En la historia moderna del fútbol se podría confeccionar un once con futbolistas magníficos cuyas lesiones marcaron sus carreras: Badstuber, aquel defensor alemán con un inicio fulgurante en el Bayern, estuvo más de 1.300 días en el dique seco y se perdió 212 partidos; Ronaldo Nazario, a pesar de la inmensa huella que dejó, alcanzó 1.324 días de baja; 1.363 fueron los de Ribery; 1.366 los de Vermaelen; 1.419 los de Kompany; 1.421 los de Marco Reus; 1.470 los de Wilshere… Y en el podio de los jugadores con más dolencias están Neymar, que se ha perdido 277 choques -y probablemente sumando más en un futuro- con 1.512 días lesionado (incluyendo rodillas, fracturas de espalda, tobillo…); Stevan Jovetic, que resiste hoy en el Omonia Nicosia después de 35 dolencias diferentes y 1.524 días (más de cuatro años); y Abou Diaby, cuya prometedora trayectoria fue arruinada por una brutal entrada cuando militaba en el Arsenal, el mediocampista francés acumuló 1.747 días de baja.
Todos los aficionados de todos los clubes del mundo recuerdan a ‘aquel jugador de cristal’ que una vez vistió sus colores. Ninguno quiere formar parte de ese grupo de caídos en desgracia, pero factores como la acumulación de partidos, los escasos períodos de recuperación entre esfuerzos y la propia calidad muscular individual de cada deportista están lastrando una de las carreras más prometedoras de la historia moderna del fútbol español: la de Dani Olmo.
El titular de hace una semana era terrible para el mediocampista de Tarrassa: «Olmo, prácticamente descartado para el clásico». El duelo se disputa el 26 de octubre y las pruebas a las que se sometió el pasado lunes (día 12) confirmaron una nueva dolencia muscular, esta vez en el sóleo de la pierna izquierda (aunque «sin afectación conectiva»), que exigiría un tiempo de baja aproximado de tres semanas. La única esperanza está en ese entrecomillado: significa que el problema no ha afectado totalmente el tejido conjuntivo que rodea el músculo (la fascia).
El ’20’ del Barça, a sus 27 años, suma un historial de percances demasiado extenso para una carrera que debería estar cerca del ecuador. Más concretamente, en los últimos cinco años suma 11 contratiempos que le han impedido encontrar la continuidad deseada para instalarse en la élite del fútbol mundial. La sensación del azulgrana medio, a pesar de que apenas lleva una temporada y un tercio con el Barcelona, es que el equipo está perdiendo una aportación determinante: pocos jugadores de construcción/ataque se mueven como él entre líneas. Los cuatro duelos que se perderá ahora se suman a los 17 en los que fue ausencia en la 24/25 por diversos problemas.
En cifras
Desde verano de 2024, cuando el Barça pagó cerca de 55 millones al Leipzig, Dani Olmo se ha perdido el 25,37 por ciento de los 67 encuentros que podía haber disputado entre club y selección. Significa que ha dejado de jugar uno de cada cuatro, un dato que, a pesar de ser tan negativo, describe la ‘mejor’ campaña del canterano blaugrana desde hace tiempo: estuvo 25 compromisos sin vestirse de corto en la 23/24 (41 por ciento), 24 en la 22/23 (40 por ciento) y 15 en la 21/22 (29 por ciento), casi siempre con dolencias musculares, muchas entre septiembre y octubre.
Esas 11 lesiones le han reportado 377 días de baja (que pueden ser más si finalmente no reaparece ante el Real Madrid) y, por encima de todo, la sensación de que ‘algo falla’, lo que puede mermar su confianza en un año determinante con el Mundial a la vuelta de la esquina. Olmo tiene ejemplos en su propio vestuario para mantener la esperanza: con su método de ‘rehabilitación activa’, Hansi Flick logró dar continuidad y estabilidad a una de las carreras jóvenes más marcadas por los problemas físicos, la de Pedri. El canario, en tres cursos (21/22 a 23/24) sumó hasta nueve bajas de distinta gravedad que le obligaron a perderse 85 partidos y estar 444 días fuera. En toda la 24/25 solo se ausentó en solo uno por una gastroenteritis.
Trayectoria
Olmo no ha conseguido estabilidad en su regreso a Barcelona, de donde salió en agosto de 2014 (con solo 16 años) para incorporarse al Dinamo de Zagreb. En la 18/19 fue elegido mejor jugador de la Liga croata y en la 19/20 llamó la atención de los ‘captadores’ del grupo Red Bull, llevándoselo al Leipzig por 30 millones de euros. En Alemania disputó 148 partidos (29 goles y 30 asistencias), pero desde la 21/22, cuando sufrió dos roturas de fibras consecutivas en septiembre y noviembre, va añadiendo demasiados párrafos a su historial médico.
La lesión llega en un momento muy inoportuno tanto para él como para el Barça. El club necesita reencontrar el ‘hambre’ demostrado en la pasada temporada y el español, peso pesado en un vestuario juvenil a pesar de llevar tan poco tiempo, es una de las piezas clave para Flick: es el ‘señalado’ para ocupar la punta del triángulo delante de Pedri y De Jong.