Ibiza y Formentera le deben mucho a arquitectos como Félix Julbe Moreno (Madrid, 1940-2013), Raimon Torres Torres (Barcelona, 1934-2013) e Isabel Martínez León (Larache, Marruecos, 1949) porque sin ellos, probablemente, apenas quedaría rastro de la belleza y singularidad de la que hacen gala las Pitiusas como destinos turísticos de primer orden. Reivindicar su legado es lo que pretende el documental ‘Julbe, Torres i Martínez: L’Eivissa utòpica’, de Luis Ortas, que se proyectará este viernes, 24 de octubre, a las 19.30 horas en Can Llaneres, en Dalt Vila, la sede de la Demarcación de Ibiza y Formentera del Col·legi Oficial d’Arquitectes de les Illes Balears (Coaib).
Este largometraje, producido por IB3, se remonta a la década de los 70 para relatar cómo estos tres arquitectos y algunos más plantaron cara a la especulación urbanística, disparada por un turismo en auge, y se dejaron la piel para defender el patrimonio pitiuso y «demostrar que el desarrollo podía ser compatible con la belleza y la memoria del lugar». Aquella lucha la pagaron caro, como queda reflejado en este trabajo, en el que participan familiares y amigos de Félix Julbe y Raimon Torres y que recoge también el testimonio de Isabel Martínez.
«Gracias a ellos Ibiza y Formentera mantuvieron el potencial paisajístico y arquitectónico que es su sello distintivo y no se convirtieron en destinos turísticos como Torremolinos», afirma a Diario de Ibiza Ortas, que añade que «mucha de la gente de visión cortoplacista que les criticó y se opuso a ellos en su momento, ahora les agradecen su labor».
Homenaje a un «humanista»
Esta pieza audiovisual, como explica su director, rinde un especial homenaje a Julbe, un arquitecto y urbanista «singular y humanista» que cayó rendido ante los encantos de Ibiza y de su arquitectura tradicional. Hombre de fuertes convicciones, peleó contra viento y marea para que las Pitiusas siguieran siendo el paraíso del que se enamoró en 1971, cuando inauguró su despacho en el paseo de Vara de Rey junto a José Luis Amigo, fallecido en 1972 en la catástrofe aérea de ses Roques Altes. «Ir a Ibiza supuso un punto de inflexión para él, llegó con ganas de transformar cosas», asegura en el largometraje una de sus hijas, Nuria, también arquitecta de profesión.

Félix Julbe con Raimon Torres, en la casa de este último en Formentera a finales de los años 90. / Mariona Julbe
Poniendo siempre el interés colectivo por encima del propio, Julbe no se doblegó antes «los poderes fácticos» de las Pitiusas, que le hicieron la vida imposible y le fueron cerrando puertas hasta que en 1986, sin apenas encargos, no le quedó otra que salir de Ibiza con su familia «por la puerta de atrás». Lo explica en el documental el hijo de su viuda, Ana Casanovas, el director literario en Penguin Random House David Trías.
Fue a través de Mariona Julbe, la hija pequeña del arquitecto madrileño y Ana Casanovas, que Ortas descubrió la figura de este hombre adelantado a su tiempo. Trías y otros testimonios, como el del artista gráfico Néstor Pellicer, destacan de él «su pasión, su idealismo, su humanismo, sus ganas de cambiar las cosas, su amor a Ibiza y su lucha contra ciertos poderes e intereses que pretendían urbanizar la isla a toda costa». Tanto le fascinó al cineasta mallorquín este activista cívico moralmente incorruptible que decidió dedicarle un documental que, a propuesta de IB3, se acabó convirtiendo en el retrato de una generación de arquitectos en la que destacan también Torres y Martínez.
El trabajo, realizado en 2023, se pudo ver por primera vez en febrero de este año en el Centre Obert d’Arquitectura, en Barcelona. El segundo pase, abierto al público, será este viernes en Can Llaneres. Tras la proyección, habrá un coloquio en el que participarán el propio Ortas y algunas de las personas que aparecen en el documental: la periodista Pilar Bonet, el poeta Julio Herranz y los arquitectos Salvador Roig y Xavier Magrinyà.

