La banca europea sufrió un castigo importante en bolsa este viernes, del que únicamente se salvaron los títulos de BBVA, aupados por el fracaso de su OPA sobre el Banco Sabadell -los accionistas respaldaron su plan de recompra y el colchón de capital con el que cuenta una vez que la operación no sale adelante-. Las entidades cotizadas del Viejo Continente están sufriendo en su piel el temor a lo que se denomina ‘crisis de las cucarachas’ en Estados Unidos. Esta situación está provocada por la quiebra de varias empresas en el país y el miedo a un posible efecto dominó que pueda traducirse en problemas para el sistema financiero de la mayor economía del mundo -y pueda arrastrar al resto-. 

En este caso, ha sido el colapso simultáneo del proveedor de componentes para vehículos First Brands y del prestamista de alto riesgo Tricolor los que han puesto en alerta a Wall Street sobre la situación de los préstamos al consumo y, en concreto, de los destinados a comprar automóviles. Los préstamos de alto riesgo o subprime ya fueron el origen de la pasada crisis financiera. 

Un aumento de la morosidad en un determinado sector económico (esa cucaracha que, de repente, aparece sola) podría generar problemas en los bancos más expuestos y acabar afectando al conjunto del sistema financiero y al resto de la economía (ese riesgo sistémico estaría representado por todas las demás cucarachas que surgen al poco donde parecía haber solo una). Este esquema no sólo se cumplió en la Gran Crisis, sino también, aunque en menor medida, en la que afectó a los bancos regionales estadounidenses en el año 2023. 

La banca europea acusa en bolsa las dudas sobre la situación de algunas entidades de Estados Unidos por su posible exposición a préstamos morosos. «Me pongo en alerta cuando pasan cosas así (…) Cuando ves una cucaracha, probablemente haya más», advirtió esta misma semana Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, el mayor banco estadounidense por activos, en una conferencia telefónica con analistas posterior a la publicación de resultados. 

Dimon es el último de los CEO de grandes bancos estadounidenses que sigue en activo tras la crisis financiera. Al frente de JPMorgan y a petición de la Reserva Federal -que buscaba evitar un colapso mayor- rescató a Bear Stearns, un banco de inversión que quebró en 2008 debido a su alta exposición a los títulos respaldados por hipotecas y a su elevada deuda. 

La quiebra de estas dos firmas ha llevado a muchos inversores en deuda a revisar su posible exposición a estas compañías y sectores. «Hemos tenido un mercado crediticio alcista la mayor parte del tiempo desde 2010. (…) Estos son indicios tempranos de que podría haber algún exceso debido a ello. Si alguna vez sufrimos una recesión, veremos muchos más problemas crediticios», añadió Dimon.

En un comentario previo al arranque de la sesión, los analistas de Bankinter recordaban que las acciones de varios bancos regionales estadounidenses se desplomaron el jueves (registrando su mayor caída desde el ‘Liberation Day’ de abril, cuando Donald Trump anunció aranceles masivos para sus socios comerciales) por problemas de morosidad en dos firmas: Zions Bancorp y Western Alliance. La primera reveló que ha demandado a los fondos de inversión Cantor II y Cantor IV y les exige los 60 millones que les prestó y que emplearon para adquirir paquetes de préstamos hipotecarios comerciales en dificultades.

«En medio de las preocupaciones sobre los crecientes riesgos crediticios en el sector, estas informaciones han inquietado a los inversores», explican desde Bankinter. Los impagos de Tricolor y First Brand han puesto de relieve «los elevados niveles de deuda y la naturaleza opaca y compleja de las estructuras de financiación». También generan desconfianza sobre los estándares de evaluación de riesgos en el ámbito del crédito privado en Estados Unidos, un mercado que supera los 1,5 billones de dólares, precisan desde la gestora Edmond de Rothschild. «La falta de transparencia ha elevado la percepción de riesgo en estos mercados y podría intensificar el riesgo de contagio hacia otros prestatarios privados» con una deuda elevada, añaden.

Dentro de la banca europea, los más castigados al cierre de la sesión del viernes fueron el alemán Deutsche Bank (-6%) y Bawag Group (-5,8%), el Banco de Irlanda (-5,7%), Barclays (-5,6%) y el francés Societé Générale (-5,1%). Si bien la lista la encabeza el Sabadell con un freno superior al 6,7%, en este caso la cotización se ve lastrada por la salida de fondos arbitrajistas tras el fracaso de la OPA de BBVA (-5,98%). De hecho el grupo de origen vasco lidera las subidas, siendo el único del Stoxx Banks que salda la jornada en positivo junto al austriaco Raiffeisen Bank International (+1,15%) y el suizo Cembra Money Bank. 

En conjunto, el índice termina la jornada con un retroceso del 2,5%, entre los que también destacan las caídas experimentadas por Banco Santander (-3,3%) y CaixaBank (-3,12%), en línea con BNP Paribas y Commerzbank, que frenan más de un 3%. Cerca de este porcentaje, Unicredit, Bankinter e Intesa Sanpaolo se dejan alrededor del 2%.