La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) acoge estos días la VIII Escuela de Inmunología e Inmunoterapia, en la cual la investigadora Margarita del Val ha puesto en valor la investigación básica, destacando los trabajos que están desarrollando prototipos de vacunas para cada tipo de patógeno. Serían el mejor punto de partida posible ante un escenario de riesgo.
La investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM) y coordinadora de la plataforma PTI Salud Global del CSIC, Margarita del Val, ha intervenido en este foro centrándose en la preparación ante enfermedades emergentes, tipos de patógenos y en vacunas actuales. Ha sido tajante: “Cuanta más investigación básica tengamos, mejor”. Es algo que considera crucial.
“Actualmente se está trabajando en vacunas para cada familia de patógenos, de modo que contemos con experiencia y estaremos mejor preparados”, ha añadido. Su intervención se ha centrado en una hipótesis de enfermedad desconocida con un elevado riesgo de potencial pandémico.
El primer paso es conocer el patógeno, su unión al receptor celular, genoma, modo de transmisión y antígenos críticos, además de si es accesible a antimicrobianos y cuál es su grado de virulencia.
Desde la perspectiva de la población: gravedad, letalidad, presencia de infección asintomática, transmisión entre personas, inmunidad poblacional y poblaciones vulnerables. De nuevo -insistía- gran parte del escenario dependerá de la existencia de vacunas.
El desarrollo de vacunas es un proceso complejo, pero particularmente importante si se tiene en cuenta que el avance de las enfermedades infecciosas es muy acusado, producto de la concentración de población en zonas urbanas y la evolución demográfica (al alza y envejecida), entre otros factores.
“Las vacunas protegen y ahorran en sufrimiento, en tratamiento, en secuelas y en dinero”, ha recordado. vAnte la crisis sanitaria mundial creada por el SARS-CoV-2, la urgencia por desarrollar vacunas llegó “incluso a compañías que no las habían desarrollado anteriormente”. Superada, el acento en este campo de la investigación debería mantenerse.
Sobre la cuestión de lecciones aprendidas (o no aprendidas) en la pandemia, del Val ha advertido que, si se produjera otra por un patógeno de transmisión respiratoria, “hay algo que no estamos haciendo bien”. Con esto se refería al hecho de que a los contagios típicos de las estaciones frías se están sumando casos de transmisión durante la temporada de calor al mantenerse la población en ambientes cerrados con aire acondicionado y sin la debida ventilación.
Con esta reflexión retomaba la necesidad de fomentar la investigación en vacunas, ya que “contamos con vacunas eficaces que inducen anticuerpos neutralizantes frente a patógenos muy citopáticos (que inducen cambios y destruyen células), pero es necesario desarrollar vacunas que induzcan linfocitos T citotóxicos de memoria para prevenir infecciones poco citopáticas y crónicas”.