En un país de 12 millones de habitantes, la mitad no había visto una crisis como la actual. El Gobierno boliviano aceptó a tan solo unos días de las elecciones que, con la excepción de la pandemia de la covid-19, Bolivia ha vivido su primera recesión en 39 años al encadenar decrecimiento económico en los dos primeros trimestres del 2025.
Una caída del 2,4% del PIB que sintetiza lo que se ve en las calles, con productos básicos disparados con una inflación del 20% interanual y una crisis de combustibles inédita para un país rico en hidrocarburos. A lo largo del último año, han sido habituales las filas en las gasolineras esperando poder repostar y, aunque por momento el suministro se ha estabilizado, apenas una semana antes de la segunda vuelta de las presidenciales, el sistema ha vuelto a colapsar.
Camiones esperan para repostar. S. Barnuevo/RTVE
En las ciudades de La Paz y El Alto, que suman dos millones de habitantes, lo normal es ver largas filas de coches y camiones cerca de las estaciones de servicio. Sus conductores esperan cada día varias horas para poder repostar, lo que se convierte en algo especialmente trágico para los profesionales del transporte como Milton, un repartidor de refrescos que lleva más de 24 horas apostado en las calles cercanas a la gasolinera de la paceña curva de Holguín. «El Gobierno dice que el diésel está llegando, pero aquí tenemos que pasar la noche esperando a que llegue la cisterna y mientras esperamos, no ganamos dinero y por tanto, no podemos llevar comida a casa», dice con el semblante agotado.
«Llevamos así semanas, el 40% de los camiones de El Alto y la Paz están parados y eso va a conllevar que todo suba de precio», explica Limbert Tancara, portavoz de Transportes Libre de La Paz, que advierte del impacto que ya está teniendo la falta de suministro en las furgonetas del transporte público que utilizan cada día ocho de cada 10 habitantes para el día a día.
Limbert Taraca
«No estamos subiendo las tarifas porque eso afectaría mucho a nuestros usuarios», admite Jorge, conductor de las populares furgonetas de transporte. A la vez, recuerda «que esta situación nos está estrangulando».
Junto a camiones y taxis, hay conductores con vehículo privado que están también varias horas de espera porque necesitan moverse para su vida diaria y que se benefician de la subvención a los combustibles con la que pagan apenas 0,25 euros por litro. El impacto por la falta de combustibles es a todo el mundo y está siendo especialmente duro para los productores agrícolas, que este año han visto perder la cosecha de arroz en un 40%, según la Cámara Nacional de Exportadores. Su presidente, Oswaldo Barriga, ha explicado a RNE que «no llegó el diésel a tiempo para siembra y la cosecha y se han perdido toneladas de un alimento fundamental para el país. También se ha perdido grandes cantidades de soja, que es el primer sector agrícola de Bolivia».
Avisa, además, de una caída de la producción dramática para un país que, precisamente, necesita exportar para recaudar divisas con las que importar combustibles. «Es una espiral difícil de la que necesitamos salir porque un país productor de alimentos como Bolivia se está viendo obligado a comprar fuera lo que antes producía de más», añade.
Dos opciones liberales, pero con matices
El descontento social ha elevado a dos opciones conservadoras como posibles para el futuro Gobierno, desde la más ultraliberal de Jorge Quiroga, a la más «popular» de Rodrigo Paz. Los dos coinciden en que hay que recortar gasto público y, en plena campaña, ambos aspirantes prometen mantener los programas sociales para los más vulnerables.
Pero el expresidente asegura que resolverá la crisis con un rescate internacional que siempre conlleva recortes, mientras que el senador cree que es posible hacerlo anulando el despilfarro que atribuye al actual Gobierno. «Rodrigo Paz es socialdemócrata en lo político, pero liberal en lo económico, por eso su lema de ‘Capitalismo para todos’ resume bien su programa», explica a RTVE José Gabriel Espinoza, coordinador de la propuesta económica. Una idea que se basa en acabar con «el Estado-tranca» que, dice el economista, pretende acabar con las trabas que hay para el emprendimiento.
Rodrigo Paz ha prometido que facilitará el crédito a los pequeños empresarios en un gesto que gusta entre la población aymara y, como señalaba en su cierre de campaña en Tarija, la ciudad donde fue alcalde, al prometer «platita para que hagas tu empresa, hagas tu negocio, compres ‘autito’, salud, techo y educación». Espinosa asegura que tienen todas las opciones abiertas, pero que no creen que la solución llegue con imposiciones «desde fuera».
