En su taller de la trianera calle Pagés del Corro, entre pinceles gastados, lienzos recién tensados y el aroma tenue del óleo, José Tomás Pérez Indiano mira su última creación: un cartel que no sólo anuncia una corrida, sino que invoca una forma de … sentir. Su protagonista es Antonio Chenel ‘Antoñete’ -para el festival celebrado en Madrid el pasado 12 de octubre-, y el encargo no podía ser de otro que de Morante de la Puebla, el torero de la elegancia y la melancolía, el hombre que ha devuelto a la tauromaquia su halo romántico.

El artista extremeño habla despacio sobre el genio, quien lo ha encumbrado con sus últimos encargos, con la misma calma con la que compone sus cuadros. «Conocer a una persona a la que admiras, por la que sientes esa sensibilidad por su manera de expresarse y poder trabajar para él, es algo que sobrepasa todo lo que tengas en tu mente. Te sientes también parte de él, piensas como él cuando estás pintando, te pones en su papel y trasciende a la historia. Yo creo que somos unos afortunados por vivir en la época de Morante, no hay un día después de Morante, perdurará en el tiempo. Para los que amamos y valoramos el arte todos los días son de Morante».

Pérez Indiano no se limita a pintar toreros, los interpreta. En su estudio conviven grabados antiguos, recortes de prensa, fotografías en sepia y bocetos donde los colores parecen hablar entre sí. «Me inspiro en los carteles clásicos, en la tipografía taurina de toda la vida. Pero busco un lenguaje nuevo, una mirada contemporánea».

Así nacen sus obras, con la tensión entre lo clásico y lo moderno. Se inspira en Goya y en Picasso. Hay luces doradas, sombras que respiran, trazos que sugieren más que describen. «En el cartel, como en la faena, menos es más. Una postura, un silencio, una mirada pueden decirlo todo».

Una forma de entender la tauromaquia

Su cartelería dedicada a Morante ha causado una profunda impresión entre los aficionados. No solo por su calidad plástica, sino porque logra condensar, en una imagen, toda una forma de entender la tauromaquia: belleza, verdad y misterio. «Cuando estoy agobiado de trabajo o cuando tengo esas noches oscuras artísticas, tiro siempre de dos referentes, una es la Macarena y el otro es José Antonio Morante de la Puebla. Es una vía de escape para reencontrarme con el arte».

El culmen de esa relación artística se dio con el cartel de las Fiestas de San Sebastián en La Puebla del Río. Para Pérez Indiano, ese trabajo fue mucho más que un encargo, y ya ha realizado la de los dos últimos años. «Morante me influye en la manera de expresarme pintando, de conocer mucho más a fondo cosas que en mi pintura a lo mejor no las conocía tanto o que no las explotaba tanto. Ahora sin embargo desde hace un tiempo se ha abierto un campo para mí artístico que es mucho más profundo y tiene un trasfondo como lo que hace él».

Carteles taurinos del autor en su taller

Carteles taurinos del autor en su taller

Víctor Rodríguez

Morante no es un torero fácil de representar. Tiene mil rostros: el genio y el duende, la furia y la fragilidad. Pérez Indiano lo sabe bien: «En él conviven la fuerza y la melancolía. Hay tardes de gloria y otras de silencio. Eso es lo que intento plasmar: no un héroe perfecto, sino un hombre sensible, contradictorio, que lucha con su arte y consigo mismo».

En sus cuadros, la figura de Morante aparece envuelta en luz, casi suspendida. El capote se convierte en una llamarada; el toro, en sombra y forma. Todo está medido, pero nada parece forzado. «Busco la emoción justa —explica el artista—. Que quien lo mire sienta algo, aunque no sepa exactamente qué». La finalidad del artista es ser feliz, «yo creo que es una búsqueda que es una lucha entre el hombre y el artista, pero busco ser feliz y creo que pintando es de la única manera que puedo apuntar mi verdad, y mucho más trabajando para artistas que trascienden épocas, edades y tipo de sensibilidades».

Para José Tomás Pérez Indiano, los carteles taurinos no son simples anuncios. Son fragmentos de memoria. «Cada uno guarda la emoción de una tarde, de una plaza, de un público. Si mi trabajo logra que alguien recuerde un momento de su vida, entonces ya ha cumplido su función».

Pérez Indiano, con su pincel, ha sabido crear esa iconografía moderna del toreo, a pesar de su daltonismo

Su cartelería, coleccionada por aficionados dentro y fuera de España, contribuye también a construir la leyenda de Morante. Porque toda leyenda necesita imágenes: rostros, colores, símbolos que fijen el recuerdo. Y Pérez Indiano, con su pincel, ha sabido crear esa iconografía moderna del toreo, a pesar de su daltonismo. «Muchas veces me pregunta la gente que si es a raíz de mi daltonismo cómo yo veo la pintura y cómo yo la expreso, creo que es un nexo más de mí, creo que es una parte más de mi cuerpo y que mediante mi pintura hago feliz a mucha gente y de eso me di cuenta tarde. Esas son las luchas internas de los artistas».

No olvida sus comienzos en el mundo taurino y la oportunidad que le dio la empresa de Sevilla a través de su director de comunicación, José Enrique Moreno, con quien comenzó a pintar portadas del programa oficial de mano hasta que llegó a realizar la campaña publicitaria, por la que recuerda con alegría el Metrocentro sevillano paseando con sus obras. «Yo digo siempre que José ha sido como un padre artístico aquí en Sevilla. Entonces empecé por la puerta grande, nunca mejor dicho, trabajando para la Maestranza y a partir de ahí llegaron Madrid, Olivenza, Francia…»

José Tomás Pérez Indiano, el cartelista de Morante: arte para anunciar el arte

Víctor rodríguez

Captar la esencia

El artista es de los que asegura que para pintar cartelería taurina o cualquier obra sobre el mundo del toro hay que sentirlo y conocerlo. «Para ser pintor taurino tienes que ser taurino, si no sientes la tauromaquia no la puedes expresar de la manera que la expreso yo».

Cree que el triunfo de sus carteles radica en la fuerza, los sentimientos desbordados que se sienten en el interior de la plaza. «La pintura no debe ser realista por completo pero sí que debe de captar lo que es esa esencia que tú vives en la plaza de toros, esas emociones. Viendo mi pintura ves la fuerza, carácter, recuerdas todo: los sabores, las sensaciones, los sonidos».

En el taller de Pérez Indiano, los pinceles reposan y el último cartel sigue sobre la mesa esperando a que el maestro de la Puebla venga a recogerlo. Arte y torería se dan la mano una vez más. Y en ese encuentro —entre el color y la arena, entre la pintura y la vida— late su deseo de serenidad para poder pintar como grito de libertad que tiene el estilo claro de su pintura: el estilo Indiano.