Cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos, 21 Grand Slams y 71 torneos de la WTA en su poder. Este es el resumen del palmarés de Venus Williams, una de las mujeres referentes en la historia del tenis. Una impecable deportiva durante varias décadas que no le ha valido para poder poseer uno de los bienes más preciados en Estados Unidos: el seguro médico.  

Y justo esa fue la razón que motivó u «obligó» a la deportista a volver a disputar un partido de tenis después de su pública retirada. Su reciente victoria en el Open de Washington, además de confirmar la longevidad de la leyenda de la raqueta, puso sobre la mesa un tema pocas veces discutido: la cobertura sanitaria de los deportistas veteranos en el país americano.

La noticia de su participación ya había tomado por sorpresa al mundo del tenis apenas unos días antes, cuando se confirmó que la mayor de las hermanas Williams había aceptado una invitación especial del torneo. Hasta ese momento, llevaba 16 meses alejada de la competición oficial desde su última aparición en el Masters 1000 de Miami en 2024, y la propia WTA la había catalogado como una jugadora “inactiva”.

Regresó y debutó con una victoria sobre su compatriota y número 35 del ranking mundial WTA Peyton Stearns. Pero lo que asombró al público fue su respuesta durante una entrevista tras el partido: “Realmente he vuelto al tenis por el seguro”, bromeó Venus. “Este año me dijeron que estoy en COBRA, así que debo aprovechar mis prestaciones”, añadió tras convertirse en la segunda mujer de mayor edad en la historia en ganar un partido individual profesional en el tenis. 

La Ley Ómnibus Consolidada de Reconciliación Presupuestaria (COBRA) permite a los estadounidenses mantener el seguro médico de su antigua profesión por un periodo limitado tras dejar su puesto de trabajo. El comentario de Williams, que más tarde calificó como un “momento divertido”, encendió las alarmas sobre la realidad de la cobertura médica para atletas fuera de la competición activa.

En el circuito de la WTA, las jugadoras pueden acceder al plan de salud subvencionado si se encuentran dentro de las 500 mejores en individuales o las 175 primeras en dobles, y además han tenido que haber participado en al menos tres torneos WTA 250 o superiores durante ese mismo año. Si una tenista se toma una pausa prolongada o pierde posiciones en la clasificación, debe pagar un seguro privado o acogerse a COBRA por un tiempo límite de 18 meses. Esta es la situación que parece haber afectado a Williams y que deja a muchos deportistas expuestos a elevados gastos médicos pese a sus años de entrega al alto nivel.

Las condiciones de los seguros varían dependiendo del deporte. Por ejemplo, en la NBA, los jugadores que completan al menos tres temporadas tienen acceso a un seguro médico financiado tras el retiro. Los veteranos de diez años o más logran cobertura familiar vitalicia. En cambio, en la WNBA, las baloncestistas aún están en negociaciones para asegurar un plan similar en la jubilación, ya que solo las que lleven más de ocho años en la liga obtienen hasta 20.000 dólares anuales  en reembolsos por gastos relacionados con adopción, gestación subrogada o tratamientos de fertilidad.

Este debate no es nuevo y hay muchas deportistas que se han pronunciado públicamente contra eso. La exjugadora de la WNBA Cappie Pondexter criticó públicamente la falta de apoyo médico y financiero para las atletas retiradas de la liga, calificando la situación de “injusta e insostenible”.

Aunque Venus Williams hizo la broma entre risas, su comentario puso de relieve una realidad incómoda: incluso las figuras más destacadas del deporte pueden enfrentar dificultades para mantener su seguro médico una vez que se alejan temporal o definitivamente de la competición. Una problemática que, según los expertos, sigue sin recibir la atención que merece dentro del deporte profesional.