Ana Casanovas, la viuda de Félix Julbe. / Luis Ortas
El director y cámara del documental adelanta que también está previsto que el largometraje, con guion de Maria Eugènia Quetglas y producción de Mateu Moll, se presente en la sede en Palma del Coaib. Todavía no hay fecha, sin embargo, para su emisión en IB3, a pesar de que el canal autonómico ha producido el trabajo, que es la segunda temporada de ‘Història B’, una docuserie de cuatro capítulos que explica la historia del siglo XX en Balears a través de casos judiciales, empresarios, políticos y personajes significativos de diferentes épocas.
Esta segunda entrega de ‘Història B’ se centra en una época en la que las Pitiusas vivían una metamorfosis vertiginosa y hace hincapié en un personaje «controvertido» como Julbe, que residió en Ibiza 15 años. Durante su etapa en la isla, entre otras cosas, ejerció de arquitecto de visado del Coaib en las Pitiusas y fue miembro del equipo redactor, como coordinador, del Plan de reforma interior de la ciudad de Ibiza (1974-75), bajo la dirección de Raimon Torres. Junto a él también, como arquitecto municipal de Formentera, estuvo al frente del Plan de Ordenación de la isla (1975-77), trabajo que acabaron, una década después, Martínez y su pareja, Xavier Magrinyà. Entre los logros de Julbe, está, además, el haber dejado «la semilla para que Ibiza fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco» con la confección de un expediente encargado por el Ministerio de Cultura.
Torres, «defensor de la arquitectura sostenible»
Como se pone de manifiesto en el trabajo de Ortas, Torres, «defensor de la arquitectura sostenible y adecuada al paisaje», fue «esencial en la vida social, personal y profesional de Julbe».
Trías hace referencia al tándem que formaron. Los dos eran idealistas y creían en un desarrollo racional de las Pitiusas en unos tiempos en «los que la utopía todavía era posible», como dice Julio Herranz en el documental. «Soñaban con unas islas más habitables y en hacer planes urbanísticos más a la medida de las personas», señala el editor, antes de apuntar que ambos, grandes amigos, desafiaron los poderes económicos de su tiempo y acabaron yéndose de Ibiza.

El arquitecto Raimon Torres en 2011. / Carmelo Convalia
La única que se quedó en las Pitiusas fue Isabel Martínez, arquitecta municipal del Ayuntamiento de Sant Josep entre los años 1974 y 1977, cuando la empresa Ibifor trató de urbanizar ses Salines mediante una serie de complejos turísticos para casi 20.000 plazas. Se vio forzada a abandonar su puesto de trabajo por no querer plegarse a las presiones de los promotores urbanísticos y 46 años después, en 2023, el Ayuntamiento de Sant Josep le quiso resarcir entregándole la Medalla de Oro del municipio.
Martínez y la lucha por salvar ses Salines
En la época en la que ella comenzó a ejercer su oficio, cuenta a Diario de Ibiza, «la vorágine edificatoria en Ibiza era increíble y tampoco había una normativa urbanística muy amplia, pero sí muy clara y suficiente para defender el territorio».
Ante las amenazas que se cernían sobre las Pitiusas, ella, Julbe y Torres, conscientes del valor paisajístico, cultural y emocional que tenían, soñaban con unas islas que siguieran siendo tan idílicas como las que se habían encontrado. Los tres compartían, dice la arquitecta, «una ética absoluta, unos principios inamovibles que respetaban lo que eran las normas urbanísticas de aplicación, a pesar de las presiones que sufrían» y demostraron ser «incorruptibles». «No teníamos miedo porque defendíamos lo que verdaderamente había que defender», asegura Martínez, que destaca también la labor de otros profesionales como Magrinyà y José María Puget Acebo, que en su momento fue presidente de la demarcación pitiusa del Coaib. «Estuvimos donde había que estar, hicimos lo que teníamos que hacer y tuvimos los apoyos suficientes y necesarios y la voluntad para frenar el urbanismo salvaje en Ibiza y en Formentera», afirma con contundencia la arquitecta. Como se remarca en el largometraje, en el que intervienen también Carmen Navas-Parejo, la predecesora de Lluís Oliva en la presidencia del Coaib en las Pitiusas; y el arquitecto Salvador Roig, «la aportación» de todos ellos a las Pitiusas es «absolutamente fundamental».

La arquitecta Isabel Martínez, en una captura del documental de Luis Ortas. / Luis Ortas
Isabel Martínez afirma sentirse «muy feliz» de que el documental de Ortas reivindique en especial la figura de Julbe, del que alaba «su valentía y su actitud profesional». Recuerda también que el madrileño fue una de las pocas personas que le apoyó en su empeño por salvar ses Salines y con posterioridad. «Con su actitud, él y Raimon Torres dejaron una huella que los hace inmortales», asegura emocionada.
Con este documental y el premio póstumo a su trayectoria que le concedió el Coaib en 2018, la familia de Julbe considera que se está haciendo justicia a su memoria, aunque su viuda, Ana Casanovas, considera que teniendo en cuenta todo lo que hizo por Formentera se merecería una calle allí . Trías va más allá y sugiere que se le debería hacer un reconocimiento dedicándole en Ibiza «una calle, una plaza o un parque».

El editor David Trías en el documental de Ortas. / Luis Ortas
Tanto el editor como Isabel Martínez tienen claro que si Julbe levantara la cabeza «sentiría mucha rabia y dolor» al ver «sus peores presagios cumplidos» y que sus esfuerzos no han evitado que «se haya destruido mucha parte del territorio de Ibiza». A pesar de la tristeza, con esa vitalidad que le caracterizaba, apunta Trías, si Julbe estuviera vivo ahora «hubiera intentado conectar con la gente joven» para animarla a seguir alzando la voz defendiendo y reivindicando todo el valor paisajístico, patrimonial e histórico que todavía conservan las Pitiusas.
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