Fernando Clavijo ya tiene dos motivos para destituir al director del Servicio Canario de la Salud, Adasat Goya. El primero es, sin duda, lo ocurrido esta semana en la comisión de Sanidad del Parlamento de Canarias, donde Goya respondió a las críticas de uno de los diputados de la oposición revelando parte de su historial médico. Y lo hizo con tal naturalidad que acaso pareciera estar acostumbrado a desenvolverse con ese desparpajo y esos modales antidemocráticos.
Cuando se tiene tan poca talla política y tan pocos argumentos para defender la gestión del departamento que diriges, los mediocres recurren al ataque personal, al insulto al rival político. Lo estamos viendo con demasiada frecuencia en la escena nacional, pero resulta muy difícil encontrar en la política canaria un comportamiento tan rastrero como el protagonizado por este cargo público.
Seguro que a estas alturas los servicios jurídicos de Sanidad ya le han prevenido de las consecuencias administrativas y penales que podrían acarrearle su comportamiento en la Comisión de Sanidad del Parlamento. El delito de revelación de secretos se agrava cuando quien lo comete es un funcionario público. No hace falta remontarse a hechos muy lejanos para recordar que un fiscal general del Estado, nada menos, se sentará en breve en el banquillo acusado de haber contado noalgo tan ínti como una baja médica, sino un fraude fiscal reconocido por un contribuyente.
La otra vertiente sancionadora podría llegarle por la Agencia de Protección de Datos, que suele ser bastante estricta cuando se vulneran los principios que inspiran su existencia. En ambos casos, independiente de las iniciativas políticas, el diputado víctima de estas revelaciones, el lanzaroteño Yoné Caraballo, de Nueva Canarias, debe interponer las correspondientes acciones judiciales.
El segundo motivo que tiene Clavijo para destituir a este alto cargo antes del lunes es el cumplimiento de una de sus promesas de campaña electoral, la que pronunció en Lanzarote el 22 de mayo de 2023: “La Sanidad no se puede gestionar a golpe de carné de partido, como ha hecho el PSOE, sino con los profesionales”. Clavijo insistió mucho durante esa campaña en la necesidad de mejorar la gestión de la sanidad pública canaria que, a su entender, debía ser profesionalizada y despojada de los intereses partidistas.
Pues no lo hizo en este caso, o no se lo dejaron hacer. El caso de Adasat Goya evidencia todo lo contrario a lo que prometió el presidente Clavijo. Este estibador portuario no solo es un ejemplo claro de cómo se puede trepar en política con el único mérito de saber portar con estilo el carné del partido en la boca, sino cómo pueden ascender unos más que otros dependiendo de con quién esté de relacionado el portador de ese carné. Y la condición de estibador de Adasar Goya no es un dato irrelevante, ni un insulto a esa profesión tan decisiva en una tierra como Canarias.
La condición de estibador, o mejor dicho, de coordinador de estibadores del director del Servicio Canario de la Salud ha sido decisiva por su ascenso por la vinculación de esa profesión y sus poderes sindicales con el abogado Víctor Díaz, quien fuera consejero de Empleo en el Gobierno de Manuel Hermoso (ATI) entre 1995-1999 y abogado en diversas causas del actual presidente, Fernando Clavijo. Además, es hermano del influyente exalcalde de La Laguna José Alberto Díaz, otro poder local indiscutible de CC en Tenerife.
El director del Servicio Canario de Salud ataca a un diputado de NC revelando datos de su historial médico: “Es muy sucio lo que hace”

La ciudadanía no puede tener dudas de la calidad democrática de las personas que están al frente de la gestión de sus intereses. No pueden temer que sus datos más íntimos puedan circular sin control en función de una revancha política o de un bocazas sin cerebro. Y ante la duda, los superiores de esos infractores deben actuar contundentemente sin miramientos. La carrera política de Adasat Goya debería acabar ahora y para siempre.