El pasado 13 de octubre de 2025 se cumplieron 365 días desde que pereció una de las presentadoras más queridas y admiradas de España, Mayra Gómez Kemp. No son palabras hechas ni vacuas: el cariño que su público le profesaba se le brindaba día a día.
Su vasta carrera en televisión -ahí, uno de los programas más emblemáticos del país, Un, dos, tres… responda otra vez- le granjearon el respeto y la admiración de propios y extraños. Mayra, pese a todo lo anterior, murió sola en su casa de Madrid. Se cayó y el golpe fue mortal.
Había tenido, en su último tramo de vida, distintos achaques de salud, que la debilitaron. Se llegó a quejar, incluso, de que su vivienda tenía muchas escaleras. Mayra vivía en la zona madrileña de Argüelles, en un dúplex de más de 150 metros cuadrados.


Mayra Gómez Kemp, en el extinto plató de ‘¡Qué tiempo tan feliz!’.
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Allí vivió la estrella de la televisión junto a su marido, Alberto Berco, hasta que éste perdió la vida en enero de 2021. Según ha podido conocer EL ESPAÑOL, este era el único bien inmueble que Mayra poseía en ese edificio, si bien también disponía de otro «estudio» por el mismo barrio.
«Es una sola vivienda que tiene dos plantas, pero una única entrada. Se han dicho muchas cosas que no son ciertas, como que tenía una casa de Málaga. Las propiedades de Mayra son dos: esta casa y el estudio», explica una fuente de total solvencia.
Gómez Kemp no tuvo hijos en vida, pero hay dos personas, dos mujeres, que fueron capitales en su red afectiva, como unas hijas; las sintió como familia. Se trata de las hijas de su marido Alberto: Roxana y Viviana. Tal fue el vínculo que ellas son las herederas de la presentadora.
Así, Roxana y Viviana son las responsables de velar por su legado y, sobre todo, cuidar y proteger el patrimonio que le dejó la eterna Mayra Gómez Kemp. A nivel patrimonial, conviene puntualizar, la comunicadora amasó una discreta fortuna. La joya de la corona es la casa donde vivió.
El pasado marzo, EL ESPAÑOL se hizo eco de que las hijastras de Mayra habían desalojado el inmueble, lo habían vaciado con la intención de darle una salida: alquilarlo o venderlo. Ellas viven en Argentina y tocaba ser prácticas. Han viajado a España puntualmente para los trámites.
Hace un tiempo se explicó a este diario que Gómez Kemp dijo dicho a sus hijastras que se deshicieran de su casa. Este extremo, se confía, preocupa a las hijastras de la presentadora, pues no quieren, bajo ningún concepto, que nadie entienda que se están extralimitando.

La presentadora, en una instantánea captada en 2014.
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Han seguido «a rajatabla» la última voluntad de Mayra. Tenía una hermana, Georgina, pero este encargo supo en quién depositarlo. En otro orden de cosas, una de las fuentes con las que se contacta explica que la también actriz ya entregó en vida objetos y joyas de valor.
Volviendo a la casa de Argüelles, ¿han tomado alguna decisión Roxana y Viviana en este tiempo? Sí y no. Han determinado, por un lado, que no quieren alquilarlo, detalla una fuente bien informada.
Sobre todo, por el «trajín» que supondría, teniendo en cuenta que ellas viven en Argentina. Así pues, desean venderlo, pero aún no lo han hecho. La casa, pues, sigue cerrada a la espera de un potencial comprador. «Tienen claro que no quieren malvender«, apostillan.
EL ESPAÑOL se ha desplazado a la calle donde vivió Mayra y, en un establecimiento gastronómico cercano, la definen hoy como una mujer «súper amorosa, siempre tenía una buena palabra para todos. En sus últimos días salía poco, eso es verdad».
El «pozo oscuro» de Mayra
Mayra vivía sola y, según relató entonces una de sus hijastras, Roxana, la artista se cayó en casa. «Sabemos que se cayó, se golpeó y que eso fue la causa de la muerte, pero no tenemos lujo de detalles», manifestó una de las hijas del esposo de Mayra.
No se refería Roxana al percance doméstico que, días antes de morir, sufrió Gómez Kemp y por el que estuvo cerca de 20 horas tirada en el suelo de su casa sin ser atendida. De aquel revés se repuso y fue dada de alta. Pero el destino, fatal, le tenía a la presentadora un nuevo e irreversible final.
Sabido es que la comunicadora no tuvo hijos, pero halló en la descendencia de su marido a las personas que la trataron y cuidaron como si fuera su madre. Mayra ejerció ese papel de progenitora. No sólo esto, también hizo las veces de abuela cuando llegaron los nietos.
«Era locura con los pequeños cada vez que iba a Buenos Aires«, se confió a EL ESPAÑOL hace un tiempo. «Mayra era feliz y estaba llena con Roxana y Viviana. Hablaban mucho y Viviana estuvo en Madrid semanas antes de morir».
La también actriz y cantante tenía a muchas personas que la querían. No pasaba un día sin que su teléfono sonara; los amigos siempre contaban con ella para visitarla o salir a comer. «Otra cosa es que ella se encerrara en sí misma y ya no quisiera ver a nadie.

Mayra junto a su marido, Alberto Berco.
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Cayó en un pozo oscuro, como en depresión, con la muerte de Alberto. Tuvo picos y momentos buenos, pero nunca se repuso de la muerte de Alberto«, se aseveró.
Mayra tocó fondo a nivel anímico y la caída doméstica que la llevó al hospital mermó sobremanera su estado. Pocas personas conocen que la artista tenía una hermana, Georgina, dos años mayor que ella, afincada en Estados Unidos.
EL ESPAÑOL conoció, meses atrás, que la relación entre las hermanas era cordial en el tramo final. Tanto que Mayra «miró billetes en verano» para visitar a su hermana la pasada Navidad. Eso sí, esa cordialidad no siempre fue tal. «El año pasado tuvieron una pelea, un desacuerdo», se sostuvo a EL ESPAÑOL.
Fue la relación entre hermanas algo intermitente, pero, afortunadamente, primó siempre el cariño y el amor.