Sonia Monroy, en pleno resurgimiento de popularidad por participar en Supervivientes All Stars, atraviesa uno de los momentos más duros de su vida. Solo unos días después de regresar expulsada de Honduras ha perdido a su hermana Mari Ángeles, una pérdida que se suma a la de sus padres y de su hermano.
Pero Monroy, lejos de hacerse pequeña, ha hecho suyo el lema de “el espectáculo debe continuar”, y este mismo viernes se ha sentado en ¡De Viernes! no para montar un drama, sino para ajustar cuentas con su examiga Yola Berrocal. Así, Sonia se refugia de los malos momentos de la televisión, el lugar donde siempre se ha sentido viva.
La relación de Yola y Sonia se remonta a décadas atrás; ambas estuvieron en el proyecto de las Sex Bomb, y, más tarde, hasta montaron un dúo, 2Atrevidas, con el que grabaron un cover del Boys de Sabrina Salermo. Ahora, al parecer, no hay amistad entre ellas, tras una tensa pelea en el plató de Santi Acosta solo una semana antes.

“En mi amistad con Yola hay un antes y un después. Una decepción absoluta con Yola. Mi dolor fue real, por eso me rompí tanto”, decía Sonia en el avance. Así, Monroy volvía a dar un poco de espectáculo, dejando a un lado su dolor, y ofreciendo ese perfil con el que pretende hacer reír al público, como ella misma reconoce.
Desde los años 90, cuando irrumpió en la pequeña pantalla como colaboradora en programas de entretenimiento como Esta noche cruzamos el Mississippi, Sonia se acostumbró a vivir de cara al público. Su risa, su espontaneidad y su capacidad para reinventarse la convirtieron en un rostro habitual de la farándula y los realities.

Sonia Monroy y Yola Berrocal con Santi Acosta en ‘De Viernes’.
Detrás de las luces del plató late una historia marcada por el dolor y la resistencia. La muerte de sus padres, ocurrida con pocos años de diferencia, supuso el inicio de una etapa sombría, de la que se jactaba el pasado julio en YAS Verano. Su padre falleció primero, y ella se fue a hacer las Américas porque se lo prometió a su progenitor.
Sin embargo, su madre también enfermó, con Alzheimer, y pasaba seis meses al año en América y seis en España para cuidarla, hasta que falleció hace ya tres años. A eso se suma la muerte de sus hermanos, Peter y Frank, en 1993 y 2018. Ambos, casualmente, en accidentes de tráfico.
A esas pérdidas se sumó posteriormente una tragedia aún más devastadora: la muerte de su hermana Mari Ángeles, pocos días despúes de llegar de Honduras. Cuando se fue a Supervivientes: All Stars estaba ya enferma, pero pensó que el reality le ayudaría a desconectar y a tener la cabeza ocupada. La audiencia la expulsó y le dio el regalo de poder despedirse.
Alguna vez ha reconocido que pensaba tirar la toalla y alejarse de los focos, pero en el trabajo encuentra la fuerza que necesita para salir adelante. “Ir a los estudios me da vida. Aunque el corazón esté roto, las cámaras me devuelven energía”, confesó en el pódcast La vida en directo, a comienzos de 2025.

Sonia Monroy en ‘Y ahora, Sonsoles’ junto a una foto familiar.
Esa relación casi terapéutica con la televisión no es nueva para ella. A lo largo de su trayectoria, Sonia ha utilizado la exposición mediática como un canal para expresar emociones que muchas veces no puede poner en palabras.
El público la recuerda por su participación en realities, debates y espacios de variedades. Sin embargo, detrás de la exuberancia mediática se esconde una mujer profundamente sensible, que solo desea ser actriz, aunque siente que, por su perfil, las puertas se le cierran en España sin justificación.
Profesional ante todo
En Antena 3 este verano lamentó cómo una vez la querían para un papel, pero no la cogió el director para que no se hablase de ella. Al otro lado del charco, Sonia ha conseguido papelitos en producciones como Anatomía de Grey y Cómo conocí a vuestro padre, demostrando que ella es muy profesional y válida para trabajar si se le da la oportunidad.
Monroy no oculta sus emociones. No lo ha hecho nunca. Cada vez que pisa un plató, lo hace con la transparencia de quien no teme ser juzgada. Esa honestidad ha generado admiradores y detractores, pero también la ha mantenido en la conversación pública durante más de dos décadas.
«Mis padres y mis hermanos siguen conmigo cuando trabajo. Ellos me empujan a no rendirme»
Ahora, Sonia pasa por un nuevo oasis personal, ya sin su familia directa cerca de ella. Para Monroy, cada programa, cada aparición, es una manera de rendir homenaje a los que ya no están. “Mis padres y mis hermanos siguen conmigo cuando trabajo. Ellos me empujan a no rendirme”, explicó en una charla con Semana en abril de 2025.
Sonia sigue al pie del cañón, y nos vende peleas con Yola Berrocal cuando podría contarnos historias lacrimógenas. Porque ella es así, entiende la televisión de una manera muy especial, y tiene muy claro que su lugar está ante la cámara, y, posiblemente, convencida de que el mejor trabajo como artista de su vida está todavía por llegar. Y que sigue luchando por sonreír, aunque duela.