Enrique Varela (Madrid, 1968), dirige el Museo de Sorolla en Madrid, entidad dueña de la práctica totalidad de los cuadros que se exhibirán hasta el 8 de febrero en la Fundación Bancaja … . El comisionado opina sobre esta exposición y respecto al proyecto de traer a Valencia obras del artista merced al acuerdo entre la Generalitat y la Hispanic Society de Nueva York.
–¿Qué pueden ver los valencianos y visitantes a la ciudad hasta el 8 de febrero en la Fundación Bancaja?
–Una exposición irrepetible. Una concentración de obras maestras por metro cuadrado difícil de ver fuera de la casa Sorolla. La esencia de la colección del Museo. Un recorrido plástico por lo mejor de la colección a través de todos los géneros que practicó el maestro de la luz. Además, es una exposición que no agota, no apabulla por la cantidad sino por la calidad. Obras seleccionadas en un discurso armónico, desde sus inicios al fin de sus días, pasando por los principales géneros que practicó: pintura académica, realismo social, retratos, el mar, jardines, tipos populares, pintura de paisaje…
–De las 59 obras que llegarán de Madrid, algunas no han sido nunca expuestas en Valencia. ¿Cuáles destacaría, y qué importancia tienen?
–Difícil respuesta. Si me voy al repóquer de ases diría: ‘La Siesta’, ‘La bata rosa’, ‘El baño del caballo’, ‘Paseo a la orilla del mar’, ‘Mis hijos’. ¡Todas ellas juntas! Si me voy a una experiencia estética sublime diría que la última sección de la exposición ‘El fin de los días. La serie del Cavall Bernat’ es una auténtica revelación de hasta dónde llegó Sorolla en su evolución plástica como pintor.
–¿Considera ‘¡Triste herencia!’ la joya de la corona de esta muestra, o destacaría alguna obra sobre el resto?
–Indudablemente ‘¡Triste herencia!’ dialoga a la perfección con ese repóquer de obras maestras que antes he mencionado. Esta obra de la Fundación Bancaja marca el camino de la maestría que viene después en la biografía artística de Sorolla. Contemplarla integrada dentro del relato de la exposición, en dialogo con las obras del Museo Sorolla, le otorga un aura mayor, si cabe. Cobra todo el sentido tenerla ‘invitada’ en la exposición.
–Da la sensación de un resurgir en ese interés por Sorolla, al menos en Valencia. ¿Qué dicen los datos de visitantes en el caso del Museo de Madrid?
–Respecto de Valencia, yo creo que los últimos años se ha estado desarrollando una programación expositiva que ha permitido disfrutar de manera periódica de la pintura de Sorolla. Ha sido un interés sostenido. La colaboración del Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla con la Fundación Bancaja ha permitido traer a Valencia periódicamente exposiciones que estábamos programando desde Madrid. A ello se añade la conmemoración del Centenario Sorolla en 2023, que ha supuesto un hito en relación con Sorolla. Todas las entidades e instituciones culturales nos volcamos. El resultado pudo palparse en el latido cultural de nuestro país, no solo de Madrid o Valencia. La ciudadanía respondió con entusiasmo. En relación con los visitantes del Museo Sorolla, lo que nos dicen los datos es que el interés por Sorolla no para de crecer. El año del Centenario Sorolla el Museo superó su récord histórico de visitantes: 346.000 personas visitaron la casa Sorolla. Esta cifra se mantendría al año siguiente, en 2024, hasta el cierre del museo por obras en el mes de octubre. Es una muy grata sorpresa descubrir que el arte de Sorolla sigue vigente para el público, que no declina, que nuevos visitantes se suman a la fascinante experiencia de visitar su casa, sus jardines y sus estudios de pintura tal y como los dejó, con las obras maestras colgadas de las paredes. Una visita irrepetible, como demuestran las encuestas de público que manejamos.
–El presidente de la Generalitat vino a decir que la Comunitat tenía un debe con Sorolla, porque la presencia de obras suyas en el territorio ha sido casi testimonial. ¿Qué opina al respecto?
–Hace tiempo, en otra entrevista, dije que Valencia tenía que asumir que las colecciones de Sorolla están dispersas en distintas instituciones de la ciudad. Hay magnificas colecciones de Sorolla en Valencia: en el Museo de Bellas Artes, en la Diputación, en la Fundación Bancaja (y también en colecciones particulares). Lo que tienen que estar esas obras es visibles, accesibles, expuestas al público, no guardadas en depósitos o en despachos de autoridades.
–¿Qué valoración hace del proyecto de la Generalitat de abrir un museo de Sorolla en Valencia?
–Hasta donde yo sé, la Generalitat está trabajando con la Hispanic Society de Nueva York para asentar una sede o sucursal de la Hispanic en Valencia con la colección Sorolla (salvo los paneles de ‘Visión de España’), no me consta que se vaya abrir como tal un museo Sorolla en Valencia.
Dicho esto, he de decir que mi conocimiento en torno a este importante proyecto se basa fundamentalmente en lo que he leído en los medios de comunicación y en alguna conversación informal. Ello me exige ser prudente. No dispongo de mucha información más. En todo caso, es un proyecto muy significativo para Valencia.
