El día que Enric Mas pidió la victoria… y Joao Almeida dijo que no
Aunque pasó algo desapercibido entre el polvo y el estruendo de Roubaix, lo que ocurrió en el cierre de la Itzulia merece un lugar destacado entre los diez momentos del año.
Fue un episodio de los que explican el ciclismo moderno, sus códigos, sus contradicciones y su implacable escaparate mediático.
La Itzulia 2025 no tuvo el nivel de otras ediciones.
Faltaron algunos grandes nombres, y eso abrió la puerta a corredores que normalmente viven a la sombra.
En ese contexto, Enric Mas se encontró con una oportunidad de oro.
Desde aquella victoria en China con el Quick-Step, hace más de cinco años, no se llevaba una general del World Tour.
El escenario se le presentaba ideal para reencontrarse con el triunfo, o al menos para volver a sentirse protagonista.
Y lo fue. En la última jornada, bajo la lluvia, en carreteras estrechas y descensos traicioneros, vimos a un Enric valiente, de los que pocas veces se dejan ver.
Atacó sin miedo, como si se quitara de encima el peso de todos estos años de contención. Por momentos, parecía volar. Fue, sin duda, su mejor versión en mucho tiempo.
Pero el ciclismo tiene memoria caprichosa, y al final no se quedó con esa imagen, sino con la otra.
La del instante en que Enric Mas se acercó a Joao Almeida y le pidió que le dejara ganar la etapa.
Y el portugués, serio, le dijo que no.
Viejo como el ciclismo mismo, ese tipo de negociación es parte del oficio. Lo que pasa es que hoy todo se graba, todo se ve, todo se comparte. Y la escena, inevitablemente, se convirtió en meme.
Joao no podía hacer otra cosa. Tenía detrás a todo su equipo —Soler, Del Toro, McNulty— dejándose la piel durante una semana.
¿Cómo justificar regalar una etapa después de semejante esfuerzo?
La paradoja es que ese día fue el mejor Enric Mas que recordábamos.
Ligero, agresivo, con chispa. Subió al podio, sí, pero también volvió a quedar atrapado en su propio personaje.
El día que más nos gustó fue, también, el día que más expuso sus límites.
Ese diálogo, breve y tenso, resume el oficio: el ciclismo que se juega tanto en las piernas como en la percepción.



