Chuleta es una palabra con su pluralidad de significados. Ahí crece la riqueza del castellano: un mismo término puede hacer la boca agua, transmitir soberbia, sonar a bofetada y hasta representar la picaresca social. Quién no se ha ocultado un apunte en algún lugar recóndito antes de entrar a un examen. Aunque luego ni siquiera lo mirábamos, pero ya había cumplido su cometido: nos servía para darnos esa seguridad que nos permite confiar más en nosotros mismos.
Chenoa se prepara las galas de Operación Triunfo como una evaluación. Se escribe en papeles las claves de cada momento de la emisión. Con su subrayado a boli, con sus buenas mayúsculas. Como hacíamos en los cuadernos de cuadrículas del Instituto. Da igual que las ideas que se autodestaca sean de perogrullo. Le sirve para repasar el guion como si fuera un “temario” de oposición y, de paso, ordena el programa en fichas que le permiten tener dónde poner sus manos e incluso dónde agarrar los nervios. Quedarse en blanco es más difícil, pues con un golpe de vista puede refugiarse en ese nombre que se te puede esconder en la memoria.
Pero, en realidad, tantos programas después, la seguridad que otorgan las tarjetas a Chenoa proyectan inseguridad en el espectador. Las contradicciones de la vida misma.
Después de presentar con éxito en el mismo año los grabados The Floor, Dog House y el directo semanal de OT, un concurso que va de evolucionar cada semana, es el turno de que Chenoa se quite las tarjetas en pantalla. Y que la expresividad de sus manos y el reojo de su mirada vuelen más libres cómo hace su complicidad en cada conversación con los concursantes. Siempre esas palabras que recalca en sus notas se las puede soplar alguien por el pinganillo. De hecho, nunca lee el taco de cartulinas para verbalizar algo que no sepa decir o no pueda improvisar. Por tanto, las necesita menos de lo que piensa.
Porque hay rutinas que pensamos que nos están ayudando y, al final, nos están despistando, sobre todo si fomentan una dependencia que frena el crecimiento. Chenoa ya puede estar en un plató sin que veamos las tarjetas. Es el siguiente paso. Quitárselas le ayudará para brillar aún más.