–¿Y qué valoración realiza de las piezas que la Hispanic va a exhibir en Valencia?
–Las piezas son magníficas. Todas muy interesantes por distintas razones. Buena parte de las ochenta pinturas que componen la colección son de primera línea: ‘Sol de la tarde’, ‘Idilio en el mar’, ‘Después del baño’, ‘Paisaje de Jávea’, la magnífica galería de retratos…
Luego están los guaches de Visión de España, muy interesantes para el estudio del proceso creativo; y muy delicados también, al igual que los dibujos.
–Tanto en el primer inventario de la Hispanic como en la muestra de Bancaja hay retratos pero también ese gusto de Sorolla por plasmar el costumbrismo de la época. ¿Qué destacaría de cada parte de su obra?
–La luz, siempre la luz. Ya sea en un oscuro retrato de interior o radiante de exterior; la luz filtrada de un jardín o cegadora impactando en el mar. La luz más oscura o la más resplandeciente. La luz algo siniestra de un vagón de tercera en ‘Trata de blancas’, las jerarquías de luz del cuadro ‘Mis hijos’, la luz del atardecer en la ‘Cala de San Vicente en Mallorca’…Cualquier tema, cualquier género le sirve para experimentar con la luz y sus efectos plásticos.
–Y sin duda, su gusto por representar el mar Mediterráneo. En esta muestra veremos obras de su último viaje para retratarlo. ¿Qué matices ve en estas pinturas, o diferencias, con respecto a las del mar de Valencia?
–Las obras del Cavall Bernat pintadas en la cala de San Vicente de Pollença (Mallorca) tienen un componente estético, plástico y vital muy especial. Es, sin que él lo supiera, su última estancia en el Mediterráneo para pintar. Sorolla acaba de terminar el titánico encargo de los paneles de la Hispanic, y se marcha con Clotilde y su hija Elena a Mallorca a descansar y a pintar, pues hacía tiempo que quería ir a las islas.
El pintor está libre de encargos, planta su caballete en la Cala de San Vicente y durante esos días de descanso pinta una de las series más sugestivas, evocadoras y bellas de su carrera.
Sorolla captó a través de una serie de lienzos -todos iguales, cada uno diferente- las variaciones de luz y color sobre un mismo motivo, el Cavall Bernat bañado por el agua esmeralda y el sol del atardecer.
A través de esa misma estructura compositiva Sorolla se adentra en la experimentación plástica en una pintura rápida, expresiva y libre. Puede decirse que la serie del Cavall Bernat es un testamento artístico de hasta dónde llegó Sorolla con su pintura. De nuevo los desafíos de la luz empujaron al artista hacia nuevos parámetros plásticos.
–¿Considera que este museo de la Hispanic va a ser competencia para el Museo de Madrid?
-¿Competencia?, de ningún modo. Será un complemento.
-Que venga respaldado por el Consell y con fuerte financiación pública, ¿cómo lo valora?
-Como dije anteriormente, tengo que ser prudente porque no conozco cómo se está fraguando el proyecto en profundidad. En todo caso, no me corresponde a mí valorar esta cuestión.
–¿El Museo Sorolla de Madrid va a colaborar con este proyecto?
–Nada de lo que atañe a Sorolla nos es ajeno. Colaboraremos como hacemos con muchísimas instituciones nacionales e internacionales. Y con la Hispanic, por descontado. Ya lo viene haciendo el Museo Sorolla desde hace mucho tiempo; nos unen intereses comunes: Sorolla. La relación siempre es cordial, dificultada por la distancia, pero ahora estoy seguro que será más fácil.
–¿Debería tener Valencia una muestra permanente sobre Sorolla, más allá de convenios que se puedan firmar con la Casa Museo o con la Hispanic?
-El magnífico Museo de Bellas Artes tiene una muestra permanente sobre Sorolla con obras importantes que, además, dialogan y se relacionan con otras obras de otros artistas anteriores, coetáneos y seguidores de Sorolla. Esto aporta una lectura añadida, y es que permite comprender mejor Sorolla en su contexto, la escuela valenciana, fundamental en su arte.
–¿El Museo de Sorolla mantendrá la colaboración con Bancaja una vez esté abierto este nuevo espacio?
-La Fundación Bancaja es una institución de primerísimo orden en el ecosistema cultural de Valencia. Venimos trabajando con ellos desde hace tiempo materializando proyectos expositivos de mucho impacto. Seguiremos colaborando, no hay duda.
–Blanca Pons Sorolla ya no figura en el Patronato del Museo Sorolla de Madrid, ¿es por su presencia en la fundación de la Hispanic?
-Creo que esa información es errónea. Blanca Pons-Sorolla sigue siendo miembro de Patronato de la Fundación Museo Sorolla. Participa de la vida del Museo y de la Fundación, y colabora siempre que se lo solicitamos. Estamos ahora mismo apoyando la publicación del Catalogo razonado de Joaquín Sorolla, proyecto indispensable de gran calado en el que lleva empeñada décadas.