Algo que para su rival es la única solución. En una entrevista con Radio Nacional de España tras la primera vuelta, Quiroga aseguraba que, igual que a un enfermo hay que hacerle «una transfusión de sangre, suero y oxígeno, Bolivia necesita un programa internacional de estabilización de las balanzas de pago con inyección de dólares para recuperar el suministro de combustibles y reactivar la economía».
Un programa que, dice, buscará firmar todos los tratados de libre comercio posibles y que no tocará los subsidios elementales para las capas más vulnerables pero que sí atacará al sector de empresas públicas. «Vamos a privatizar las que no tienen sentido, como una fábrica de papas fritas, y las estratégicas del estado se quedarán en manos de todos con un plan que llamamos la Revolución Propietaria Liberal que otorgará a cada boliviano una acción que será hereditaria», explicaba el portavoz de Quiroga José Manuel Ormachea. Los dos auguran un Estado boliviano más pequeño como paso esencial para recuperar la economía.
Soluciones con mayor dolor y previsible respuesta en las calles
La crisis económica y el enfrentamiento salvaje entre el presidente Luis Arce y su mentor Evo Morales han abierto la puerta a las recetas liberales que no habían sido capaces de ganar el poder por las urnas en los últimos 20 años, dominados por el Movimiento al Socialismo (MAS). Ahora, los que apuestan por medidas de mercado aseguran que el tiempo les ha dado la razón, como el analista financiero, Jaime Dunn. Lleva años pidiendo que la economía se abra, habla como el presidente de Argentina, Javier Milei, de las «ideas de la libertad» y reclama que se eliminen las trabas para que la economía se desarrolle.
Reportajes 5 continentes – Jaime Dunn: «Bolivia es como un paciente infectado para el que no funcionan los antibióticos»
Ahora asegura que el país está en riesgo de la estanflación, «un proceso complejo de difícil solución, con inflación y estancamiento. El problema es que la economía boliviana es como encontrarte con una infección a la que ya no responden los antibióticos», asegura a RTVE. «Muchos políticos tradicionales creen que el problema es la falta de combustibles y de dólares, pero esas son las consecuencias. El problema real es el exceso de gasto público que ha generado un déficit fiscal con 10 años consecutivos y eso hace que el gobierno recurra a mucha deuda externa e interna generando pérdida de valor de la moneda nacional y crisis de balance de pagos.
Cuando esto ocurre en un país que importa el 40% de la gasolina y cerca del 90% del diésel, la crisis llega como ha llegado», explica. Jaime Dunn intentó ser candidato, pero fue inhabilitado «injustamente», según denuncia, y ve con agrado cómo los dos candidatos han adoptado alguna de sus ideas. Eso sí, detecta un problema: «Los dos prometen soluciones rápidas cuando eso es complicado y no están explicando los esfuerzos que hay que hacer». Augura que, para solucionar esta situación, las medidas que hay que tomar van a suponer «una crisis todavía más profunda con una devaluación que podría ser del 70% y un aumento de la inflación mayor que podría ser del 40% anual y un decrecimiento económico».
Jaime Dunn. S. Barnuevo/RTVE
Pero insiste en que todo esto «será parte de la solución». Sin embargo, habrá que ver qué opinan las calles que ya han frenando reformas en otros países como Ecuador, Perú o Argentina. Ante esto, emerge la figura del expresidente, Evo Morales, que mantiene el liderazgo de las bases cocaleras campesinas de Cochabamba y que promulgó el bloque de parte del país en su presión contra Luis Arce.
Desde sus afines advierten de que no van a tolerar cambios en la Constitución ni pérdida de derechos. Su portavoz en el actual Parlamento, Teresa Morales, asegura a RTVE que se pondrán al lado de las protestas que organicen las centrales obreras: «Está anunciada la guerra y, como no nos han permitido votar al prohibir la candidatura de Evo, nos obligan a participar en las calles». Porque al fin y al cabo, la primera segunda vuelta que se celebra para unas elecciones presidenciales es simplemente el comienzo de una nueva etapa que nadie sabe cómo va a terminar.