Aunque en apariencia dispersa, la obra de Elvira Navarro (Huelva, 1978) gira sobre un triple pivote: tentar los aspectos enigmáticos de la realidad, indagar en los desequilibrios mentales y señalar situaciones sociales degradadas. Su nuevo libro de relatos, La sangre está cayendo al patio, compendia tales inquietudes.

La sangre está cayendo al patio
Elvira Navarro
Random House, 2025
141 páginas. 17,95 €
Este conjunto de asuntos lo aborda en nueve narraciones, casi todas bastante cortas, y una, «Los amores idiotas», que podría calificarse como cuento largo, en la que se nota el pulso del relato breve. «Tela de araña», que refiere el acoso de unos emigrantes a una española de Erasmus en París, es un relato inane y prescindible que desmerece del conjunto. Las restantes piezas demuestran, sin embargo, poderío imaginativo y voluntad de inventar historias originales y fuertes.
Ya evidencia esta capacidad el primer cuento, inusitada peripecia de una lavadora doméstica que lava con sangre. Y se refuerza de forma evidente en otros. Por ejemplo, en el desquiciado barrendero de carreteras que recoge animales heridos o muertos y monta un auténtico zoo de toda clase de bichos en su casa. O en la dura historia de dicho cuento extenso que traza las complejas relaciones de una pareja patética, un chico gordo (180 kg.) y enfermo crónico y una mujer también achacosa y compasiva.
En términos generales, el misterio de la vida predomina en el libro. Un misterio inquietante y atemorizador. La realidad esconde algo horrible y resulta incomprensible, en el sentir de la autora. Por eso los cuentos se pueblan de impresiones extrañas, sombras acechantes y arcanos; aparecen ambientes espectrales y se oyen ruidos enigmáticos.
Hay atmósferas cargadas de sensaciones de extrañeza. Se nos lleva a la frontera de lo alucinatorio, se perciben fenómenos extraños y, en consecuencia, las historias se llenan de miedos, a un paso del terror. Normal, cuando la dictadura de la fatalidad manda sobre la existencia.
Estos cuentos muestran poderío imaginativo y voluntad de inventar historias originales y fuertes
Tal mundo sospechoso produce otra constante del libro, personajes marcados por la histeria, por desequilibrios mentales, por diversos grados de enajenación; abocados a comportamientos frenéticos si no es a la pura y dura locura.
Se llega, en una misma pieza, a reduplicar la inestabilidad psicológica: una hija visita enajenada a su padre en el cementerio a la vez que afronta la demencia de su madre, interna en una residencia. Llama la atención la frecuencia con que los conflictos anímicos proceden de desavenencias de pareja.
Todo ello ocurre entre gentes comunes, según se ve en el catálogo de profesiones de los personajes (oficinista, barrendero, empleada de sex shop, azafata…) o en su situación laboral (en el paro, en un ERE). De ahí que el libro contenga también pinceladas testimoniales con tintes de denuncia de la precariedad económica y de la marginalidad.
El último texto, «La ciudad del miedo», hace honor al título: cuento muy social, hace un retrato amargo y sin concesiones de la emigración en la banlieue parisina.
Este variado ramillete de cuentos inquietantes y revulsivos que cuestionan las apariencias de la vida común revalida el lugar destacado que Elvira Navarro ocupa entre nuestros penúltimos narradores.