El Covirán está lejos en ataque del equipo que Ramón Díaz quiere. El entrenador granadino desea imponer un estilo de juego muy ofensivo, al estilo … de las franquicias de la NBA y con ejemplos como el Valencia y el Unicaja en la liga española, que se prodigan en la alta anotación y por la vía rápida. Pero, nada más lejos de la realidad.
Las dos primeras jornadas han dejado al equipo nazarí en unos guarismos muy por debajo de lo previsto. En la primera jornada del Palacio de los Deportes, ante el Joventut de Badalona, fueron 75 puntos y, en la segunda, frente al Baxi Manresa en el Congost, la cifra descendió en siete puntos, a los 68. Poco ataque para los 87 puntos de los badaloneses y los 83 de los manresanos, sin que la defensa nazarí tampoco fuera como para tirar cohetes. Pero la principal decepción estuvo en ataque, con unas vías pobres de enceste.
Durante la pretemporada, en cambio, las sensaciones fueron otras. Incluso en la derrota ante el San Pablo Burgos hubo 80 puntos, frente a 95 de los burgaleses. Y un punto más: 81, en la final de la Copa de Andalucía con el Unicaja, que sumó 89.
Eso sí, el partido de presentación con la visita del UCAM Murcia ya fue un aviso, la mala actuación en los lanzamientos provocó la peor anotación, solo 66 puntos ante los 77 de los de Sito Alonso. Ese día aparecieron dudas y fantasmas cuando el Covirán, poco antes, había brillado en ataque: 97 al Dreamland Gran Canaria, que sumó 88, y a través de un parcial inicial de 20-0, con 61-36 al descanso y un 100% en los tiros de campo de Matt Thomas, 18 puntos en dos cuartos, que sumados a otros 18 de Jovan Kljajic, contabilizaron 36 de los 61. Había sido una importante señal positiva sobre la capacidad ofensiva de la plantilla de Díaz. Ya antes, el Covirán anotó 112 sobre el Cartagena (75), pero al ser un rival de Primera FEB fue una referencia menor que la del Gran Canaria, encuentro que hizo soñar a la afición.
Ramón Díaz no sabe si serán «nervios» o, quizá, la intensidad defensiva de los contrarios, la presión que atosiga y ahoga a los exteriores del Covirán, de una competición exigente que no hace prisioneros desde la jornada uno a la última, cuyo nivel baja de las nubes a los granadinos sobre las ilusiones creadas.
La esperanza es que el ataque granadino puede cambiar. Y rápido, aunque el técnico solicita paciencia para un grupo prácticamente nuevo, que necesita tiempo para entenderse mejor. Pero el Baskonia, con Pablo Pin sentado en el banquillo como ayudante, llegará el domingo al Palacio envalentonado tras su sonado triunfo sobre el Real Madrid, que cortó una racha negativa de 0/4 (tres derrotas seguidas en la Euroliga).
Ramón Díaz habló de un ‘plan B’ en el ataque para cuando el ‘A’ no funciona. La primera opción se centra en balones a las manos de Matt Thomas para que tire, pero el de Illinois está súper vigilado y no encuentra situaciones de lanzamiento cómodas. Tampoco hubo acierto en los tiros liberados, ni en los libres tras falta personal.
De ahí que la alternativa estuviera en el poste bajo, donde Luka Bozic recibe y se la juega en el plano individual. El croata sacó mucho petróleo en el uno contra uno frente al Joventut, provocó faltas y sumó a través de los tiros libres, más el desgaste añadido al rival, pero si Dani Miret ‘secó’ a Thomas, Diego Ocampo, en Manresa, además de frenar al estadounidense, también se ocupó de la segunda fuente de anotación favorita de los nazaríes, la del balcánico bajo tabla, para anular al tiempo.
Generadores
Y es que el Covirán necesita de forma urgente un plan C, el tercero del guion. Ramón Díaz ya se refirió a él. Muchas más canastas tras bloqueo y continuación, por lo que debe aumentar muchísimo el ‘pick and roll’, así como los pases y asistencias, la circulación del balón, más movilidad y balones por dentro.
Aquí la responsabilidad recae de forma directa en el joven Micah Speight, al que la Liga Endesa de momento le viene grande, aunque lo razonable sería darle mucho más margen. El entrenador apostó por él de forma decidida, cuando era un fichaje para la Primera FEB en principio, pero ya le ha dado un toque de atención. Díaz también aludió a Jonathan Rousselle en tal cometido, el asistir más. Aunque el francés desarrolla los mejores minutos y, con dos bases puros, debería dosificarse por veteranía su estancia en la cancha, para no agotarlo o lesionarlo.
Ramón Díaz admite que Micah Speight requiere comprensión y calma hasta adaptarse, pero apenas aporta puntos, escasa dirección y como defensor su estatura no le ayuda, como le ocurre al base del Baskonia Markquis Nowell, 1,70 de altura, o al propio Marcus Howard, disculpado por su excepcional aportación en pista delantera.
Ramón Díaz sabe que el ‘plan C’ ofensivo pasa por generadores, mejores y más pases, que hasta ahora llegan a cuentagotas a los pívots y aleros. Los números están pobres con los manejadores de bola. Y tampoco la plantilla del Covirán posee enormes jugadores cuyo talento desborde en el ‘uno contra uno’ y las penetraciones hacia el aro.
Rebote mejorado
En Manresa resultó deprimente que el alto rebote conseguido, con muchas capturas ofensivas, en especial de Zach Henkins, que cumple en esta faceta junto a Babatunde y Burjanadze, no se reflejara en un marcador igualado y el Baxi se paseara por el parqué. Esa faceta debió servir para competir por la victoria en condiciones normales.
El Covirán necesita que otros hombres ayuden con más puntos y, también, desde el banquillo. De lo contrario, estará forzado siempre, para intentar ganar, a una veintena de tantos proporcionados por Matt Thomas y otros 20 por Jovan Kljajic, algo difícil de cumplir en cada jornada por la estrecha vigilancia a la que son sometidos, y más complicado todavía en el montenegrino, al gozar de menor presencia en el parqué.