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https://www.archdaily.cl/cl/1032685/ad-31-diaz-fernandez-arquitectos
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© Nico Saieh
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicado en la árida costa de la Región de Coquimbo, en Chile, el proyecto nace como una respuesta arquitectónica a un entorno tan extremo como sobrecogedor — un paisaje esculpido por el sol, el viento, el aire salino y la lluvia esporádica. Encargados tanto del diseño como de la construcción, abordamos este desafío como un ejercicio de integración entre el territorio, la materialidad y la experiencia de habitar.
La casa se despliega como una secuencia de volúmenes articulados por un gesto sinuoso: una suave línea serpenteante que otorga movimiento y coherencia al conjunto. Las líneas rectas se ven interrumpidas por una única curva, y es justamente en ese punto de inflexión —donde lo lineal se encuentra con lo curvo— donde se define la entrada principal. Esta pared curva, aunque de trazo delicado, se impone por su peso material, y a la vez se revela translúcida en su composición, generando un momento de tensión y bienvenida, denso y etéreo a la vez. El proyecto encuentra su unidad en este gesto continuo, que simultáneamente define, delimita y conecta.
A través de esta geometría, los volúmenes se articulan mediante patios y senderos de circulación que introducen pausas, sombra y ventilación. Esta fragmentación controlada permite que la arquitectura se acomode al terreno, propicie distintas escalas de intimidad y abra el interior hacia el paisaje costero sin exponerlo por completo. El recorrido por la casa se convierte así en una transición gradual — una coreografía entre la apertura hacia el exterior y el recogimiento interior.
La estructura combina acero inoxidable y madera laminada, logrando un equilibrio entre resistencia, ligereza y calidez, en respuesta a las exigentes condiciones climáticas del lugar. La envolvente se compone de materiales simples pero expresivos: bloques de concreto ventilado, paneles de fibrocemento en gris oscuro y láminas metálicas electro pintadas en un tono de cobre envejecido.
Estas elecciones responden a las exigencias del entorno desértico —durabilidad, bajo mantenimiento y eficiencia térmica— mientras construyen una paleta material en sintonía con el paisaje. El gris reposa como sombra sobre la tierra; el cobre, extraído del subsuelo, evoca el paso del tiempo. En el interior, el contraste es absoluto: superficies blancas y luminosas amplifican la luz natural, cultivando una atmósfera serena y fresca.
AD-31 no es solo una casa de vacaciones — es un refugio. Una arquitectura que reconoce la fuerza de los elementos y, al mismo tiempo, propone un lugar para una vida introspectiva y profundamente conectada con su entorno