Desde su estreno el 20 de octubre de 1995, ‘Dilwale Dulhania Le Jayenge’, más conocida como DDLJ o ‘El amante se llevará a la novia’, se proyecta cada día en el legendario cine Maratha Mandir de Bombay, la capital financiera de la India. «La he visto unas 30 veces desde 1996 y pienso seguir haciéndolo», cuenta entre risas Mohammad Shakir, de 60 años, uno de sus fieles espectadores.

Cada mañana, a las 11.30 horas, por apenas 40 rupias (unos 0,39 euros), el público disfruta de esta historia de amor entre dos jóvenes que deciden desafiar las tradiciones familiares. El éxito fue inmediato. La película convirtió a Shah Rukh Khan en una superestrella y, tres décadas después, el romance sigue vivo en la gran pantalla. «Entre semana vienen sobre todo estudiantes y parejas jóvenes», explica Manoj Desai, director del cine, que conserva su estética original. «Los domingos solemos tener unas 500 entradas», afirma este pequeño empresario.

Dentro de la sala, la pasión no ha disminuido. La escena en la que la protagonista corre junto a un tren en marcha para alcanzar a su amado sigue provocando aplausos, silbidos y vítores. «Ese momento me pone la piel de gallina», confiesa Desai. La película refleja el contraste entre la mentalidad abierta de dos jóvenes indios criados en el extranjero y los valores tradicionales de sus padres.

Un clásico que no envejece

Algunos espectadores acuden desde hace años, movidos por la nostalgia. Entre ellos, una mujer que asiste puntualmente a la sesión de las 11.30. «No le cobramos la entrada», comenta el responsable del cine.

Las nuevas generaciones también han caído rendidas ante esta historia de amor. «Nuestra generación ve las relaciones de una forma menos sentimental», admite Omkar Saraf, de 23 años, nacido después del estreno. «En esta película, el protagonista lo da todo por amor sin esperar nada a cambio», cuenta. La ha visto en televisión y en su móvil, pero insiste en que «nada se compara con la gran pantalla, que pone los pelos de punta».

En 2015, la proyección se interrumpió brevemente, pero tras las protestas del público volvió de inmediato a la cartelera. El Maratha Mandir, situado junto a la estación central de Bombay, se ha convertido en parada obligada para los viajeros, incluidos muchos extranjeros, que aprovechan para ver el filme antes de tomar su tren.

«Es como Romeo y Julieta, pero con final feliz», dice Kelly Fernández, una turista española que considera la proyección parte de su experiencia en la India. «Aunque no entendimos todos los diálogos, disfrutamos de la música, la danza y los trajes», detalla la mujer.

Para el crítico Baradwaj Rangan, la longevidad de DDLJ es una carta de amor a una India que busca equilibrio entre la tradición y la modernidad. «Se ha convertido en un monumento cultural», asegura. «Ha sabido reflejar a la perfección las tensiones entre dos generaciones», agrega el analista.

Desai lo tiene claro: ‘Dilwale Dulhania Le Jayenge’ seguirá en cartel mientras el cine Maratha Mandir siga en pie.