La película Rocío se estrenó en 1980. El Tribunal Supremo dictó una sentencia en 1984 que censuraba la cinta «por injurias graves» tras haber incluido testimonios sobre la represión franquista en Almonte (Huelva). Su director, clave para entender el cine andaluz y español de la Transición, es Fernando Ruiz Vergara. El cineasta murió en 2011 solo habiendo estrenado Rocío. Y ahora ‘resucita’ de la mano de los cineastas e investigadores, Concha Barquero y Alejandro Alvarado (Málaga, 1975): en Caja de resistencia radiografían no solo este trabajo del polémico y original documentalista, sino el resto de producciones que filmó o dejó a medio hacer.

La cinta presenta un lenguaje cinematográfico que intercala diferentes texturas, con silencios, imágenes y sonidos que enfatizan una narrativa enfocada en el andalucismo o en dramas como la falta de vivienda. Es un viaje entre Andalucía y Portugal, donde se autoexilió tras la censura. Estas obsesiones vitales de Ruiz Vergara, que no solo configuran su geografía, sino su biografía y manera de ser.

Nueve horas «sin parar de hablar»

¿De dónde parte la semilla? Alvarado lo explicó en un coloquio organizado esta semana en el cine Albéniz de Málaga tras la proyección de la película. «Son 15 años de trabajo artesano, por etapas. Si entra una idea se queda en la cabeza. Cuando conocimos a Fernando en el verano de 2010, estuvimos ocho o nueve horas sin parar de hablar. A partir de ahí empezó una amistad y admiración por nuestra parte. Nos fascinó su coherencia».

Rodaje en Portugal de ‘Caja de Resistencia’ (Imagen cedida: Concha Barquero)

Las películas documentales en la Transición española y los problemas con la censura fueron los temas de la tesis doctoral de Alvarado. Y para ello la obra de Ruiz Vergara, diseminada y desordenada, empieza a tener un criterio en Caja de resistencia. Se les da un sentido a películas fragmentadas, rollos de metraje olvidado, descartes de Rocío y de otras piezas audiovisuales. «Queríamos respetar los márgenes, dejar los bordes de sus películas, formando una especie de collage», relata Barquero, que en la cinta demuestra un alto nivel de portugués en la voz en off, en la formulación de preguntas que exigen respuestas no siempre cómodas de contestar, y en la arriesgada propuesta narrativa audiovisual.

Son películas que solo habían existido en el territorio de la “imaginación y del deseo”

Tras Rocío, Fernando Ruiz Vergara no se dio por rendido y rodó más películas, pero por problemas de presupuesto, como no sacar adelante la financiación requerida o falta de impulso final, jamás se estrenaron. Los amigos del director vieron que había conservado todos los materiales (guiones y notas deslavazadas) y las cintas, con materiales de diferentes formatos, estilos y conceptos. Películas que solo habían existido en el territorio de «la imaginación y del deseo».

La trayectoria vital del director al que se le homenajea dibujaba «el perfil de un rebelde», según los autores de Caja de resistencia. De origen humilde, huyó siendo adolescente de la dictadura franquista para trabajar en el norte de Europa como obrero en fábricas, como camarero, como pintor. Al cine llegó de manera autodidacta. Lo aprendió en las cooperativas cinematográficas en la ebullición cultural y política de la Lisboa de la Revolución de los Claveles.

«Miserabilidad cultural»

Y años después llegó Rocío. En esta película, Pedro Gómez Clavijo, vecino de Almonte, señalaba al terrateniente José María Reales como uno de los «perpetradores de los crímenes fascistas» tras el golpe militar de 1936. «Fue de una miserabilidad cultural e intelectual importantísima, debajo de cero. ¿Qué es lo que hice yo? Carretera y manta, que la vida continúa. Yo no estoy traumatizado por esa historia, pero lo que sí estoy es totalmente rebelado, claro que sí», dice el cineasta de Rocío explicando su autoexilio en Portugal.

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La película ha participado ya en varios certámenes nacionales e internacionales de envergadura. El jurado de la Seminci de Valladolid resaltó que Caja de resistencia había logrado una visión “exploratoria, experimental” y que descubre «la relevancia de los proyectos no realizados del archivo de Ruiz Vergara que los directores desenterraron».

«Una huida»

Son películas que estaban «todavía viva» para Ruiz Vergara. Como apostilla Barquero, solo estaban esperando “en un futuro a tomar forma”. El valor del documental es que los directores de Caja de resistencia hacen suyas las ideas del cineasta andaluz. También que suponen “el punto de partida”, y de una “huida, una posibilidad”, que se transforma en una película que hunde sus raíces en un andalucismo «anticentralista» como en el de La dos orillas (1987), de Juan Sebastián Bollaín.

Y la voz y la obra de Fernando Ruiz Vergara se refleja mucho más allá de Rocío, de sindicalistas con vocación de Gobierno, de minas de Portugal casi desconocidas que descubren universos inexplorados que parecen extraídas de lo onírico. Una compleja y atractiva investigación audiovisual llena de lecturas y laberintos.

La película Rocío se estrenó en 1980. El Tribunal Supremo dictó una sentencia en 1984 que censuraba la cinta «por injurias graves» tras haber incluido testimonios sobre la represión franquista en Almonte (Huelva). Su director, clave para entender el cine andaluz y español de la Transición, es Fernando Ruiz Vergara. El cineasta murió en 2011 solo habiendo estrenado Rocío. Y ahora ‘resucita’ de la mano de los cineastas e investigadores, Concha Barquero y Alejandro Alvarado (Málaga, 1975): en Caja de resistencia radiografían no solo este trabajo del polémico y original documentalista, sino el resto de producciones que filmó o dejó a medio hacer.