La UFC tiene un problema con Ilia Topuria. No hay rivales para el hispanogeorgiano. La superioridad mostrada por el peleador en su paso por la compañía [invicto con 8 victorias bajo el paraguas de Dana White, 17-0 en su carrera] ya no se oculta en los ránkings. Ilia lidera desde su pasada pelea contra Charles Oliveira la clasificación de libra por libra, con sorpaso incluido a Islam Makhachev, el verdadero jefe final para el nacido en Halle, Alemania. Ese combate estelar es el que desea Topuria. Se aventura a ponerle fecha y lugar, junio 2026, en los jardines de la Casa Blanca. La UFC sabe que no puede permitirse tener a su máximo exponente fuera del octógono otros siete meses.
Makhachev abandonó el Peso Ligero justo cuando llegó Topuria. Dejó su cinturón vacante y el español respondió con su striking, tumbó a Oliveira y lanzó su amenaza: quiere el tercer cinturón (cuarto, si contamos el simbólico Baddest MF que se atribuyó tras ganar a Holloway). Antes de eso, el ruso-daguestaní deberá derrotar al campeón del Welter, JackDella Maddalena, el próximo 17 de noviembre en el Madison Square Garden de Nueva York. Si se cumplen las predicciones, algo no tan sencillo en las MMA; 2026 vivirá, por fin, el mejor combate que puede tener una cartelera actual de la UFC. Pero, hasta entonces, Topuria necesita lucir el cinturón en su vientre.
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Albert Ortega
El hispanogeorgiano peleó el pasado 29 de junio por última vez, es por todos sabido que Ilia es exigente a la hora de aceptar sus combates. Entiende que su faceta de megaestrella contrastada le permite ser selecto y, a diferencia de otras figuras, no peleará cuatro veces por año. Pero la UFC no puede permitirse tener a su gran figura sin combatir 365 días.
Dana White dejó claro que todo lo que sucederá en la Casa Blanca, bajo la atenta mirada de su querido Donald Trump, se empezará a trazar a partir de febrero. Las piezas del tablero tienen que estar ensambladas. La fecha clave será enero 2026. Topuria ha sido llamado a filas.
Paramount y LA
La velada UFC 324 se celebrará en la ciudad de Los Ángeles. Para la compañía de White, una jornada estelar. Será la primera vez que la retransmisión estadounidense se emita por Paramount, concretamente en su plataforma de streaming, Paramount+, y, de manera ocasional, en la CBS. Unos derechos por los que TKO, conglomerado de la UFC, ha recibido 7.7 mil millones de dólares. El show de estreno tiene que estar a la altura.
Arman Tsarukyan sonaba como candidato. Era el aspirante con mejor ránking del peso. Él quería pelear con Topuria después de cancelar su pelea por el título contra Makhachev a dos días del evento por una lesión de espalda. Finalmente, la UFC le posicionó contra el australiano Dan Hooker en UFC Night Fight de Qatar (22 noviembre). De ganar, el ruso se situará como evidente candidato… aunque Topuria prefiera mirar a un doble cinturón con el Welter.
Dana White, en una imagen reciente. (EFE/Octavio Guzmán)
Y aquí está el problema. Los nombres que uno lee al revisar la lista ya han sido derrotados por Topuria, como Oliveira o Holloway. Esto nos deja las dos únicas opciones realistas: una leyenda, Justin Gaethje, y un combate espectacular en lo mediático, el de Paddy Pimblett. Gaethje, a sus 36 años, quiere o combatir por el cinturón o retirarse. Pero la UFC, antes de nada, es un negocio y lo que más huele a triunfo es ver en la cartelera un Topuria-Pimblett.
Un combate de egos y de odio
El de Liverpool es un lad en toda regla. Representa todo lo contrario a Topuria. Mientras Pimblett presume de talento natural, el hispanogeorgiano lo basa en el método y en el trabajo. Estricto y obsesivo, contrarresta la preparación de Paddy, quien acostumbra a ganar varios kilos cuando no está de campamento de pelea a base de comer batidos, pizzas o helados. «Gordo, pero feliz», ha destacado en varias ocasiones.
Pero ese aspecto fondón del peleador inglés fuera de temporada no debería engañar. Paddy es un competidor de nivel que acumula un 23-3 en su carrera. Todavía no ha recibido ese push necesario para ser una estrella. Carisma le sobra, ¿y el resto? Pese a superar por nueve centímetros a Topuria, las voces expertas sitúan al actual campeón del peso Ligero varios escalones por delante si se habla de nivel dentro del octágono.
Paddy Pimblett en plena forma. (Reuters/John Sibley)
Entonces, ¿por qué debe darse la lucha? Por el relato del odio. La UFC ha cimentado su negocio en vender peleas, y, sobre todo, la historia detrás de estas. Historias de redención, de conquista, de venganza… Con mucho marketing de por medio. Pues bien. La pelea entre Topuria y Pimblett no necesitaría nada de eso. Ambos peleadores se odian, se desprecian. Han tenido conflictos, incluso estando en diferentes categorías —llegaron a ser parados por sus respectivos equipos después de soltar manos al encontrarse en un hotel—, fruto de las descalificaciones personales.
Dana White conoce su historia a la perfección. Casualmente, Paddy ha ido subiendo escalafones del ránking del Ligero sin ni siquiera combatir. Este mismo fin de semana, Topuria comentó en su Georgia natal que el combate contra el inglés está sobre la mesa: «Es la pelea que todos quieren ver«. Pimblett fue más allá e insinuó que él ya había firmado el contrato, retando a Ilia a hacer lo propio. La oficialidad debería llegar en los próximos días. Pero la última palabra la tienen los peleadores, con permiso de su máximo jefe.
La UFC tiene un problema con Ilia Topuria. No hay rivales para el hispanogeorgiano. La superioridad mostrada por el peleador en su paso por la compañía [invicto con 8 victorias bajo el paraguas de Dana White, 17-0 en su carrera] ya no se oculta en los ránkings. Ilia lidera desde su pasada pelea contra Charles Oliveira la clasificación de libra por libra, con sorpaso incluido a Islam Makhachev, el verdadero jefe final para el nacido en Halle, Alemania. Ese combate estelar es el que desea Topuria. Se aventura a ponerle fecha y lugar, junio 2026, en los jardines de la Casa Blanca. La UFC sabe que no puede permitirse tener a su máximo exponente fuera del octógono otros siete meses.