración previa al Mundial que se desarrolla esta semana en Gijón. Esta tarde, el grupo disputa un partido amistoso ante el Lobas Oviedo y, junto a Norma Amarilla, se encuentran en el grupo de trabajo las extremos del Guardés Jazmín Mendoza y Ari Portillo. La gran diferencia es que las dos primeras están en División de Honor y el destino de Norma es Primera Autonómica.
Es cierto que esta concentración estaba limitada a las deportistas que se encuentran en Europa, pero también es que la seleccionadora, Marizza Faría, se acordó de Norma Amarilla para los entrenamientos y, quién sabe si con su rendimiento convence a la preparadora para acudir a la cita mundialista. La jugadora puede ocupar la demarcación de extremo o central, aunque destaca por sus capacidades defensivas. Precisamente, este aspecto de especialista atrás es el que podría abrirle un hueco en la selección.
Norma, a los 30 años, es la mayor de una saga de jugadoras que completan su hermana Andrea, que milita en el Carballal de División de Honor Oro, y Fátima, que permanece en Suiza. Las tres pasaron por las categorías base del Porriño y Andrea es una pieza clave en el conjunto de Cabral.